Los enciclopedistas  consideraban que el único camino para llevar al hombre a  la felicidad era  la luz de la razón. Ideas que después influyeron en la arquitectura.

El templo la Madeleine, de París, cuya construcción  atravesó  todos los tiempos de la Revolución. Fue después de la época Napoleónica que vino a ser inaugurado   en el nombre de Nuestra Señora de la Magdalena.  Dos años antes de nuestra independencia nacional.

En las primeras décadas del siglo pasado el Neoclasicismo   se vio modificado  por el Modernismo  Racionalista como  una consecuencia de las   dictaduras totalitarias  Europeas. El  concreto con su esqueleto  de metal es la materia que después, en nuestros dÍas  ha permitido  una larga luz entre columnas.

Pero ese Neoclásico rebuscado en el espíritu del Modernismo nos remite a diseños que hace pocas décadas se produjeron en nuestro país.

Aunque en ligeras variaciones que ahora ofrece  en su fachada, el edificio del antiguo Partido Dominicano de la avenida del Malecón, mantiene ese espíritu de pulcritud   que  originalmente expone el diseño construido en serie para todas las provincias.

De todos esos edificios  el que más destaca es el Palacio de Bellas Artes.

Templo moderno-antiguo diseñado y construido con inmensidad de  falsas columnas  soportando  vigas que en la realidad no  soportan. Fantasías de concreto armado que multiplican el peso de un edificio que no solo es pesado sino que  lo  aparenta  rabiosamente.

A nadie se le ha ocurrido ni antes  ni después ni como un ejercicio critico que cambiando el color de aquella monstruosa edificación, puede aligerarse el peso visual que reduzca el contraste de aquellas esferas  que  compiten con la pirámide diseñada por  Leoh Ming Pei.