La reciente invitación que me hizo el Departamento de Estado de los Estados Unidos, a través del Embajador Norteamericano en Rep. Dominicana el honorable Sr. Raúl Izaguirre para que participara durante tres (3) semanas en el Programa de Liderazgo para Visitantes Internacionales (IVLP), me permitió visitar varias ciudades en Estados Unidos y conocer en cada una de ellas su situación energética. Durante ese recorrido reflexioné profundamente sobre la independencia y la seguridad energética de la República Dominicana.

No he de negar, que el tema de la independencia energética ha sido de mi interés desde hace algunos años cuando inicié a vincularme con el sector energético. Siempre he creído que nuestra condición isleña nos ofrece ventajas y desventajas en términos energéticos; que sumadas a nuestra alta dependencia a combustibles importados tanto en el transporte como para producir electricidad (petróleo, gas natural, carbón), nos coloca como nación en una posición de muy baja independencia energética; situación que se traduce inmediatamente en bajos niveles de seguridad.

Ambos términos (independencia y seguridad) tienden a ser usados de manera indistinta para referirse a la capacidad de disponer de recursos energéticos de manera confiable. Sin embargo, existen diferencias conceptuales entre los mismos. Cuando nos referimos a independencia energética, estamos hablando de la capacidad de producir la energía que se demanda a partir de fuentes autóctonas; es decir directamente de nuestro territorio. En el caso de la seguridad energética el concepto que prima es aquel concerniente a la disponibilidad ininterrumpida que tiene un país de los recursos energéticos que demanda a precios razonables y en armonía con el medio ambiente independientemente del origen. Al final de cuentas ambos conceptos convergen en la necesidad de proveer constancia del suministro energético ante la demanda del mismo.

La independencia asume altos niveles de seguridad energética, no así lo contrario. Es decir, un país puede tener niveles altos de seguridad energética, no así poseer la independencia energética. Los Estados Unidos de Norteamérica es uno de esos casos donde por el momento se tienen niveles altos de seguridad energética en el transporte, y altos niveles de independencia energética en la electricidad. Hago esta separación, porque en términos del consumo de petróleo, ellos importan alrededor del 65% del petróleo que consumen, por lo que sólo producen el 35% restante. A pesar de ello, en los Estados Unidos apuestan a las energías renovables (eólica, solar, geotérmica, biomasa), al gas natural, a los vehículos de hidrogeno y eléctricos y otras fuentes no convencionales para incrementar su seguridad energética y lograr la independencia absoluta.

Cabe señalar, que la seguridad energética que pueda tener un país que no haya logrado su independencia energética, está muy vinculada con el posicionamiento geopolítico y su supremacía en el orden mundial. Un ejemplo de ello son las inestables y caldeadas relaciones diplomáticas entre Venezuela y Estados Unidos las cuales nunca terminan afectando las relaciones comerciales en cuanto al suministro de petróleo que hace el país bolivariano hacia los Estados Unidos.

Otro ejemplo es el de la India, que persigue conseguir su independencia energética (electricidad) para el 2020 utilizando la energía nuclear basada en el torio.

No obstante, el caso particular de la República Dominicana es preocupante en ambos niveles, ni tenemos alta seguridad y mucho menos independencia energética. A pesar de que poseemos recursos importantes sobre los cuales sustentar nuestra independencia energética nuestra dependencia de combustibles importados, es casi absoluta. Hay que reconocer el avance que hemos logrado al tener la ley de incentivos a las energías renovables, las iniciativas que se ha tomado con el gas natural tanto en el transporte como en la electricidad, pero a la vez es imperante que exploremos profundamente los indicios de petroleros que existen en la isla; de igual manera comenzar a ver seriamente el etanol como combustible para ser mezclado con los combustibles importados.

En síntesis, lo que realmente necesitamos es una política energética clara y agresiva orientada a disminuir nuestra dependencia de combustibles importados para el transporte (gasoil, gasolina, gas natural, glp) y la electricidad, e identificar oportunidades que nos permitan izar algún día la bandera de la Independencia energética en la República Dominicana.