I.- Por qué mi cambio de opinión
1.- Para una persona cambiar la opinión que se había formado con relación a la conducta de una comunidad humana, algo de trascendencia debe haberse producido en esa colectividad para invertir el juicio que sobre ella tenía en uno u otro sentido.
2.- Confieso que en mi se ha operado una transmutación del elevado criterio que mantenía del dominicano y la dominicana como ser humano sensible, humanista y sumamente solidario. Hoy tengo la percepción de que en un amplio segmento de mis paisanos se ha producido, en sentido negativo, una conversión expresada de sensible a insensible, solidario a individualista, cálido a frío, cariñoso a falta de amor, de compasivo a sin conciencia.
3.- Anteriormente veía en los dominicanos y dominicanas seres humanos de buena conducta, de reciedumbre ética y moral, firmeza en sus convicciones políticas e ideológicas, total abnegación, altamente generosos, libres de la codicia y ausentes de egoísmo. No abjuraban a sus principios, liberados mentalmente de la trampa, no inclinados al engaño.
4.- En las relaciones que se suponen fraternas están ausentes en amplias capas sociales la bondad, y la cordialidad, siendo sustituidas por la perversidad y la maldad. El amigo bonachón y amable desapareció, siendo sustituido por el malicioso, taimado y bellaco.
5.- En nuestro medio están abundando personas agrias, ásperas y bruscas, mientras desaparece la cariñosa, tranquila, amena y sosegada. El ambiente es ideal para que se desarrolle el destemplado y huraño, no así el tranquilo y satisfecho.
6.- Lo que hoy estoy viendo es a muchos sujetos despojados de las cualidades que caracterizan al afectuoso y amoroso. Ahora se destaca el áspero, odioso y lleno de hostilidad; la animosidad, la ojeriza se está imponiendo al apego, los rencores a la estima, el lance a la concordia, y el pleito a la avenencia.
7.- No resulta fácil compartir con la mujer o el hombre bueno, sencillo, puro y virtuoso. Está presente entre nosotros el bellaco, zorro, desconfiado maulero, el hipócrita. Se destaca como símbolo de la sociedad el pecaminoso, procaz y malo.
8.- No es común encontrar individuos que demuestren ser nobles, respetables, decorosos y honestos. Lo que está de por medio es el servil, adulador, lisonjero, chupón, cobista y marrullero. Se encuentra en extinción la persona que rechaza la mediocridad, pero se destaca el vulgar, ruin y sinvergüenza.
9.- La buena conducta se ha reducido a la nada; sobresale el chismoso y blasfemo. Es bien visto aquel que no sabe reconocer méritos, enaltecer al valioso, encomiar a los meritorios y honrar a los dignos. El espacio se ajusta al proceder de los renegados, no para los que saben apreciar.
10.- En la conversación se está utilizando como normal las conjeturas, suposiciones y deducciones, para que no prevalezca la certeza y la seguridad; se recurre, por lo regular, a la elucubración para que la seguridad no esté de por medio. De ahí que es muy tomado en cuenta el cabildeo, para no dar la cara; se utiliza el asomo para no caer en la certidumbre.
11.- El simulador, hipócrita y falso, se está imponiendo sobre el sincero y franco; se habla de los meritos del simulador, para no tomar en cuenta al franco y veraz. La doblez en la persona se destaca como virtud, para reducir al que predica la veracidad.
12.- Como persona a imitar se presenta al que abandona los principios éticos y morales, para abrazar la inmoralidad; al que es fácil de someter se alaba, pero no al que exige respeto a su persona. Se pone de ejemplo al sumiso que se deja humillar, no así al que se resiste a dejarse mofar, chungarse, ridiculizarse.
13.- Como ciudadano modelo es exhibido el arrogante, ostentoso y jactancioso, no al rescatado, honesto y templado. Estamos viviendo en la sociedad del indecente y engreído; se considera un anticuado y fuera de tiempo, al púdico, sobrio y humilde, para ensalzar al descomedido, vanidoso y petulante. El ambiente es propicio para el hinchado de insolencia, el engreído, el superhombre.
II.- La sociedad dominicana degradada daña al ser humano. Se hace difícil encontrar seres humanos virtuosos, pudorosos, honestos y humildes.
14.- La degradación de la sociedad dominicana está demostrando que el mezquino es el que sirve, y el justo nada vale; la escoria es valorada positivamente, mientras el ser humano lleno de nobleza es desestimado; la porquería social goza de gran estima, pero quien demuestra esplendidez es tratado como un canalla.
15.- Aquí se procura hacer sentir triste, aburrido, al que genera alegría y transmite felicidad. Se le hace la vida amarga, por medio de la censura hiriente y solapada, al que motiva a los demás para que sean graciosos y de espíritu festivo. Por medio del fastidio se lleva al ánimo del ser humano bueno, el hastío para que no viva en paz.
16.- La camaradería, la bonita relación de amistad basada en la sinceridad, se ha perdido porque lo que está dominando es el fingimiento, la vileza y el embuste. La relación limpia se ha contaminado por la truchimanerías, la malicia y el cotilleo. El zorro, el travieso y pecaminoso ha desplazado al amigo, a la amiga buena, pura y virtuosa.
17.- En personas que se suponían formadas en el amor y el aprecio sincero se ha hecho notoria la malevolencia, la infamia y la improbidad. El abominable, el malévolo ha penetrado ampliamente el medio social dominicano, sentando reales en corazones que se suponía no llegarían acoger la conducta del burlador, crapuloso y siniestro.
18.- De un momento a otro nos damos cuenta que estamos compartiendo con grupos humanos que generan mal sabor en su conversación, porque su lenguaje es grosero, inelegante, perjudicial y absolutamente dañoso. Con sus exposiciones buscan crear en sus contertulios inquietud, angustia, mortificación y nerviosismo. Abundan los murmuradores y pérfidos de ocasión.
