Las elecciones de mayo de 2016 serán las menos democráticas del nuevo siglo por dos razones muy evidentes: primero, porque los tres partidos con la mayor cuota de poder estatal se han unido con el propósito de reelegir al Presidente de la República; y segundo porque ese mismo pacto a su vez ha impuesto la repostulación automática del 90 % de los actuales legisladores y alcaldes.
Como si todo eso fuera poco, los partidos Revolucionario Dominicano (PRD), de la Liberación Dominicana (PLD) y Reformista Social Cristiano (PRSC) han adoptado esa decisión sin ninguna consulta con sus militantes y mucho menos sin referencia a sus congresos internos ni a las políticas trazadas por sus Comités Centrales.
Se trata de un pacto de las elites partidarias que han secuestrado la democracia en sus partidos y la del país que ha quedado reducida al ¡Corroboro! ¿Alguien puede demostrar que no es así?
De paso han anulado en los hechos derechos constitucionales y políticos fundamentales como es el de elegir y ser elegido, los estatutos de esos partidos que establecen que son las bases, en elecciones primarias, quienes escogen a sus candidatos y son las convenciones, convocadas públicamente y con agenda pública –no oculta como se hizo en el PRD- las que proclaman las candidaturas.
Los partidos que tienen el 98 % de los legisladores, el 90 % de los fondos públicos asignados por ley, la casi totalidad de las alcaldías y el 100 % de la experiencia sobre fraudes y compra votos en todo el país, luchan con una ventaja abrumadora frente a los demás partidos que hasta hoy se comportan como “competidores pasivos”, no como tribunos populares capaces de acompañar al pueblo en la movilización cotidiana por agua en las tuberías de sus casas, electricidad en sus viviendas, negocios y en el alumbrado público, seguridad en las calles, plátanos a precios alcanzables, calles y carreteras asfaltadas, caminos en buen estado y justicia para los corruptos y sus protectores.
Pero como la unanimidad absoluta solo existe entre los que están muertos, cada día sale a la luz la resistencia dispersa de quienes no aceptan renunciar a sus derechos partidarios y constitucionales.
Esa dispersión de quienes resisten la imposición de la partidocracia da resultados tan disimiles como el reclamo insistente de Domingo Contreras, aspirante a alcalde del Distrito Nacional por el PLD, para que se celebren primarias para escoger al próximo candidato de la capital. Si fuera por propuestas programáticas, Contreras sería sin duda el candidato, pues ha publicado un lineamiento ajustado a las necesidades y posibilidades de superar el desorden descomunal que impera en la ciudad.
El diputado y distinguido artista Manuel Jiménez, quien aspira a alcalde por Santo Domingo Este, también reclama una primaria de las bases del PLD para intentar derrotar al actual alcalde Juan de los Santos. Su emplazamiento es claro: no está dispuesto a renunciar a sus aspiraciones políticas y si se lo impiden podría ir como candidato de otros partidos con los que ya ha iniciado conversaciones políticas.
Otro que ya materializó su acción de resistencia fue el diputado Víctor Sánchez, de Azua, quien dejó al PLD y pasó al Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Las renuncias masivas del PRD para pasar al PRM se registran en todo el país, con personalidades emblemáticas como Ulises Rodríguez, principal dirigente del PRD en Santiago; Carmen Leyda Scarfullery, ex candidata a senadora por Peravia que fue despojada para en la alianza PRD-PLD entregarla a Wilton Guerrero, entre otros.
Yo no calificaría de “tránsfugas” a estos dirigentes políticos por la sencilla razón de que lo que han hecho es un sacrificio al abandonar el buque del poder para abordar lanchas que solo le ofrecen esperanzas. Un tránsfuga es quien deja lo pequeño por lo grande; la oposición por el poder.
Tránsfugas son los partidos y los dirigentes que renuncian a su independencia para negociar cuotas de poder con el poder, hipotecando su historia, su presente y su futuro, a la vez que elaborándose ellos mismos un expediente que será sin duda condenatorio cuando en este país haya justicia y justicieros.
En resumen: Con los del poder concentrados y concertados para mantener privilegios y negocios, es difícil competir, y peor aun si quienes dicen ser la oposición se reducen a pericos que están aprendiendo a hablar y palabra a palabra los desafían, de palabra, sin acciones y sin dar acompañamiento popular a sus promesas.
Esa es la diferencia entre candidatos y dirigentes políticos auténticos y consagrados a luchar por sus ideas y por su pueblo.
Los opositores no entienden o no quieren entender lo que hay que hacer ahora y difícilmente lo entiendan o lo hagan en el futuro inmediato. Es una pena porque por ese camino, no tarde, nos vamos a desangrar en el país. Prometo, nueva vez, que aquí estaré aunque tenga 70 años, cumpliendo con mi deber, que en ningún caso será debajo de la cama y mucho menos en una embajada.