Mami mira, decía el joven que acababa de salir del baño. Mojado de pies a cabeza, destilaba agua a su paso. De ahí que, el hecho de que trajera media cara tapada con una toalla pareció natural y hasta necesario. –No te vayas a enojar conmigo- dijo justificándose, antes de descubrirse el rostro. Mira! Dijo con entusiasmo, me afeité…

A sus escasos 14 años, en pleno ejercicio de la pubertad, llevaba meses portando una leve sombra de bigote. Normal y común entre todos los de su edad. Pero ese día, la aventura del baño, había terminado con el experimento de poner en práctica el afeitarse como lo hacen los hombres. El sonriente y mojado rostro se veía más lozano y claro que antes, por la ausencia del tímido bigote.

La madre irrumpió en risa. ¿Pero y qué es lo que pareces? Le dijo sonriendo. ¿Por qué te afeitaste? Ni que tuvieras un gran boso!   -¿Cómo me veo? Preguntó buscando oír halagos. -Te ves más blanco! Y lampiño! Dijo la mamá sin parar de reír. ¡Máaaa! Protestó él por la decepcionante respuesta. ¿No me veo bien?   Calmando la risa, se dispuso a satisfacer la necesidad de aceptación que manifestaba el mozuelo.   –Te ves bien amor, pero si yo fuera tú, no me volvería a afeitar.   ¿Por qué?   Preguntó entonces él con mezcla de curiosidad y decepción.

-Porque debes dejar que tu cuerpo complete su desarrollo de forma natural y no lo aceleres. Si empiezas a afeitarte desde ahora, vas a tener una carita de 15 y un bigote de 28 años! Esos vellos faciales van a ir engrosándose y si te afeitas desde ahora con frecuencia, vas a terminar teniendo un bigotón.

El muchacho abrió los ojos dejando ver que su imaginación estaba dibujando la imagen de lo advertido. –Tú ves, eso me pasa porque no tengo un papá que me enseñe esas cosas. Yo sólo quiero hacer las cosas como los hombres! La frustración denotada era sincera, pero también evidenciaba un porcentaje de deseo de que se apenaran por él.

…pero tienes una mamá –le contestó con vehemencia- que habla contigo y te explica las cosas. Y tú sí tienes papá, Tu Padre Celestial, el mejor padre que existe! Tú sabes bien que Él está presente y pendiente de todo en nuestras vidas, y tú no tienes por qué sentirte solo ni desamparado…

Yo sé mami, dijo encogiéndose de hombros y preocupado por su bigote. Entonces, ¿me va a crecer más grueso?   No! Pero si te lo afeitas a cada rato, entonces sí. Además, no quieras afeitarte desde ahora, porque va a llegar un tiempo en tu vida en que vas a estar cansado de tener que afeitarte todos los días.

El joven se fue a su cuarto a mirarse en el espejo, mientras la madre miraba también otro reflejo, el que sus hijos al igual que ella, crecieran sin una figura paterna. Cuán doloroso resultaba ver a sus hijos luchando con el vacío. Resultaba impresionante que, de tantas formas se había propuesto y hasta prometido, que un día tendría una familia completa, y no un núcleo familiar cojo como el que ella tuvo. Sin embargo, cuando los planes dependen de la voluntad de otras personas, no existen garantías, por más juramentos que hayas hecho.

Dios, dijo en una oración interna.   Así como me ayudaste a mí a superar y aceptar mis vacíos paternales, ayúdalos a ellos Padre!

Hace poco escuché una explicación de la famosa parábola del Hijo Pródigo, desde una perspectiva completamente nueva. Y es que cuando Jesús hablaba, daba muchos mensajes al mismo tiempo. U uno de los más importantes es el mostrar el verdadero carácter del Padre. Este hombre a quien el hijo menor le pide la herencia, no le cabía duda de lo que iba a pasar. Sería desperdiciada. Por qué entonces lo permitió? Porque le dio libre albedrío, y cuando el muchacho vuelve deshecho, pobre, hambriento y arrepentido, vemos a un padre sabio, que valoró más al hijo que a las posesiones y a su conducta. Capaz de perdonar, de restablecer y de amar de manera incondicional. Un padre que por cuando vio un arrepentimiento genuino, lejos de lastimar la herida con reproches, supo sanar su avergonzada alma, con amor y aceptación. Como dijera aquel predicador, cuando explicaba que pródigo es aquel que dilapida su patrimonio, quien lo pierde o lo da todo. Y con esto, mostró que, el padre de esa parábola era pródigo, pues estaba dando todo de sí, perdón, amor, aceptación, restauración, a cambio de nada, por amor a su hijo. Concluyendo el mensaje con una idea que nos cuesta aceptar: Dios nos ama y nos regala la salvación. No es algo que compramos o ganamos con nuestra conducta, sino con corazones genuinos.

Por eso, no importando qué o quién nos falte en la vida, tenemos promesa de restauración, en la persona de Jesús, quien es la puerta que nos conduce al Padre…

Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada.

Dios hace habitar en familia a los desamparados;Saca a los cautivos a prosperidad;
Mas los rebeldes habitan en tierra seca.Salmo 68

45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.Mateo 5

12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;Juan 1

¡Bendiciones!