19.- Los malos presagios que salen de las gargantas de los portadores de la irritabilidad, el encono y la insociabilidad nos están asfixiando. La inquietud que congoja y nos hace la vida una pesadilla, con fuerza golpea a cada momento nuestra conciencia. Se están multiplicando los que viven para crear malestar y no salud, disgustos y no paz, tormento y no satisfacción.
20.- Rápidamente se ha hecho sentir en la sociedad dominicana aquel que con su forma de proceder impertinente y muy fastidioso, ha quitado el espacio a la persona agradable y de grata presencia. El inoportuno y empalagoso, por ser un cachazudo agotador, con su presencia empaña el ambiente, lo hace pesado, sumamente enojoso.
21.- Nos estamos moviendo en un pantano social, fundamentado en la depravación, lo descarriado, desenfrenado y licencioso. El actual ordenamiento económico y político es el adecuado para el pervertido, descarriado, el corruptor y el corrupto.
III.- Reflexiones
a.- La educación en el hogar y en los centros escolares ha de estar orientada para que las niñas y niños sean, en el futuro, amistosos, sinceros, amorosos y solidarios; y el convencimiento de que serán hombres y mujeres con una voluntad inclinada a ser agradables, gratos y entretenidos, y jamás aburridos, amargados y perturbados sociales. En ellos no ha de tener espacio el desabrido e intrigante.
b.- Queremos, necesitamos y merecemos niñas y niños educados en el amor a los demás, en la solidaridad, para querer a su país; adorar a sus héroes y mártires; corresponder con cariño y respeto a sus conciudadanos; que deben entregarse por entero a las causas justas de la humanidad; llevar a su conciencia la idea de que no deben odiar, aborrecer ni detestar a nadie bajo ningún concepto, porque apenar a otro, desconsolarlo, reduce a los demás.
c.- La niñez de nuestro país debe ser educada para que permanezca contenta, alegre y llena de felicidad, porque sólo así podemos levantar mujeres y hombres gozosos, risueños y regocijados. No debemos estimular a que los niños y niñas del futuro se levanten inconformes, apenados, desdichados y con desagrado; hay que hacerles ver a nuestros descendientes que no pueden dejarse dominar por el desanimo, desdicha y pesares.
d.- Preocuparnos por formar niños y niñas que crean y practiquen bondad, dulzura y altruismo. La maldad y la perversidad hay que eliminarla por completo de la niñez del país. Debe ser una meta a cumplir por los padres y los maestros levantar seres humanos sensibles, que exhiban comportamiento de clara mansedumbre.
e.- Necesitamos construir un ambiente nuevo para un ser humano nuevo, que sea educado como sencillo, comedido, amoroso, solidario, honesto, comunicativo, sereno, abnegado, confiable y leal; que no tenga nada de vanidoso, insolencia, maligno, corrupción, puntilloso, individualista, pesimista, arrogante y pesaroso. La parte humana de la persona se ve con claridad cuando está formada para la alegría y el gozo; no para la tristeza, el desconsuelo y la nostalgia.
f.- Hay que contener, parar por completo todo lo que haga a dominicanos y dominicanas personas contaminadas por los vicios sociales que hoy nos degradan. Lo que estamos viviendo ahora con el comportamiento de amplios grupos sociales constituye una desvergüenza, un oprobio que debemos refrenar y vencer por completo, para no seguir presentándonos como una cuadrilla de desvergonzados, irresponsables, insolentes y propicios para la procacidad.
g.- La sociedad que debemos aspirar crear debe estar libre de aberraciones, extravagancias e insolencias. El descarado, obsceno, y desfachatado no debe seguir siendo el modelo de las personas a que aspiramos. El comedimiento en el hombre o mujer del futuro debe ser su norte; no así la impudicia, el descoco, caradura y extralimitado.
h.- Continuar formando personas como las descalificadas de ahora, constituye algo infecundo, siniestro, lóbrego y penoso. Más personas aquí como muchas de las que tenemos, es algo infeliz, miserable y aciago; pura y simplemente, deplorable. El ser humano a que aspiramos ha de ser favorable a la sociedad, agraciado para el bien común y conveniente para el futuro; que motive alegría para el porvenir bonito que merecemos disfrutar como país civilizado.
i.- En nuestro país no debemos seguir compartiendo con rufianes, cabrones, granujas y canallas despreciables, expresiones de un sistema que genera hambre, miseria, desempleo, analfabetismo e insalubridad; así como ausencia de techo, inseguridad personal y de bienes, corrupción generalizada, desigualdad, institucionalidad infuncional, desprecio al ser humano y abandono a defender la soberanía nacional.
j.- Sin caer en posiciones de sensiblerías, sentimentalismo ni nada que se parezca, hay que hacer un trabajo serio para en el porvenir tener en nuestro medio social un ser humano distinto al actual; libre de mezquindades, falto de dignidad, vergüenza y decoro. En caso de seguir como hasta ahora, estamos expuestos a continuar tratando con personas despojadas, en su generalidad, de amor a los demás, sin sensibilidad, desvergonzadas, indiferentes, arrodilladas ante las porquerías sociales, esclavas del dinero, hundidas en la más profunda degradación, descarnada abyección y burlado de deshonor.
k.- Merecemos vivir en un medio social en el cual sobresalga el ser humano solidario, honrado, sincero, transparente, digno e integro; para que nunca más renazca el individualista, pícaro, granuja, cínico, desaprensivo, corrupto y oportunista. Debemos liberarnos de la persona con mentalidad podrida, intoxicada de taras sociales, de conducta obscena, y proceder indecoroso.
Santiago de los Caballeros,
5 de abril de 2016.