A pesar de que como Director de Radio Comercial en los 12 años de Joaquín Balaguer se comportó con un conservadurismo extremo y no gustaba de los “revolucionarios” del periodismo, nunca tuvo reacciones destempladas contra quienes nos excedíamos en el ejercicio periodístico en Notiempo, de Radio Comercial.

Era humilde, de firmeza controlada, un caballero de tomo y lomo al que mirábamos desde varios peldaños por debajo porque era toda una figura de la locución, dueño de una voz atiplada bien modulada que le imprimía un sello particular a la lectura de las noticias junto con Reinaldo Balcácer, Darío Aracena y Jhonny Díaz.

Lo recuerdo sudoroso, creyéndose que su mundo se le acababa, cuando el Presidente Balaguer lo sometió a la justicia en 1967 en su calidad de director de Radio Comercial por difamación e injuria junto a Eulalio Almonte Rubiera, director de Notitiempo, y Nelson Sánchez, Jefe de Redacción, porque el noticiero había difundido una Nota de Prensa de un sindicato denunciando que su hermana Laíta Balaguer tenía camiones contratados en el Ayuntamiento del Distrito Nacional.

Con su cara desencajada asistió a las maratónicas audiencias hasta que el perínclito Balaguer ordenó que a él y a los demás los declararan culpables y condenaran al pago de una indemnización de “un peso”.

Volvió a recuperar su media sonrisa habitual, a contar anécdotas de su ejercicio profesional y a enseñarnos con aire de satisfacción el exterior e interior de su Toyota nuevo acabado de comprar. Y lo usaría durante 20 años, cónsono con su espíritu congelador del pasado.

El maestro Juan Nova Ramírez y yo nos reencontramos en los años 80 en la Escuela Nacional de Locución, dirigida entonces por su fundador Otto Rivera y donde él era el decano de profesores. A la muerte de aquel lo designaron Director.

-“Muchachito”, “Muchachito”- me decía como queriendo decirme “Tú si jodías”, “Tú si jodias”- cuando nos encontrábamos antes y luego de yo impartir un curso sobre La Técnica de la Entrevista.

Sus cátedras eran concurridas. Se explayaba en las prácticas sobre las técnicas del uso del micrófono, el buen decir y modulación de la voz, etc. Ejercía como pregonaba  que se debía de ejercer la locución. Cumplidor, disciplinado, de dicción perfecta…

Ah, y nunca le oí hablar mal de nadie, y tenía el defecto de no decir ni un “coñito” a pesar de que se había criado con los tígueres de Villa Francisca.

Que descanse en paz don Juan Nova Ramírez, de la estirpe de Las Bellas Personas, ido a sus 75 años el 5 de mayo de este 2015.