Se preguntarán quién es este Pedro. Es un desconocido para muchos, pero para miles de jóvenes y niños, para decenas de profesores del Colegio Serafín de Asís, así como para el Departamento de Inglés de APEC, no fue uno más.
El domingo pasado me llamó mi amiga Idalia, me dijo que me llamaba para darme una mala noticia, que Pedro había fallecido esa tarde en una clínica privada a causa del coronavirus, ella sabía el cariño que le tenía. Enseguida se puso a hablarme de muchísimas cosas, como para distraerme. Yo como que no pude asimilar la noticia, pero dormí muy mal.
El lunes bien temprano mi hijo menor me envió la nota que había mandado el colegio a la comunidad educativa. Tenía una fotografía de Pedro. Ahí fue que reaccioné. Desde ese momento mi corazón se contrajo, lloré y pasé todo el día sumida en la tristeza.
Cuando le comuniqué la noticia a mi hijo mayor, quedó impactado, no lo podía creer. Fue tan triste para él, como para mí.
Por décadas, Pedro fue el coordinador de Inglés del Colegio. No era raro verlo caminar por el pasillo que comunicaba el pabellón de primaria con el de secundaria. Siempre caminaba serio, pero bastaba encontrarse con alguien, fuera profesora, alumno o personal de servicio, para que sonriera.
Hicimos una gran amistad de por años, a pesar de la diferencia marcada de edad, porque podía ser mi hijo. No era extraño en su tiempo libre encontrarlo conversando conmigo sobre literatura, noticias, cine, hasta de recetas de cocina. Él me decía de lo que había comido el día anterior, valoraba muchísimo el arte culinario de su esposa, decía que era la mejor chef y ante cualquier plato que se lo encontrara exquisito, me traía la receta al otro día.
Siempre que necesité alguna traducción, con mucho gusto lo hizo. Nunca me puso un pero para cualquier favor que le solicitara.
Pedro fue para mí como un bálsamo en esos momentos en que se está triste o se necesita hablar con alguien.
Cuando me fui a vivir a Chile, siempre me escribía. Manteníamos muy buena comunicación.
Después que me retiré del colegio, solía ir a visitar a todos los que fueron mis compañeros y compañeras de trabajo. La última vez que fui, no estaba él allí, pero le dejé una nota en su escritorio debajo del cristal.
Yo no tengo Facebook, pero mi hijo en el suyo lo buscó y me produjo mucha satisfacción cuando vi comentarios de hace años, de muchísimas maestras, que incluso ya no estaban en el colegio, demostrándole mucho cariño.
Los maestros de Inglés en el colegio se integran de tal forma que no parece que vienen de otra institución. Con todo el profesorado se llevan muy bien. Creo que todos y todas los que tratamos a Pedro, hoy lloramos su partida.
Al otro día de su muerte llamé a Idalia y me dijo que ella había amanecido en claro, que no había podido dormir y que se encontraba muy triste.
Esta noticia no la he podido asimilar. Espero que todos recordemos a Pedro de Jesús Pérez, como una persona muy amable, bonachón y con una sonrisa para cada uno cuando lo encontrábamos.
He querido anexar unos fragmentos de tres correos que él me escribió mientras me encontraba viviendo en Chile:
“De todos modos, extraño nuestras conversaciones y mini tertulias en la biblioteca, que dicho sea de paso ya no me acuerdo de donde está, pues no he vuelto a entrar allí desde que usted se fue. Espero oir de usted pronto”.
Cariños, Pedro.
“De igual manera yo agradezco el haberle conocido a usted, ya que a través de usted me volvió a nacer ese interés de investigar y estar al día en lo referente a informaciones relacionadas con nuestro quehacer educativo. De verdad, gracias por ser mi amiga aunque ahora sea a distancia”.
“Vaya qué sorpresa. Le comentaba a Mari Yolanda, un día antes, que yo le había escrito a usted y que aún no me respondía. Qué bueno saber de usted. Todos aquí le mandamos besos y abrazos.
Le pregunté a Mari Yolanda sobre su comentario, pero no me dijo nada. Me pidió, sin embargo, su e-mail, el cual le facilité. Ella le extraña mucho.
Sobre Baldallaque, le digo que ella se sorprendió mucho cuando hoy le pregunté sobre los libros, pues me dijo que le ha mandado dar las gracias con todas las personas que le dicen a ella que le van a escribir a usted”.
Qué Dios lo tenga a su lado, pues lo merece.