¿En qué firmamento centellean las estrellas de un buen gobernante? ¿Su cielo interior esquiva el conflicto verdadero, y le permite a usted refugiarse en el silencio? ¿Se puede gobernar en el silencio? ¿Maravilloso y liso, sin un lugar real, el silencio no es una comarca fácil para eludir el bulto? ¿No es, acaso, la propia construcción metafórica del mito de sí mismo que usted quiere construir, la que se recuesta del silencio para marginarse de los problemas estructurales del país que le toca gobernar?
En mi primera epístola le comunicaba que a través de un amigo común le haría llegar el legajo de documentos de lo que ocurrió en el Banco Nacional de la Vivienda, porque creo honestamente que es a usted a quien corresponde actuar en este caso. Ya usted los posee, tendrá una idea de la dimensión del despojo. Un Presidente de todos se inclina sobre cada uno de los problemas de su nación, para estudiarlos y resolverlos; situándose ostensiblemente como un defensor inconmovible de los intereses de su país. La no existencia de un régimen de consecuencias ha hecho tanto daño, que los dominicanos vivimos en un desierto en el cual reinan las alucinaciones y los simulacros, y escasean los valores. Y lo que necesitamos es que se materialicen los sueños que convierten un territorio en una patria. Uno de esos sueños capitales es la justicia.
¿Recuerda usted el Decreto 616-12? No Danilo Medina, sino el Presidente de la República lo produjo a raíz del escándalo del entonces Superintendente de Bancos, señor NG Cortiñas, y nadie más que el Jefe del Estado prohibía en ese Decreto los planes de pensiones complementarias en todas las instituciones públicas. Ése fue un acto de valentía y de decoro. Pero ése Decreto, señor Presidente, nadie lo ha respetado, y el irrespeto a su autoridad ha sido la base para tejer éste fraude. ¿Por qué todo el silencio de la Superintendencia de Bancos, ante lo ocurrido en el BNV? Simplemente porque tampoco ellos cumplieron con el ordenamiento establecido en el Decreto 616-12. Y esto lo afirma el subgerente de finanzas del BNV, señor Roberto Payano, justificando la repartición que hicieron en el BNV de los 180 millones del Plan complementario, armado luego de su Decreto 616-12.
¿Sabe usted, señor Presidente, lo que es un “préstamo flexible no reembolsable”? Es, sin rodeo, una donación. Lo que quiere decir que estos turpenes tomaron de los fondos del Banco 20.3 millones de pesos a título de donación, para completar los 180 millones 238 mil pesos que fueron distribuidos entre 61 empleados. Y esto, en un Banco que está sometido a un “plan de manejo de liquidez” por la misma Superintendencia de Bancos que permanece en el silencio, es enteramente irracional y abusivo. Cuando leo y releo estos papeles me pregunto si en la azarosa historia de esta nación hay una metafísica inconfesada que contamina todos los supuestos, porque fue usted, Señor Presidente, quien acuñó la consigna de “Hacer lo que nunca se ha hecho”, extrayéndolo de la más cruel experiencia de la historia nacional; y ha derrumbado todo optimismo, toda esperanza verdadera, arrojando a una discreta penumbra su compromiso de moralización. Aunque lo del BNV no encarna uno de los modelos de inconducta que usted amnistió en aquella frase de “no tirar piedras hacia atrás”, porque la colosal impostura de éste fraude está ante sus ojos.
Yo espero que no me dé la callada por respuesta. En estos tiempos en el que resuenan las quejas de los supliciados, sé que estamos a merced de una práctica del poder que ha perdido todos los frenos. Pero mi reclamo, a fin de cuentas, rescata la majestad del símbolo de poder que usted encarna. Fue sobre la base de mancillar la figura presidencial, haciendo caso omiso del Decreto 616-12, que se configuró ese plan ilegal destinado a repartirse los 180 millones de pesos en el BNV. Y sin ningún género de dudas, atañe tanto al país, como a usted en lo personal, restituir la justicia anhelada. Yo no condeno, únicamente le pido que anule la operación de repartición de los 180 millones de pesos, y abra una investigación. Es nuestro anhelo, pero debería ser su obligación como mandatario de todos.
¿En qué firmamento centellean las estrellas de un buen gobernante? ¿Se puede gobernar en el silencio?