Probablemente mañana domingo estaremos asistiendo al fin de una Era. Digo Era, en el peor sentido de la palabra.

No tenemos el tiempo para analizar a profundidad este fenómeno de gobierno que, espero, termine el domingo, pero les aseguro que es algo menos trivial y doloroso que un “se van” al estilo de “recojan que ganaron Las Águilas”.

El PLD  o la Era de este partido ha sido una farsa para los dominicanos. Un fraude colosal. “Servir al partido para servir al pueblo” se convirtió en una consigna vacía, que en el fondo ha sido: “Servir al partido para hacernos ricos los miembros de las altas cúpulas”.

Han instaurado una dictadura sin precedentes que, prácticamente, nadie vio venir. Dictadura?. Si, Dictadura de la de lo más oprobiosa, con unas características muy especiales.

La mayoría de las personas entiende una dictadura como una gran acumulación de poder en manos de una persona o partido.

Con este poder empiezan los abusos, crímenes, represiones, etcétera. Con el PLD no ha sido así. Su poder no es activo, es pasivo. Me explico. Ellos no han matado, no han reprimido de forma ostensible y a las claras.

Al contrario, su enorme poder radica en no hacer nada. No importan las pruebas, el monto exagerado del botín, el alcance del perjuicio para el país, lo comprometidos que estén sus funcionarios o legisladores, no pasará nada.

Ni el aparato judicial, ni la prensa, ni nada, se pondrá en movimiento. Ahí radica su enorme poder: Estrujarle a todos que ellos son capaces de cualquier cosa y que no pasará nada.

He visto a destacados miembros salir de la cárcel y al otro día lanzar su candidatura presidencial o poner a circular un libro de su autoría, como un intelectual respetable.

Todos hemos visto cómo han acumulado fortunas inimaginables, gentes que si se hubieran dedicado a una vida normal, a una profesión cualquiera, apenas conseguirían para su sustento.

Modernizaron el estado para recaudarar de manera despiadada y endeudaron al país hasta el tuétano, todo para construir un estado enorme y ganar elecciones.

Con ese dinero lo compraron todo. Con ese dinero lo pudrieron todo. Obligaron a los empresarios, que sabían que podían ser arruinados, a aceptar alianzas y competencias desleales.

Compraron conciencias, bocinas , sobrevaluaron, vendieron, robaron y, sobre todo, no quedó una sola institución que no dañaran para su beneficio.

Solo piensen en ese estercolero llamado Procuraduría General de la República .

En fin, los “pequeños burgueses” del profesor fueron un gran fraude. En su afán de acumular riquezas  se olvidaron de los jóvenes, de las bases de su partido y se volvieron inamovibles.

Ojalá y se vayan como proclama y baila el pueblo.

Pero todavía no conocemos las entrañas del monstruo. Cuando sepamos aunque sea una esquinita de la verdad, sentiremos vergüenza de haber tenido semejantes individuos de gobernantes.