Que dura y cruel nos parece la vida, cuando pensamos y actuamos como seres humanos, pero que diferente es, cuando actuamos como cristianos.
El pasado sábado, a las 5 de la madrugada, recibí una de las llamadas que más me han impactado hasta este momento en mi vida, y solo pude escuchar de los labios de mi esposa, “ya se nos fue Jean”.
Desde que nació, al 4to. día, nos vimos precisados a trasladarlo de urgencia en un avión ambulancia a un hospital en los Estados Unidos, donde permaneció interno por un espacio de tres meses, sin contar con ningún seguro médico nacional ni internacional en ese entonces, pero lo material no importaba, si no salvarle la vida y saber cuál era la causa del coma que presentaba y en todo momento estuvimos como familia juntos, para afrontar la situación.
Jean, hijo de mi hermana mayor Mary Cota Lama, con la ayuda de Dios, logró superar su estado crítico y retornar al país, sano y salvo, aunque con sus reservas, ya que en Estados Unidos asumieron su caso para investigación, porque en el año 1993 en que nació, prácticamente eran desconocidos casos de deficiencia de la encima OTC.
Desde ese entonces, Jean que es uno de los dos únicos sobrinos que teníamos en la familia, porque es muy corta, se convirtió en el eje central de nuestra familia y de muchas familias más que aunque no sean carnal, han sido más que eso, pues lo consideraron como un miembro más de las mismas, un hijo postizo, y ellas saben a quienes me refiero, a las que durante décadas se han entregado en cuerpo y alma a brindarle el respaldo solidario, moral y hasta económico en algunas ocasiones, a mi querida hermana Mary, prefiero no mencionarlas porque con mi mente atormentada y dolorosa, podría incurrir en un desliz y dejar de mencionar algunas de esas familias, pero a todos y todas las que le sirva el sombrero que se lo pongan en sus respectivas cabezas en honor a Jean Antonio.
La vida se nutre de realidades, y no somos quienes para cuestionar lo dispuesto por nuestro Señor Jesucristo, estamos pasando por momentos muy difíciles y dolorosos en nuestras vidas, pero Dios nos dará la fortaleza para seguir adelante, dando muestra de que esto es tan solo un proceso de reforzamiento y un nuevo impulso, para afrontar otras pruebas que de seguro nuestro Dios nos impondrá en devenir de nuestras vidas. Dios nos da la vida y no la quita cuando entiende que nos necesita a su lado, esa es la realidad de la vida, para lo que hemos sido formados bajo el pensamiento cristiano, no como simples seres humanos.
Jean Antonio, debes sentirte orgulloso de esa gran madre que te alumbró, pues allá en la vida eterna donde te encuentras con papa Dios, Oma y otras personas con las cuales compartiste en la vida terrenal, estarás recordando que lo dio todo por ti, por tu salud y bienestar, que te inculcó los principios y valores que nos inculcaron tus abuelos, nuestros padres, que a pesar de que la sofocabas muchas veces de lo tan servicial que eras para ayudarle en los que haceres de su trabajo de Catering para recepciones, bodas, cumpleaños o cualquiera de las actividades en la que se desenvuelve modestamente para llevar una vida decente, humilde, sencilla, sin ambiciones desmedidas, ni vanidad, pero con mucha valentía y gallardía como una guerrera que es, dio el todo por el todo hasta el último respiro de tu vida.
No pretende idolatrar a mi sobrino Jean Antonio Hagen Cota, porque nunca he sido una persona que utiliza la lisonja, pero en honor a la verdad, todos los que tuvieron la oportunidad de compartir con él, pueden dar testimonio y fe, de que fue un joven cariñoso, respetuoso, honesto y con una gran vocación de servicio y Dios que lo ve todo y es el dador de todo, lo sabe.
En nombre de las familias Hagen Cota, Cota Lama y Hagen Calonne, quiero expresarle nuestro profundo y eterno agradecimiento por todas las oraciones y la gran solidaridad y apoyo que nos han brindado durante todos estos momentos de angustia y dolor que la vida nos depara.
A mis familiares, amigos, funcionarios del gobierno y allegados, les manifiesto que no tengo palabras para agradecerles tanta muestra de solidaridad y apoyo a través de llamadas telefónicas, las redes sociales y los diversos sistemas de mensajerías.
En nombre de mis padres Antonio Cota Fernández, mi Madre, Ramona Lama de Cota, mis hermanas Mary Cota Lama, Judith Cota Lama, mi esposa Rocina de Cota, mis hijos Carla María Cota Acosta, Carlos Antonio Cota Acosta, Nelson Aníbal Trinidad Estrella, nuestro nietecito de apenas 7 meses Guillermo Antonio, Roky, chata y Cora, les reiteramos las gracias del Alma y del Corazón.
Mary hermana adorada, Diego Andrés, mi único sobrino que tengo ahora, sepan que jamás estarán solos y pese a todas las adversidades que la vida nos presenta, batallaré para mientras viva, no les falta absolutamente nada, ni siquiera la paz espiritual que a diario le pido a Dios les dé al igual que a toda nuestra familia. Jean Antonio, a ti no te digo adiós, sino hasta pronto, porque más tarde que temprano, cuando Dios así lo disponga, seguirás reencontrándote con todos y cada uno de los seres queridos que te amamos y que jamás te olvidaremos.