“Santamaría” es un poblado haitiano donde habitan alrededor de 125 familias y del lado dominicano un hogar, el de Santamaría (EPD), nombre que se le ha dado a ese lugar en honor a ese señor dominicano que llegó como guardia fronterizo hace más de 60 años e hizo vida ahí, convirtiéndose en una persona muy querida por esa población haitiana; él estuvo aquí y allá, en ambos lados, en toda la dimensión de su vida.

Es pertinente aclarar que “Santamaría” es el paraje Guayajayuco, de la sección del mismo nombre, municipio Pedro Santana (ONE,2015). Es el más poblado de la línea fronteriza con 104 familias en los 11 parajes que tiene la sección, cuya población total es de 173 familias (ONE, 2010). Se concentran a más de 5 kilómetros de distancia de la línea divisoria con Haití, donde vivió el señor Santamaria, quien fue todo un personaje transfronterizo muy llamativo, del cual se podrían escribir muchas anécdotas interesantes en materia de antropología, pero no es el caso por este momento.

Santamaría fue un entusiasta reforestador que dispuso de su tierra para estos fines y motivó a la comunidad a plantar caoba criolla, pinos y cajuiles entre otras especies de árboles de ambos lados, los cuales se conservan todavía, aunque no con la cantidad y calidad deseada por la falta de manejo forestal, pero con cobertura vegetal, con arbustos, algunos por la regeneración natural, que constituyen un tesoro para la creación de suelo y conservación de agua en un medio extremadamente degradado.

Formó familia “arrayana” o “rayana”, común en la estructura de parentesco transfronterizo. Su casa era y es, la única que existe del lado dominicano en esa zona (2019), habitada entonces por la estirpe que dejó, compuesta por la madre y dos hijos pequeños.

Sergio Terrero, antropólogo social, quien estuvo como consultor externo de la GTZ (Cooperación alemana, hoy GIZ) haciendo un Sondeo de los Aspectos Sociales del Programa de Reforestación Frontera Verde (2010) en el pasado (no publicado), sostiene que en la frontera Dominico- Haitiana, se desarrolla una tercera cultura, con un nivel de complejidad que la hace ser diferente del resto de las comunidades nacionales de ambos países, complejidad observable en las relaciones sociales propias de la vida cotidiana.

“… Si bien cada comunidad está claramente delimitada y sometida a las leyes generales de sus respectivos países, el territorio en la práctica es compartido casi de forma indiscriminada para satisfacer… sus necesidades individuales y colectivas,…(que) los obliga a desarrollar una lógica de interdependencia y de convivencia, en la que se hacen todos cómplices (desde las autoridades locales hasta el ciudadano común) de transgredir de forma recurrente y sistemática la línea divisoria que separan a las dos naciones…”, concluye el antropólogo.

Es importante que la gente de las dos naciones entienda que los recursos naturales son transfronterizos, son de ambos pueblos y por lo tanto deben ambas naciones velar por ellos, porque las aguas que caen en la vertiente norte del occidente de la Sierra de Neiba y en casi todo el Parque Nacional Nalga de Maco, también son aguas haitianas; la mayoría de los ríos haitianos que serpentean la Carretera Internacional entran a dominicana y vuelven a territorio haitiano; lo mismo sucede con las aves, animales silvestres, el aire (valorado tanto) y la flora silvestre, lo que nos indica que para la biodiversidad y los recursos naturales de la isla estamos ante una zona especial.

En el aspecto cultural se dan manifestaciones propias de toda frontera, ya que en la estructura de parentesco sanguíneo y ritual (relaciones primarias y compadrazgos) existen relaciones diferentes inimaginables para los que no conocen la frontera, como son las familias “arrayanas” o “rayanas” (descendientes de uniones matrimoniales entre una pareja  de ambos países, así como parentelas y vínculos no sanguíneos de profundo arraigo entre la gente.

En la cultura económica encontramos en esos tramos carreteros sus famosos pequeños y micros mercados, e inclusive los megas mercados, que a pesar de realizarse en solo 4 grandes poblaciones de la frontera y tener connotaciones nacionales, se dan en el marco de esa cultura como define el antropólogo, que los obliga a desarrollar una lógica de interdependencia y de convivencia, en la que se hacen todos partícipes.

En la reforestación en “Santamaría” se plantaron cerca de 100, 000 arbolitos, en ambos lados; del lado dominicano se plantaron alrededor de 70,000 plantas como bloque y del Haitiano  unas 30,000  aproximadamente, con   la que la gente arborizó en sus casas mediante el sistema de  entregas de plantas a los interesados y la brigada que existía en ese lugar. Como resultado han quedado unas 200 tareas reforestadas aproximadas de este lado y muchos arbolitos aislados de aquel lado como se observa en la cartografía hecha por el autor de este artículo. Pero la lección más importante podría ser una larga interrogante en dos preguntas para las autoridades empeñadas en mejorar la situación ambiental: ¿Se podría replicar la experiencia de “Santamaria”, a pesar de la falta de calidad forestal por el no manejo de lo plantado?; ¿Podría servir dicha experiencia, igual que otras, para demostrar que es posible la reforestación transfronteriza?

La actividad de reforestación llevada a cabo con criterios participativos (empoderamiento de la gente del lugar), transparentes (con las cuentas claras), con la inclusión de los más vulnerables, (la ruralidad fronteriza vive en extrema pobreza) produce un nivel de disciplina y dinámica capaz de construir una subcultura de cooperación y de solidaridad entre la gente, para que puedan vivir el día a día sabiendo que los recursos naturales son los recursos económicos con los cuales pueden mejorar sus condiciones de vida y beneficiar al resto de ambas naciones.

Ha sido oportuno que las nuevas autoridades dominicanas estén utilizando personal técnico, activando personal de todas las dependencias del Estado que de una u otra manera tienen algún rol en la zona; están dedicando  tiempo, con las visitas de las principales autoridades, incluyendo la del propio Presidente de la República, Ministros y Viceministros, así como Directores Diversos y el anuncio de invertir en proyectos y programas de seguridad, salud, producción y medio ambiente en medio una coyuntura de agudización de conflictos, confusiones e inestabilidad de la sociedad haitiana  por el enfrentamiento de diferentes sectores de poder en la tierra de Toussaint Louverture.