Igual que como Diógenes Laercio vociferara en una plaza “busco a Dios o “busco a un hombre” yo hoy busco personas.

Mi interés surge a raíz de rememorar una vivencia de mi infancia. Recuerdo que regresando de la escuela junto a una amiga un señor se acercó a nosotros y la saludó con semejante abrazo que ella misma quedó consternada. A seguidas le preguntó ¿Tú eres la hija de fulano? Ella respondió que sí y él le dijo con mucho entusiasmo “salúdame a tu papá, él y yo somo muy peisona”.

Es importante señalar que en nuestros campos se hablaba de que eran muy personas cuando se tenía una relación de amistad cercana casi rayando en la hermandad. Por lo general quienes eran muy peisona terminaban siendo compadres un sacramento que tenía olores de divinidad pues el compadrazgo era respetado de tal manera que cualquier irrespeto a un compadre o una comadre era pasible del más alto reproche social.

Después el señor pasó a decir por qué eran muy “peisona” para conservar la expresión tal como la prinunció. “tu papá es hombre serio, honesto, a quien le pesa el ruedo de los pantalones”. “Ese hombre es mi heimano de muchos años” y refiriéndose a mi amiga le dijo “ustedes no pueden ser malos, porque su papá es un ejemplo”.

Fíjense en las razones que sustentaban la amistad de aquel señor con el padre del mi amiga. Y no solamente eran estas razones, sino una admiración cuasi divina por aquel hombre expresada con absoluta sinceridad y alegría. Es por esto que me he atrevido a lanzar la campaña de que busco personas o peisona como dijera el señor.

La honestidad hoy en día es un valor que se premia cuando debería ser lo normal en la vida. La seriedad se alaba no porque se considere normal, sino porque amerita reconocimiento social en medio de un modelo de sociedad donde prima el sálvese quien pueda y buscarse lo suyo a como dé lugar.

Se buscan personas porque la vida ha dejado de ser lo que era antes, una oportunidad para hacer el bien.

Fíjense que el señor le decía a mi amiga las razones de por qué ella y sus hermanos no podían ser malas personas, y radicaba en el referente de su padre y de su madre. Esta es una sociedad que se ha ido quedando sin referentes morales a quien seguir, los políticos o líderes empresariales no siempre son el mejor ejemplo porque en busca de enriquecerse han ido olvidando el ser personas.

Si tenemos una sociedad sin referentes a quienes los jóvenes puedan idealizar ¿cómo queremos que sean personas?

Supongo que el sueño de cualquier padre o madre es que su hijo o hija se sienta orgulloso de él como persona, que puedan hablar de ellos sin temor de que nadie les señales. Pero también para un padre o madre es importante poder hablar bien de sus hijos e hijas. Aquí me surge la gran pregunta ¿Cómo se sentirán los políticos acusados públicamente de corrupción por la sociedad? ¿Cómo abordarán estos temas con sus hijos e hijas? ¿Cómo lograr que se sientan orgullosos de ellos?

Definitivamente hacen falta personas, por eso buscarlas no puede ser un simple ejercicio retórico. Se buscan personas porque necesitamos modelos para presentarlos socialmente como nuestro orgullo. Se buscan personas porque nos hace falta referente. Se buscan personas porque, si queremos una sociedad diferente, tenemos que presentarles personas a quien seguir.

Acompáñame a buscar personas o peisonas.