Existe un evidente consenso sobre la contribución que la telefonía móvil ha traído a nuestra existencia,desde la década de los 80, cuando empieza a masificarse el uso. La llegada de los teléfonos móviles a nuestras vidas ha sido realmente importante: mucho podríamos decir sobre el bienestar y transformaciones al desarrollo del mundo.
Desde la perspectiva macroeconómica, diversas han sido las contribuciones, creyendo algunos investigadores que el uso de esta tecnología puede mejorar la calidad de vida de los pobres, aunque hay escasas evidencias de que este bienestar sea real en América Latina,donde el 98 % de la población tiene un teléfono móvil.
Revolucionando todos los niveles de comunicación del ser humano, el celular ha salvado distancias, registrado los últimos sentimientos, antes de morir. Pero la tecnología telefónica también ha traído dolorosas transformaciones, aumentando el déficit de atención y acabando con los rituales que acompañaban la vida en sociedad – como una buena conversación, cara a cara, mirándonos a los ojos siguiendo los movimientos, pausas y entonaciones de nuestro interlocutor .Con el celular se ha perdido todo lo que hacía de un encuentro simple, una experiencia vivencial extraordinaria, llena de la calidez que traen aquellos modales de los cuales hablaba Lord Chesterfield a su hijo.
Hoy, el amor también está sujeto a estas pautas de la “telefónica amorosa”, divorciada de la expresión espontanea, primaria a veces, de un gesto acompañado del revoleteo de mariposas en el estómago, que impiden el rubor. Expresamos los sentimientos através de un chat acompañado de emoticon y selfies que intentan expresar nuestras emociones, aplastadas por la tecnología. Nos amamos en mega bits,y tal vez somos felices.
Poco sabemos de la incidencia del móvil en los niveles de productividad y rendimiento laboral en países como el nuestro, con escasos niveles de educación e impacto consumistas. Cuando ya está demostrado por investigaciones internacionales , en los espacios educativos, que el uso del teléfono móvil influye el rendimiento estudiantil.
Donde sí podemos ver su contribución es en el día a día, generando conductas o inconductas inesperadas. En una sociedad como la nuestra, el uso del celular, aparte de ser un asunto de status, es una conducta compulsiva, ya que andamos “comunicados” siempre. Se cree que en la RD hay unos 10 millones de unidades móviles.
Todos hemos sufrido en carne propia la falta de atención y de servicios que genera su uso, siendo frecuente llegar a una oficina pública y encontrar como los empleados ,móvil en mano, nos reciben medio molestos por interrumpirles en su búsqueda sobre internet. No hay reglas para el uso, y de haberlas, serian inaplicables – siendo frecuente observar los miembros de la Policía Nacional y otros cuerpos de seguridad(esos que deben estar vigilantes), recostados de cualquier pared chequeando su aparatito-.Mientras los automovilistas chatean alegremente.
En el sector privado, la conducta es la misma: cualquier vendedor de una tienda nos recibe, mirando la pantalla de su móvil ,mientras dice “siga hablando, ‘toy oyendo” ; o cualquier peluquera de un sofisticado salón de belleza suspende el secado tres veces para responder llamadas, no obstante estar prohibido .El celular es un objeto imprescindible, peligrosamente útil, apreciado y codiciado, al punto de que, cientos son los robos de celulares y agresiones por día, amenazando nuestras vidas permanentemente.
Los hechos están ahí, mostrando que aun no sabemos realmente para que ha servido la tecnología telefónica en el Tercer Mundo – si para que nuestra gente mejore su calidad de vida, o para que el crimen organizado sea más organizado; o para que cualquier ciudadano aun en la puerta de su casa sea vilmente asesinado para robarle un teléfono,como ha sido el caso reciente y en otras muchas oportunidades en diferentes partes del país.
Los comerciantes chinos de la Duarte – desconocedores quizás del aporte de la tecnología al crecimiento del país, pero sí de la idiosincrasia nacional – han decidido no prohibir el uso del celular en el lugar de trabajo, lo que puede ser anticonstitucional. (En definitiva, todos tenemos el derecho de hablar. Y prohibirlo será una medida que nadie acatará.) Ellos siempre tan sabios, han optado por que éste no llegue con el empleado – razón por la cual “solicitan empleados sin celular”… con el riesgo de no conseguirlos.