A partir de ahí la familia Imbert fue mal vista por la dictadura de Trujillo y sus componentes no volvieron a ocupar posiciones de relevancia en el tren administrativo. Después del Desembarco en Luperón en 1949 fue cancelado de Mayor del Ejército Nacional, Segundo Imbert Barrera.
La dictadura de Trujillo determinó sacar del país y nombrarlo en un cargo en el exterior al mayor Segundo Imbert Barrera, siendo éste designado el 28 de septiembre de 1949 como Cónsul General de la República en Trinidad, Antillas Inglesas. De esta posición diplomática es traslado a la Cancillería del país para prestar servicios allí y se negó a venir a ocupar dichas funciones. Se fue a vivir a Puerto Rico y trabajó con don Luis Ferré en el Grupo Económico que éste presidía.
Fue convencido por familiares y amigos para que regresare de nuevo al país y así lo hizo en el año 1955. Exmayor Segundo Imbert Barrera vino al país para participar en la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre en Santo Domingo, que había organizado la dictadura de Trujillo para celebrar el vigesimoquinto aniversario de la toma del poder de Rafael Leónidas Trujillo, en compañía de otro representante del Grupo Económico de don Luis Ferré.
A los pocos días, estando él en la casa de su madre en Santo Domingo, fue visitado allí por el temible general Federico Fiallo, quien le dijo que el dictador Trujillo quería verlo en la fortaleza Ozama para hablar algo con él. Accedió a ir. Estando en la fortaleza Ozama, fue hecho preso, siendo trasladado bajo la custodia del Mayor Luis Román Criado a la Fortaleza San Felipe de Puerto Plata, donde fue recibido por el capitán Almánzar Dujarric, a la sazón Comandante de dicha Plaza.
Segundo Imbert Barrera fue acusado junto a los señores Jorge Maltes Torres (a la sazón Administrador del Ingenio Monte Llano de Puerto Plata), Mencho Martínez, Domingo Pepín (a) El Chivo, Luis María Hernández Céspedes (a) Brigui, Pascual Cáceres, (a) Sargente Petigreré, Sargento Francisco Arache y Cabo Miguel Sosa, todos ellos acusados del asesinato de Luis Felipe Espinosa, líder de los trabajadores azucarero de ese ingenio, ocurrida el 8 de noviembre de 1946, a la sazón presidente del Sindicato de Trabajadores de Monte Llano, Puerto Plata, quien murió a causas de golpes en la cabeza y ahorcado.
El expediente se abrió con un memorándum de la presidencia de la República, sin firma, lo que demuestra que era un expediente político, abierto 9 años después del asesinato del dirigente azucarero Espinosa, cuando el mayor Segundo Imbert Barrera, estaba al servicio de la dictadura en Puerto Plata.
El Juez de Instrucción que instruyó dicho expediente fue el doctor José Sixto Ginebra Henríquez. En dicho expediente se hablaba de Fernando Spignolio y Félix La Hoz, dando a entender, aunque no de manera clara, que el exmayor Segundo Imbert Barrera tenía relaciones con Spignolio.
El Juez y el Fiscal de la entonces Cámara Penal de Puerto Plata, fueron trasladados y enviados Ad—hoc con instrucciones especiales. Como Juez actúo, el doctor José Reyes Santiago y como Fiscal, el doctor José Canó López.
En Marzo de 1956, el exmayor Segundo Imbert Barrera y demás acusados del asesinato de Luis Felipe Espinosa, fueron juzgados en cuatro días de audiencias kilométricas. El abogado defensor del exmayor Imbert Barrera, lo fue el connotado jurista, escritor y antitrujillista licenciado Armando Rodríguez Victoria.
El exmayor Segundo Imbert Barrera en los días transcurridos de las audiencias, demostró ser un hombre valiente y afrontaba las adversidades con calmas. Jamás vaciló y siempre fue firme en sus declaraciones. El exmayor fue condenado a treinta años de trabajo público y también los demás acusados a diferentes penas. Para cumplir esa sentencia fue trasladado a la cárcel de La Victoria, en Santo Domingo, donde prestó toda suerte de cooperación a los presos políticos del Movimiento 14 de Junio, caído en la mazmorra en enero de 1960. Dándole ánimo a los decaídos, valor a los afligidos, salud a los enfermos y en fin se constituyó en la admiración de aquellos hombres.
El triste y célebre criminal trujillista Johnny Abbes García en unas memorias que dejó escritas, y que aún permanecen inéditas, bajo el título: “Trujillo y Yo. Intimidades de la dictadura más recias de América”, ha insinuado de la participación del exmayor Imbert Barrera en el asesinato de las hermanas Minerva, María Teresa y Patria Mirabal Reyes y su chofer Rufino de la Cruz Disla, hecho ocurrido en Puerto Plata, el 25 de noviembre de 1960, cuando regresaban de visitar a sus esposos Manolo Tavárez Justo y Leandro Guzmán, presos ambos en la fortaleza San Felipe de allí. Este personero del régimen dictatorial, no tiene credibilidad y mucho menos argumentos valederos para tal acusación. Existen testimonios de presos del Movimiento 14 de Junio que estaban en la misma cárcel o cerca de donde se encontraba preso el exmayor Segundo Imbert Barrera y han manifestado que éste no salió el 25 de noviembre de 1960 de allí, en la fecha del asesinato de dichas hermanas.
La doctora Emma Tavárez Justo en un artículo que escribiera para la revista ¡Ahora/, No. 576, del 25 de noviembre de 1974, páginas 17 a las 23, y que ha sido reproducido inextenso en el libro de Fiume Gómez Sánchez, titulado: Minerva, Patria y María Teresa. Heroínas y Mártires, con el título Las hermanas Mirabal fueron asesinadas a palos en un cañaveral, sobre la base de lo sostenido por Abbes García en sus memorias en donde implica al exmayor en el asesinato de éstas. El exmayor Imbert Barrera quien se encontraba preso en la cárcel de La Victoria, cumpliendo una sentencia de treinta años, el día del asesinato de las hermanas Mirabal Reyes. En el tiempo en que la hermana del líder Manolo Tavárez Justo escribió dicho artículo la familia Mirabal Reyes no sabían de los testimonios de varios presos de que sostenían que eso era una falaz mentira de Habbes García. La doctora Tavárez Justo se dejó sorprender en su buena fe al darle crédito a un bandolero de la talla, como Johnny Abbes García. Algunos de los testigos, todavía se encuentran vivos y podrían prestar sus testimonios al respecto. La verdad se ha impuesto.
Durante su prisión se enteró de la existencia del complot contra Trujillo, llenándolo de esperanza. La noche del 30 de Mayo de 1961 al ver los aprestos militares, se puso muy contento junto a Rafael Augusto Sánchez (a) Papito y al capitán Carlos Rodríguez Quezada, siendo esto comunicado por el coronel Horacio Frías a José René Román (a) Pupo, Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, de acuerdo a Carmen Imbert Brugal, fue quien ordenó la muerte de los tres, afrontándola con verdadero valor, haciendo honor a su ascendencia, la casta de los generales Imbert.
El propósito del presente artículo es colocar en su justo lugar y ayudar a descorrer la cortina que cubre el buen nombre de este militar.
¡He ahí la historia de un hombre!