-Necesito verte ahora mismo- me dijo Avelino.
No se trata de Avelino Muñoz, aquel panameño del “órgano que habla” de los años 50…¿lo recuerdas? Si lo recuerdas eres viejo, pero viejo de verdad.
Se trata de Avelino Rodríguez, un viejo amigo de Cárdenas, de la provincia cubana de Matanzas, de donde es también mi amigo el Dr. Marcos Antonio Ramos (Ingenio Colón) y mi primo lejano, el Dr. Virgilio Beato (de la ciudad de Matanzas).
-Espérame mañana, a las nueve de la mañana- le dije, porque ya era la media noche y él vivía en Miami Beach, bien lejos de donde yo residía.
Al otro día, un miércoles del mes de octubre, llegué a su casa precipitadamente, a las nueve de la mañana en punto. Recuerdo que, al llegar frente al hospital “Monte Sinaí” en la I-95, por poco me borra del mapa una ambulancia.
-¡Avelino se ahorcó anoche en el garaje!-sollozó su esposa, Gladys, al abrir la puerta de entrada de su residencia.
-Llevaba varias noches que no dormía y escondió las píldoras que le recetaste (Zoloft 50 mg.) en la cocina.- La mujer estaba desesperada y a mí me entró un calambre de conciencia que me hizo enmudecer en el acto.
De esto hace ya varios años, pero para mí es como si fuera hoy mismo, pues cada 40 segundos alguien se quita la vida, de acuerdo con la Agencia Sanitaria de las Naciones Unidas.
Es decir, que para cuando hayas terminado de leer este artículo, cuatro seres humanos se habrán suicidado (casi un millón por año). Una verdadera epidemia mundial que indica que algo anda muy mal en este planeta.
Los suicidios son un problema de salud pública que se mantiene oculto, a pesar de que mueren muchas más personas por suicidio que por homicidio o desastres naturales, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Cerca de 500.00 personas mueren al año por homicidio, bastante menos que por suicidio y, aunque parezca mentira, es en los países en vía de desarrollo (no necesariamente en los países desarrollados) donde el 75% de los suicidios se llevan a cabo año tras año. Por lo menos, así ha declarado el Dr. Scheckar Saxena, director del Departamento de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud.
A esto hay que añadir que muchos suicidios no son reportados y que el número real sobrepasa nuestra imaginación. Por eso, parte del protocolo preventivo es el tener en cuenta que, cuando una persona menciona la posibilidad del suicidio, hay que intervenir en el acto. Es como cuando uno se entera de la posibilidad de que existe abuso infantil o abuso de género. Todo el que tiene que ver con el entorno inmediato de esa persona (la escuela, la iglesia, las enfermeras, los médicos, los amigos) tienen que movilizarse y actuar de manera pro-activa. En el caso del suicidio, el protocolo preventivo es mucho más estricto, aunque los medios de comunicación se mantengan distantes.
Existen casos absurdos, sobre todo cuando se trata de culturas o subculturas donde el buscar ayuda psicológica es señal de debilidad o de “locura”, que obstaculizan una efectiva estrategia preventiva.
En el caso del alcohol o de droga-adicción, tanto de índole narcótico como iatrogénico (causada por los efectos secundarios de los medicamentos) la intervención inmediata es impostergable. Este fue el caso de Robin Williams y de la cantante Whitney Houston, la cual falleció a causa de ambas adicciones.
Avelino me mencionó en una ocasión, de forma jocosa, la posibilidad de quitarse la vida (su padre lo hizo cuando él era un adolescente en Cárdenas). Ya ahí había un precedente y lo referí inmediatamente a un centro de salud mental, alertando a la familia para que lo mantuvieran bajo constante observación. Eso no fue suficiente.
Últimamente se ha desatado una especie de epidemia de “suicidios” entre banqueros que desaparecen de repente sin dejar ningún rastro. Lo mismo está sucediendo con médicos naturistas que han estado investigando por su cuenta sobre la cura del cáncer o de una enfermedad crónica, como la artritis o el Alzheimer. Todos estos médicos eran legalmente titulados y con licencia médica válida en sus respectivas especialidades.
En el mes de julio de este año se “suicidaron” 14 médicos del estado de la Florida y los medios noticiosos apenas se han hecho eco de la tragedia. El último fue mi amigo, el Dr. Jeff Bradstreet M.D., al que encontraron flotando en un río en el estado de Georgia, con un balazo en el cuadrante superior derecho.
Jeff Bradstreet estaba investigando la conexión entre el autismo y las vacunas infantiles y, en una ocasión, una agencia federal de Washington, D.C. intervino sus oficinas sin poder hallar prueba alguna que lo implicara. (Healthnutnews.com).
Otro dato alarmante es el alto índice de suicidios entre los soldados estadounidenses que han estado en Irak o en Afganistán. Cada día se suicidan 22 veteranos (¡8,000 por año!) en circunstancias que dan mucho qué pensar, de acuerdo con el Departamento Americano de Veteranos, que añade que “cada 80 minutos se suicida un ex-combatiente”.
Esta “epidemia” de suicidios entre los veteranos de guerra ha hecho que el Congreso aprobara una ley sobre la atención y prevención de suicidios entre los veteranos, que lleva el nombre de “Clay Hunt”, un veterano que se suicidó después de haber servido dos veces seguidas en ambos frentes (Irak y Afganistán).
El senador John McCain de Arizona, ex prisionero de guerra de Vietnam, recordó que, de acuerdo a un estudio publicado en “Annals of Epidemiology” (Anales de Epidemiología) el índice de suicidios entre los veteranos de Irak y Afganistán es 50% más alto que el del resto de la población estadounidense.
Otro dato importante es el hecho que 8,000 veteranos forman parte del alto contingente de desamparados (homeless) que hoy día viven a la intemperie en las calles estadounidenses (Labor Department Statistics).
El desempleo entre los veteranos es rampante (900,000 desempleados, de los cuales 35,000 son hispanos). El estrés post-traumático (PTSD) entre ellos está haciendo estragos, de acuerdo con la Dra. Jan Kempt, la directora del Departamento de Salud Mental para la Prevención de Suicidios (DMHSP).
“El desastre ya está instalado en nuestra sociedad” ha dicho la madre de Clay Hunt, cuando rehusaron darle a su hijo un certificado de “discapacidad”. “Mi hijo se vio sin salida y se cansó de vivir, suicidándose”.
Vivimos en un mundo donde no parece que existan muchas salidas viables para muchos de nuestros ciudadanos, sobre todo si han sido militares. Por eso se cansan de vivir y los medios de comunicación no hacen nada.