1.- Luis Armando Bircann Rojas y yo nos conocimos en los primeros años de la década del sesenta del siglo pasado, cuando ambos, en horas de la tarde, nos encontrábamos en el Parque Duarte, en Santiago, compartiendo con nuestras respectivas novias Margot y Carmen.
2.- Luego, ya graduado de doctor en derecho, entré en el año 1969 a formar parte del Bufete Orlando Cruz Franco, para esa época integrado por los doctores Salvador Jorge Blanco, José Augusto Vega Imbert, Manuel Vega Pimentel y Luis Bircann. En el local de la oficina compartíamos un cubículo Luis y yo por lo que todos los días laborables permanecíamos juntos, por lo menos, ocho horas.
3.- Estar juntos durante varios años me permitió conocer a Luis como un gran ser humano, valorarlo en su integridad, ética y moral, así como su gran capacidad profesional, laboriosidad y honestidad a toda prueba.
4.- De Luis siempre he tenido la más alta opinión como ciudadano modelo, el profesional excelente, el padre consagrado a su familia, el esposo entregado a su compañera y, además, sin ser un político militante, en 1965 cuando la patria le reclamó su identificación, sin reservas se puso al lado de ella.
5.- El doctor Bircann demostró su inteligencia, ser brillante jurista, cuando en el Segundo Congreso de Abogados de la República Dominicana, efectuado en Santiago, alcanzó los más altos honores y mayor cantidad de premios por sus trabajos de gran valor jurídico y doctrinal en las materias de derecho procesal civil, penal y laboral.
6.- Los profesionales del derecho de nuestro país deben recordar al doctor Luis Bircann como símbolo en el accionar apegado a la decencia. Él fue la identificación de la integridad en la cátedra universitaria, el prototipo del abogado dando la consulta, o la pureza en los estrados con la toga y el birrete defendiendo con genialidad y elegancia.
7.- El Duro Bircann, como siempre le llamé de cariño, se nos ha ido, pero de él conservamos el recuerdo del ser humano que siempre debemos tener presente con las virtudes que adornaron a su persona.