Los modelos de gestión exitosa de seguridad vial destacan la importancia de la Movilidad Urbana Sostenible (MUS), que armoniza esta categoría con la vialidad, el tránsito y el transporte. Valoremos algunas buenas propuestas que en el contexto de Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Banco Interamericano de Desarrollo (BID), han controlado con éxitos este grave problema en muchas ciudades del mundo. Especialmente tenemos como referencia el informe que el experto catalán Antoni Riu, presentó recientemente al Consejo Estratégico de Santiago (CDES), con el auspicio del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD).

La fórmula de impacto para reducir los más de 2,411 (2014) muertos por accidentes de tránsito en la República Dominicana, es intervenir en lo inmediato el transporte en motocicletas con un plan estratégico de acción que imponga el uso obligatorio de cascos, la identificación de los motoristas y la obligatoriedad de una licencia conducir motores de carácter municipal. Un casco homologado y no una “cachucha de plástico”, que los policías dan por buena y valida. También debe exigirse el casco a los acompañantes del motorista. Estamos en el decenio de la seguridad vial y las lesiones causadas por los accidentes son la primera causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años. Son las edades de los motoristas que andan sin cascos en las carreteras que comunican a Santiago con su entorno. Nada hace AMET con exigir el casco en la ciudad de Santiago, si en las carreteras a Navarrete, Licey, Tamboril, Puerto Plata y Mao, nadie los usa.

El Congreso aprobó la ley de tránsito 241-67 hace casi 50 años y esta normativa no recoge ninguno de los mandatos modernos existentes en el mundo sobre seguridad vial, ni movilidad urbana. Ante esta situación, desde el año 2011, circula una propuesta de ley que podría modernizar el sistema, igualmente favorecer el control y mejorar la vigilancia del tránsito y el transporte. Sin embargo, apenas el 7.0% de los países tiene legislaciones modernas que han permito salvar miles de vidas; imperando el caos en el 93.0% de las naciones que se mantienen sin modernizar su marco jurídico en movilidad.           

En el período 2000-2015, el parque vehicular de la ciudad de Santiago y su entorno metropolitano, se ha duplicado, sin embargo es extremadamente baja la capacidad del gobierno y los ayuntamientos de hacer cumplir las normas de tránsito, y menos aun aplicar estrictamente las regulaciones existentes. Los estudios indican que las cinco (5) causas de muerte por accidentes, en orden de frecuencia son: i) el exceso de velocidad, ii) la conducción bajo los efectos del alcohol, iii) la ausencia de cascos protectores en motociclistas, iv) el no uso de cinturones de seguridad y v) la grave ausencia protectores para los niños en los vehículos. Observe a diario la cantidad de conductores sin cinturón y los padres irresponsables padres trasladan a sus hijos a escuelas y colegios, sin ningún tipo de protección.   

Con o sin ley, deberíamos hacer algo urgente en Santiago, pues los vehículos de motor son más letales que todos los mosquitos aedes aegyptis juntos, causando más muertes en esta ciudad y el país que todas las epidemias de enfermedades infecciosas juntas. Los accidentes de tránsito generan además, los costos de atención más altos de todas las enfermedades que requieren atención en el sistema de salud.

En lo que la ley se concerte y luego de aprobarse un nuevo marco jurídico, la iniciativa debería acordar urgentemente en Santiago, un Plan Estratégico de Acción en Seguridad Vial. Se necesita involucrar a la Central Nacional de Trabajadores del Transporte (CNTT), otras entidades asociativas de los conductores y acordar un programa conjunto con el Consejo Estratégico de Santiago (CDES), el Ayuntamiento, AMET y el sector privado que supla el financiamiento de un casco protector de calidad internacional para todos los motoristas de la ciudad y su entorno metropolitano, que imponga un permiso anual de circulación a los motores y una visible identificación de cada motorista, sea de uso privado o de taxi en motoconchos.  En la otra colaboración seguimos.

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