Mientras se despeja el tema de la reelección, se mantiene en penumbra la suerte que correrán las leyes orgánicas del Consejo Nacional de la Magistratura y del Tribunal Constitucional, que constituyen elementos que ayudarían a escoger jueces independientes para el Tribunal Constitucional, la Suprema Corte de Justicia y el Tribunal Superior Electoral.

Corrió el rumor, garantizado en secreto por algunas personas, de que conjuntamente con el tema de la reelección, el presidente Fernández también despejaría las interrogantes con respecto a las leyes orgánicas, reconociendo que para su aprobación se requeriría las dos terceras partes de los presentes en  cada Cámara, mayoría calificada que no posee.

Sin embargo, el tiempo ha transcurrido sin anuncios en el sentido señalado y,  por el contrario, algunos diputados peledeistas han indicado que se esperara la decisión de la Suprema Corte de Justicia sobre los recursos sometidos a su consideración sobre el tema.

Tengo la seguridad de que la Suprema Corte de Justicia actual jamás dictará una sentencia indicando que las observaciones presidenciales a las leyes orgánicas pueden aprobarse con mayoría absoluta. No los creo capaces de echar al zafacón todos estos años de encabezar una reforma judicial que, con sus altas y sus bajas, exhibe un balance positivo.

Si creo que debido a las presiones pudiera ocurrir otro Sun Land en el sentido de producir una decisión que declare inadmisible por falta de calidad los recursos sometidos, lo que no dejaría de ser un grave baldón para las carreras de estos magistrados supremos. Una decisión de esta naturaleza no le serviría a aquellos que aún se empeñan en imponer las leyes orgánicas con mayoría absoluta, pues tales leyes serían inconstitucionales y las decisiones que se tomen a través de sus procedimientos estarían viciadas de nulidad, lo que sumiría al país en una grave crisis institucional.

La aprobación de las leyes orgánicas por las mayorías constitucionales correspondientes no garantiza que habrá una selección idónea de los miembros de las altas cortes, pero es un primer paso indispensable para seguir luchando para alcanzar ese objetivo.

De no lograrse este primer paso, podría no valer la pena seguir esforzándose en lograr jueces independientes cuando los encargados de designarlos no están dispuestos a seguir las reglas de la democracia, que comienza con el respeto a la Constitución.