Como habíamos previsto, la muerte de Osama bin Laden traería muchos derivados, entre los que están las acciones de represalia de los seguidores del líder desaparecido, el júbilo de familiares y relacionados de las víctima de los atentados terroristas que generó, el aumento de la popularidad del presidente de Estados Unidos Barack Obana, entre los más notorios.

Pero ahora, también como era de esperar, los Estados Unidos y Pakistán están tomando el rumbo de un conflicto más profundo, con la demanda del Parlamento de Pakistán de un alto permanente a todos los ataques aéreos, mientras el representante estadounidense de más alto rango desde el asesinato de Osama bin Laden llega con una petición firme que el país tiene sólo unos meses para demostrar que está realmente comprometido con la erradicación de Al Qaeda y los grupos asociados.

Estados Unidos aumentó los ataques aéreos en  las áreas tribales de Pakistán durante los últimos diez días, tratando de sacar partido de la incertidumbre y el desorden en las filas de los militantes causados por la muerte de Bin Laden. Los últimos ataques aéreos del viernes fueron calificados por jefe de inteligencia de Pakistán, el teniente general Ahmed Shuja Pasha, según los medios de prensa, en una poco usual aparición ante el Parlamento de la nación como una "operación encubierta".

Seguidamente, el Parlamento aprobó una resolución que declara que los golpes aéreos con aviones no tripulados constituyen una violación de la soberanía equivalente al ataque secreto al recinto de Bin Laden en Abbottabad. Los legisladores advirtieron, además, que Pakistán podría cortar las líneas de suministro a las fuerzas estadounidenses en Afganistán si se realizan nuevos ataques.

Desde que se dio a conocer la muerte de Bin Laden, las sospechas de contubernio de altas esferas pakistaníes con el líder terrorista han estado a flor de piel

La prensa de EE.UU. destaca, por su parte, que la resolución no contiene condena alguna al grupo escindido de talibanes paquistaníes que mató a más de 80 cadetes paramilitares paquistaníes el viernes.

Desde que se dio a conocer la muerte de Bin Laden, las sospechas de contubernio de altas esferas pakistaníes con el líder terrorista han estado a flor de piel. No resulta fácil explicar su permanencia durante varios años en zonas civiles de Pakistán sin que fuera advertido por las autoridades.

Ante los nuevos acontecimientos, en el Capitolio, varios legisladores han abordado el problema.

"He tenido algunas conversaciones anteriormente sobre esto con Pakistán antes", dijo un senador "pero nunca en el contexto de que el terrorista número uno del mundo se encontrara a 35 millas de la capital, al lado del West Point de Pakistán, y con su descubrimiento se ve que estaba en pleno funcionamiento."

El Senador John Kerry, Demócrata por el estado de Massachusetts, presidente del Comité de Relaciones Internacionales, que ha sido el emisario a Pakistán en tiempos de crisis ha sido enviado a Islamabad. Llega con una lista de acciones a tomar, además de las ofertas de Washington para disminuir las tensiones.

Existe una profunda desconfianza que ambos gobiernos han tratado de disimular durante años. EE.UU. no advirtió a Pakistán sobre la redada a Bin Laden en territorio pakistaní, y las comunicaciones entre los militares estadounidenses en Afganistán y sus contrapartes de Pakistán estuvieron interrumpidas durante varios días, dijo un jefe militar norteamericano el viernes. Son indicios más que suficientes para demostrarlo, además de las más recientes acciones políticas y diplomáticas.

El ambiente está considerablemente enrarecido entre ambos gobiernos, lo cual compromete no solo la ayuda que recibe Pakistán de EE.UU. sino el programa diseñado para el fortalecimiento del Estado afgano y las operaciones contra el Talibán. Y esta puede resultar una de las secuelas más graves de la exitosa muerte de Osama bin Laden ejecutada por un comando especial del ejército de Estados Unidos.