Escoja una opción:

1.-  ¿Usted prefiere que no lo maten?
2.-  ¿Quiere que persigan y apresen al que lo mató?, o
3.  ¿Quiere que un Juez dicte sentencia a la persona que lo mató?

Cualquiera aseguraría que lo que usted prefiere es la opción 1. Esta respuesta tan sencilla, ante una pregunta que parecería estúpida, esta íntimamente relacionada con los esfuerzos que se deberían hacer en el proceso de elaboración de una política de seguridad ciudadana y combate al crimen. El error de los “hacedores” de políticas públicas, consiste en querer importar modelos de otros países, donde las realidades son distintas y donde las necesidades de sus sociedades son diferentes.

Existe demasiados errores en el momento de la formulación de una política, esto es natural, muchas veces las experiencias negativas son positivas por que nos pueden ayudar a reorientar. Pero uno de los más grandes equívocos, es no preguntarse: ¿Cuales son las prioridades de nuestros ciudadanos en relación a su entorno?….Vea que la pregunta de arriba, cobra un significado simple, pero efectivo: La gente esta contestando, de manera obvia, que su necesidad es la prevención, anticipación y presencia¿Y por qué no se hace?

Lo que más abunda en materia de gobierno y seguridad ciudadana es un exceso de demagogia. La razón es muy simple, un problema de seguridad trae en su espalda una carga de miedo que condiciona el natural desenvolvimiento de las personas en sociedad.  Por ello es sumamente atractivo para el político prometer soluciones mágicas a esos sentimientos.

Entonces se piensa que lo que más “vende” mediáticamente es la reacción violenta contra el criminal y la espectacularidad. Muchas veces los políticos metidos  en funciones de  “expertos del área de seguridad”  piensan que con eso,  le están mandando un mensaje a la población de: Estamos trabajando para usted”. Les aseguro que a mediano plazo se logra el efecto contrario. Más ansiedad y una pérdida silenciosa de los espacios públicos.

Por estas razones, causa sorpresa ver que las políticas de seguridad no sean definidas por la propia ciudadana, a través de los diferentes mecanismos de participación. En muchas constituciones latinoamericanas están plasmadas todas aquellas vías de participación ciudadana. Lo fundamental sería ver como  dinamizar esos espacios  para poder conducir junto a los Gobiernos, los procesos de formulación de políticas públicas en materia de seguridad ciudadana. Solo así se podrá tener programas que sean medibles, creíbles y  muy cercanos a la realidad de la personas. Aquí la labor del legislador nacional y municipal puede jugar un rol estelar. La política pública se comienza a construir en el terreno, con la gente, no en una oficina confortable.

Ejemplo clásico en cualquier País: Usted no puede ir a un sector controlado en su totalidad por el crimen, con un programa de asistencia social, como una caridad. Ese rol lo hacen los capos desde hace mucho tiempo, por eso,  el espacio y la legitimidad social es de ellos. Para ese tipo de situaciones, se necesitan otras políticas, de un corte diferente.

Por ello es necesario que los esfuerzos que como sociedad hagamos, también estén encaminados a contribuir a que nuestra realidad sea un insumo para el diagnostico de los gobiernos en materia de seguridad ciudadana. Así los grandes genios en la construcción de políticas, no tendrán una justificación para decir que se equivocaron en la estrategia. Las pautas las pone usted, su miedo y sus ganas de vivir en paz y tranquilidad. Los mecanismos de participación están, en caso contrario, constrúyalos usted mismo en su propio entorno.