Con las recientes victorias electorales de candidatos presidenciales de izquierda en América Latina, como son los casos de: Pedro Castillo (Perú), Luis Arce (Bolivia), Xiomara Castro (Honduras), Daniel Ortega (Nicaragua) y recientemente Gabriel Boric (Chile). Muchos analistas y politólogos han afirmado que en la región viene una nueva ola de izquierda similar a la que ocurrió a principios del siglo XXI, la cual según ellos terminaría de consolidarse con los potenciales triunfos de: Lula Da Silva (Brasil) y Gustavo Petro (Colombia), países que celebrarán comicios en el año 2022. 

La dialéctica política latinoamericana nos indica que la región a lo largo de las últimas décadas ha atravesado por distintos ciclos políticos que mueven el mapa político de un espectro ideológico a otro. A raíz de la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989. Este hecho histórico significó la llegada al poder de partidos de derecha y de la social democracia que actuaron en consonancia con las políticas económicas emanadas del Consenso de Washington, que entre ellas incluían: las terapias de shock, las privatizaciones de empresas estatales, la reducción del gasto social para poder equilibrar las finanzas públicas, todo en nombre de mantener la estabilidad macroeconómica y favorecer el libre mercado. Esto fue una clara antítesis de la intervención estatal que era asociada con el socialismo.  

La adopción de esas políticas económicas neoliberales no tardó en surtir efectos adversos en el tejido social de la región, lo que dio al traste con el surgimiento del denominado: socialismo del siglo XXI. Con la victoria electoral del comandante, Hugo Rafael Chávez Frías, el 6 de diciembre de 1998, marca el inicio del viraje político de la región hacia la izquierda que perduró hasta el año 2015. En este período comprendido entre 1998 y 2015, la desigualdad económica en la región se redujo de manera significativa, ya que los gobiernos de corte progresista priorizaron el gasto social sobre todas las cosas; obviamente amparados en un boom en los precios de las materias primas en los mercados internacionales.  

Sin embargo, con la caída de los precios de las materias primas en los mercados internacionales a partir de junio del ano 2014, sumando a esto el crecimiento vertiginoso que vivió la clase media en el continente. Este segmento de la población debido a su condición aspiracional inició a demandar transparencia en las instituciones públicas, en yuxtaposición con el deterioro de sus expectativas materiales fruto del ciclo económico: auspiciaron el retorno de gobiernos de derecha que venían con el mismo libreto de la década de los 90. Dicho libreto es: la agenda económica neoliberal. De igual manera, la desideologización que vive la clase media latinoamericana jugó un rol determinante en este proceso. El primer triunfo sustancial de la derecha lo produjo Argentina, con la elección de Mauricio Macri como presidente en octubre de 2015. 

Aunque parezca inverosímil, Argentina inició el nuevo ciclo de izquierda en la región con la elección de Alberto Fernández, en octubre 2019, y desde entonces el mapa de la región ha ido cambiando de color. Por tal razón: ¿podemos afirmar que es una nueva ola de izquierda que está tiñendo el mapa político de la región? Desde nuestro punto de vista creemos más bien que se trata de una amalgama de corrientes progresistas con un objetivo electoral definido: construir mayorías para alcanzar el poder. Pero que en el fondo subyace una agenda reformista que no contempla una ruptura definitiva con las estructuras hegemónicas en el orden político y económico. A diferencia del socialismo del siglo XXI, a principios de siglo que, en la mayoría de los casos planteó una narrativa transformadora.  

En su libro Descolonizar El Saber, Reinventar El Saber, el filósofo y sociólogo portugués, Boaventura Sousa, describe de manera magistral el dilema que ha fragmentado aún más el pensamiento crítico de la izquierda sobre su accionar político. Por un lado, está un ala de la izquierda que tiene como objetivo convivir con el capitalismo, y, por ende, su agenda política gira en torno a crear los mecanismos correspondientes para minimizar el impacto social de los niveles de acumulación desenfrenada por parte del capitalismo. Y, la otra ala de la izquierda sufre una crisis existencial por aferrarse al dogmatismo político del siglo pasado, que busca alternativas económicas y políticas al capitalismo. Esa misma disyuntiva política vive la izquierda latinoamericana en estos momentos, y por tal razón es muy difícil que gente como Gabriel Boric, logren romper con un esquema hegemónico neoliberal y una clase media aspiracional cada vez despolitizada logre abrazar ideas de construcción de alternativas poscoloniales y posimperalistas. 

Aunque, Gabriel Boric, en Chile, ha construido un discurso de respeto a los derechos a los humanos, al medio ambiente, que de acuerdo con Boaventura Sousa es un paso importante para desnudar la hegemonía cultural de la que hablaba Antonio Gramsci, que sirve de alternativa para desmontar el imperialismo cultural, y de este modo sirve para crear resistencia y alternativas contrahegemónicas en el imaginario colectivo. Sin embargo, este es un proceso que toma tiempo construir y abrazando una visión a largo plazo de convivencia pacífica con esas estructuras hegemónicas de poder, terminarán limitando el accionar político de esa nueva izquierda. Y, si a esto, le agregamos las expectativas materiales de esa clase media aspiracional, que de no ser satisfechas volverán a elegir las opciones políticas de derecha. Es por ello, que afirmamos que más que una nueva ola de izquierda se trata de un nuevo ciclo político con matices de social democracia, de la cual su vigencia política en el tiempo estará supeditada al ciclo económico que viva la región en dicho momento.