Cuquín mando este mensaje inspirador por las redes sociales cuando la ola delincuencial salpicó la puerta de su casa: “Hoy asaltaron a mi esposa en mi casa de Alameda, no hay garantías para nadie. Nos haremos nuestra propia justicia.” La arenga libertaria se desvaneció al poco rato con la solicitud, publicada en los diarios, para que la Policía Nacional restablezca el servicio de patrullaje permanente en su residencial. En las redes agradeció la pronta atención de la institución, ajeno a que este es un privilegio reservado para casos de alto perfil, y la felicitó por la pronta captura del asaltante, evento donde cree terminado el trabajo policial.
Su clamor virtual “Ahora esperamos que la Justicia haga lo suyo”, lo considera cumplido con la felicitación por “un año de prisión al asaltante”, al confundir la imposición de esa medida de coerción con la culpabilidad y condena que requieren probar el caso, en el juicio de fondo. A la hora de dictar sentencia en ese escenario, el juez tendrá que dejar de lado la simpatía, admiración y cariño que le inspira el artista, desde que lo escuchaba en el memorable “Show de Noticias”. No hay recuerdos de “Vicente el Vecino Imprudente” que le hagan ignorar un expediente mal sustentado por la fiscalía, con pruebas que hace añicos la defensoría pública o el abogado privado del imputado.
Si se involucra e informa por las redes a sus seguidores de esos detalles para sustentar la acusación que elabora el Ministerio Público, Cuquín podrá contribuir a que la agresión contra su esposa no quede impune. Igualmente esperamos que no de su apoyo a la idea de engendrar a PESADO, la Policía Especial de Seguridad al Artista Dominicano, como respuesta a los recientes ataques simultáneos a sus colegas del espectáculo. Por el contrario, que retome el espíritu a lo Patrick Henry de su tweet original, con su arenga para enfrentar también la delincuencia por nuestra cuenta, con acciones defensivas individuales y colectivas en el espacio que sea nuestro entorno. Estos cortos los espero en unos meses sobre la situación en Alameda:
“Gracias por las patrullas públicas que nos mandan de vez en cuando. Refuerzan por ratos la seguridad privada que pagamos los vecinos, excepto por dos o tres azarosos…” “Vecinos conseguí una noche fija al mes para practicar en el polígono de tiro de un club por la Luperón, allá discutimos la fecha para el torneo” “El caco se los majó cuando corría de los guardianes. Juro que por ahí no hubo patada de ningún guardián o vecino. El trompón a la mitad de la espalda se lo dio él mismo, después que se le puso las esposas”. “Estuvo bien botao. La tercera fue la vencida. Yo mismo lo encontré durmiendo con la boca abierta” “Ciento cincuenta días sin un solo robo o atraco y contando…”
En esa faceta de liderazgo en la autodefensa barrial, Cuquín podrá llevar esperanza de victoria a las juntas de vecinos de residenciales como Naco, Piantini, Los Prados y Arroyo Hondo donde noticias recientes cuentan que no dan tregua los delincuentes. Este y otros problemas que denuncian, como el arrabal en que se están convirtiendo calles, aceras y esquinas, tendrán soluciones efectivas cuando los enfrentan unidos, en comunidad. Demandar o esperar a que los servicios públicos de la policía y el ayuntamiento los reciban como contrapartida o derecho por el pago de impuestos a la vivienda suntuaria, es una apuesta arriesgada sin oportunidad de recibir apoyo de la opinión pública y las autoridades. Deben mirarse en el espejo de la Embajada Americana.
La representación diplomática de una nación con sobradas razones para solicitar un apoyo especial de la Policía Nacional, lleva varios días publicando un anuncio en inglés donde solicita personal para integrar unidades móviles de seguridad residencial. Tal vez consciente de las limitaciones de las autoridades para proteger a la población de la delincuencia, la embajada ha optado por una solución privada, donde tendrá poder para medir la calidad del servicio con su evaluación directa o encuestas de los residentes y atender de inmediato cualquier desviación que se detecte o denuncie en el comportamiento de los patrulleros. Por ejemplo, que corazonadas, intuición o simple majadería sustituya la norma de causa probable para detener vehículos o personas. Esa conducta prohibida en Estados Unidos, y practicada aquí como pasatiempo por cualquier uniformado, no la van a permitir residentes que conocen sus derechos y exigen respeto al libre tránsito, cuando están en cumplimiento de las regulaciones.
La loable cruzada de las autoridades contra la delincuencia, que ha aumentado sustancialmente la presencia policial y militar en las calles, debe vigilar para evitar que el “párese ahí” medalaganario la desacredite. Por desgracia ya hay frecuentes casos de evidente acoso en las vías públicas, con algunos que terminan como en la sección que hacía Cuquín, pero sin provocar risa, “…y lo vieron todo en ¡Yaguazos!” ¡Así no!