Muchas veces (¡más de las que quisiéramos!) el error y la equivocación no son abordados adecuadamente ni en el hogar ni en el centro educativo. Se desconocen las causas de los mismos y nos limitamos a tratarlos como “problemas” y no como lo que son: ¡oportunidades de aprendizaje y desarrollo!

A menudo escuchamos a los padres y educadores decir: “Si lo vuelven a hacer mal, deberán repetirlo muchas veces hasta lograrlo” o “¡espero no se equivoquen!”, transmitiendo así un mensaje negativo hacia el error.

Se asume que los hijos o estudiantes no están interesados y por eso cometen tantos errores o que no saben cuando sí “deberían” saber. Sin embargo, las causas de los errores y equivocaciones pueden ser muchas, incluyendo distracciones o circunstancias que no necesariamente implican que el niño o joven no sabe o no lo sabe hacer bien. Investiguemos primero. ¡Nos puede pasar a todos!

En otros casos, los errores sí se comenten por falta de conocimiento o por no tener una habilidad desarrollada previamente. Repensemos nuestras expectativas y no juzguemos sin antes determinar sus conocimientos y experiencias previas. Muchos errores sí tienen una lógica o una explicación, pero hay que permitirle al niño o al joven pasar por su proceso e identificar las fallas sin sentirse amenazado o frustrado. Y en este proceso, lo orientamos.

Un error es el punto de partida para la mejora. Nadie aprende algo sin pasar por el proceso de ensayo y error y de práctica. Si pensamos en lo que sabemos y hacemos bien, nos damos cuenta que hemos llegado ahí con mucho esfuerzo, fracasando y arreglando, pero nunca alcanzando la perfección pues siempre estamos aprendiendo.

Veamos la diferencia entre enfocar el error como un problema y enfocar el error como oportunidad de aprendizaje:

Invito a padres y educadores a soltar un poco el estrés y a dejar de esperar resultados perfectos, a aprovechar cada una de las experiencias para crecer junto a nuestros hijos y estudiantes, de quienes podemos aprender mucho. Nos equivocaremos y ellos se equivocarán. Daremos el mejor ejemplo al levantarnos.

A partir de ahora, todos tenemos permiso para equivocarnos y así poder aprender del error.