El chauvinismo, creencia narcisista, próxima a la paranoia y la mitomanía, de que lo propio del país al que uno pertenece es lo mejor en cualquier aspecto. Creo no equivocarme, al afirmar que todos los países y ciudades del mundo tienen su dosis de patrioterismo, como también se le denomina coloquialmente. El caso dominicano es muy particular, todo lo que aquí se hace está a la altura de los países desarrollados aunque saquemos cero en educación.

Veamos una muestra, “este es el hospital más moderno del área del Caribe”, afirmó el presidente Balaguer al inaugurar el Cabral y Báez en Santiago. Al dejar abierto el muelle turístico de Puerto Plata, las autoridades certificaron que,  estamos entregando un puerto a la altura de los grandes muelles del mundo globalizado”. De ahí viene también la exclamación que reza, “¡Santiago es Santiago; Santiago es Santiago, la Ciudad Corazón!

El patriotismo exagerado es recurrente en políticos, medios de comunicación y empresarios para condicionar la formación de expectativas. En consecuencia, los ciudadano de a pie, y los montados también, terminan repitiendo como papagayo lo que quiere el poder mediático.

Cualquier extranjero, que converse con un empresario santiaguero, mismos que se hacen llamar la oligarquía más avanzada del país, pensará que está en la “puerta del cielo”. “Esta es la ciudad más segura del país, es la ciudad más ordenada de República Dominicana, ¿quieres vivir en este país, venga a Santiago?”, le dirán. 

De igual modo, le asegurarán que “no hay en el territorio nacional una ciudad más limpia e higiénica que Santiago”. Y de manera categórica afirmarán, “si se queda un tiempecito en Santiago, no regresa más a su país”.

En cambio, si el mismo extraño decide caminar en solitario por las calles y comunidades marginadas o privilegiadas, su conclusión será muy diferente a la anterior. Una ligera mirada bastará para caer en cuenta de la cruda realidad. Si acaso sigue viendo ligero, tropezará con un montón de basura apostada en plena vía. Cuando esto acontezca, hará más cuidado en su observación y tomará medidas para prevenir un posible atraco o evitar ser asaltado.

En ese proceso de escarceo, el visitante no tardará en comprobar que la Ciudad Corazón se encuentra en estado de guerra. El esfuerzo será apto para verificar, que la violencia desenfrenada en Santiago de los Caballeros, es incentivada por las propias autoridades municipales.

Es suficiente, ver una turba de facinerosos armados hasta los dientes, con ametralladoras, escopetas “y otra cosita más”, pertenecientes a una banda que se hace llamar Policía Municipal. Los integrantes del cuerpo policial local, visten como si fueran para la guerra. Además, cubren sus rostros con pasamontañas, igual a los que usan muchos delincuentes para evitar ser reconocidos por sus víctimas.

Una indagatoria rápida, servirá para conocer una retahíla  de prácticas ilegales. Entre ellas se cuentan, el cobro de arbitrios sin la aprobación del Concejo de Regidores, cierre de negocios, apresamientos de ciudadanos y miembros de la prensa, entre otras.

Todo parece indicar, que al ser el empresariado santiaguero tan moderno y emprendedor, está buscando la forma más suave para llamar la atención del alcalde Abel Martínez.

En otro contexto, será objetivo pensar que el PLD, partido al que pertenece Martínez Durán, al sentirse tan poderoso, seguirá gobernando sin importar los maltratos cometidos por Abel.

En conclusión, el extranjero podrá razonar sin malicia, que el actor Chauvin, que interpretó el personaje de un patriotismo exagerado, es oriundo de Santiago de los Caballeros.

Ahora, a la oligarquía santiaguera no le luce profesar sus propias falsedades. Eso de creerse los más modernos y vanguardistas rinde pocos resultados. En consecuencia, deberán considerar lo que dice el sociólogo  David Harvey, sobre las ciudades para vivir.

“… es un hecho que la concentración de capital se transforma en una barrera para el desarrollo urbano, es decir, se opone a lo que debería ser una ciudad. No necesitamos ciudades que generen dinero, sino ciudades que sean buenas para vivir.“ (David Harvey, 2014)

¿Seguirá Santiago en guerra hasta el 2020? Abel Martínez Durán y la oligarquía santiaguera tienen la respuesta.