En mi paso por la hoy CERTEVE traté a un japonés que había trabajado en un proyecto de cooperación de su gobierno con el ente radiotelevisivo nacional.
En el ambiente relajado de una cena, me confesó que parte de sus ingresos de entonces provenían de la importación de café dominicano, que vendía en Japón como si fuera colombiano, que es el famoso.
En estos días mi esposa Dilcia quedó gratamente sorprendida cuando en uno de esos canales televisivos que difunden por el cable programas de cocina internacional, denominaron “lingotes de oro” barras hechas con chocolate dominicano.
Hace 50 años Juan Bosch proponía que los dominicanos agregáramos valor a nuestros productos primarios, trayendo maestros en orfebrería a enseñarnos a convertir el oro dominicano en prendas.
También a capacitar criollos que con nuestro chocolate y azúcar fabricaran bombones y caramelos para exportar a los mercados internacionales, además de proveer la demanda local
Tales iniciativas no se emprendían, advertía Bosch, porque no contábamos con una clase dirigente, empezando por los gobernantes, capaz de desarrollar proyectos de esa magnitud.
Eso no sólo sigue igual sino que ha empeorado con el paso del tiempo, como muestra el hecho de que al cumplirse casi 20 años de que el PLD ejerce el poder, precisamente el partido de los herederos de Bosch, no hemos avanzado como debíamos en la inserción provechosa del país en nichos del comercio internacional.
A 15 años de que firmáramos el TLC con Centroamérica y Estados Unidos, una excelente oportunidad para expandir nuestra producción y exportaciones, el intercambio comercial resulta deficitario para nosotros.
Y andamos ahora pidiendo rectificaciones en apoyo a algunos sectores económicos criollos que con la entrada de productos norteamericanos desgravados, pueden quedar en situación de vulnerabilidad.
Se nos vende ahora como un nuevo El Dorado las relaciones con China, el monstruo económico con prioridades que no son las nuestras, advierten expertos.
La impresión que dejan los primeros datos que se conocen es que la relación con China soplará nuevos y mayores vientos que empujarán a la deriva a ese barco carbonero que es el insaciable endeudamiento del peledeísmo gobernante.
La realidad es que El Nuevo Camino que prometió el PLD ha sido un fracaso, devenido hoy en un modelo de gobierno agotado, sin capacidad de respuestas efectivas a las necesidades y carencias nacionales en todos los órdenes, como advierte Luis Abinader.
Un agotado modelo que sólo servió para que la cúpula morada acumule poder económico, mientras la base del pueblo, incluidos los peledeístas del medio y de abajo, malvive bajo mil apuros, carencias, necesidades y desesperanza.
El problema no se limita a si se rectifica el TLC o si establecemos relaciones con China u optimizamos nuestro comercio con Haití.
Lo que debemos es impulsar un modelo de cambio, que convierta en fortalezas nuestras debilidades económicas, un gobierno visionario y honesto, equilibrado en el gasto, prudente para endeudarse.
Que use el dinero que se cobra de impuestos no para el despilfarro sino para relanzar la marca RD como símbolo de una pequeña potencia económica, generadora de buenos empleos y otras riquezas sociales.