(Apuntes para un manual de sociología barata)

El Sanky es un mamífero varón, depredador de ancianas- Por lo regular su edad oscila un poco más allá de la adolescencia, vago, sin grandes compromisos escolares, suele portar un caminar con flow de bailarín urbano, maneja la labia básica de la seducción turística. Su energía está focalizada de forma natural, cien por ciento en su pene, o sea, tiene más erecciones que léxico gramatical. La gracia oral y cierto encanto físico ayudan a la hora de cazar víctimas. https://www.youtube.com/watch?v=TN6J3TG4zJw.

El Sanky anda maromeando por las playas de África o del Caribe. Son palomos de bajo nivel social y económico, olfatean ancianas que dan dinero y privilegios lujosos a cambio de un sexo más “barato” que el que ofrecen las Chapeadoras, porque la plenitud anatómica del Chapeo femenino tiene otros atractivos para el varón, otras acrobacias dignas de la edad, entre ellas el olor y una miscelánea Kamasutra.

 

Cuando explotó el fenómeno del Sanky Panky nunca escuché ningún discurso de género, de por qué no se incluía a las mujeres en el fenómeno Sanky. Aunque hay mujeres Sanky, el tema es otro, no es un fenómeno femenino. El que desee ver como lo registra el cine, le recomiendo el film “Vers le sud” https://www.youtube.com/watch?v=W_Q-ojZChSIpionero, film pionero en el tema Sanky, realizado en República Dominicana, dirigido por el francés Laurent Cantet. Más tarde se filmó “Dólares de arena” https://www.youtube.com/watch?v=o4TpVs7dgiE, película dominicana, dirigida por Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas.

Sí lográsemos distanciar un poco el objeto de la sociología sub-urbana del tema de género, de los argumentos identitarios y de la ideología feminista, que donde no hay “peligros” los inventará. “Chapeadoras y Sanky” son fenómenos que ameritan miradas diferentes por sus características. La gente no inventa fenómenos sociales, la empírea describe, evidencia su existencia y luego el discurso del cientista social lo estudia y lo registra.

“Chapear” es más allá de un cuerpo moreno o un mulato, pegado a una anciana en la playa, es una socialización que envuelve un entramado donde la “víctima y el victimario” se ven pasear por los bares de la ciudad, discotecas, en el cine, comparten con amigos(as). Incluso, “la presa” puede llegar a socializar con la familia del chapeado; en algunos casos hasta forman familia.

Sí se quiere, es una prostitución con más rostros que la que ofrece el oficio Sanky-Panky: que se reduce a un enfrentamiento brutal de un pene joven VS. Ganancia material. El Sanky es un “tiguere” imberbe que se come los recursos materiales de una anciana. Hay que ser realista, ningún hombre joven puede encontrar atractivos sexuales en las arrugas. En cambio, la mezcla hombre cincuentón o sesentón con mujeres veinteañeras puede ofrecer otro universo de placeres.

Ahí está la realidad, somos testigos de relaciones de parejas no prostituidas en ese perfil o en los 40 y 20 como dice la canción de José José.

https://www.youtube.com/watch?v=86FCW0GRRcc. Y ese fenómeno no es solamente cultural. Es casi natural, la anatomía femenina a los 50 o 60 años no luce igual que la masculina- Por lo regular tiene menos atractivos sensualesSocialmente hablando, rara vez vemos a un hombre adolescente exhibiéndose en público con una anciana. Las Chapeadoras y el chapeado sí. Y esa socialización no debe reducir a la virilidad de un macho envejecido reafirmando su masculinidad con una hembra joven, es más allá, las mujeres tienen otra lógica perceptiva del encanto y del enamoramiento.

Según la neurociencia, el enamoramiento en la mujer implica una serie de procesos hormonales más allá de fisicidad, y está relacionada a tres etapas: admiración, deseo y necesidad de compartir. Los estudios insisten en que las mujeres se enamoran por el oído y los hombres por los ojos http://www.teinteresa.es/ocio/ruptura-gran-epidemiasiglo-XXI_0_1084093762.html.

Sí abrimos la caja de pandoras, notaremos que el fenómeno “Chapeadora” no es igual y es más “complejo” que el del Sanky. Ser Chapeado y Chapear es una aventura que no siempre se reduce a comprar cuerpos jóvenes, puede encerrar un “confort” muy variado que satisface a la hembra, seguridad familiar, gastos en estudios, ropas, bares, tecnologías, joyas, viajes, buen sexo y cariño. Podría ser un paquete narcisus-feminún relacionado a la compleja seguridad que una hembra reclama y espera de su macho alfa. Un chapeado y una Chapeadora, pueden llegar a enamorarse. Rara vez se podría dar esto entre un púber y una anciana. Chapear a un hombre no es lo mismo que chapear a una mujer anciana, un hombre que se siente ultrajado no se vive como víctima. Un hombre en esa situación puede ser una fiera asesina.

Las feministas, no las que generan pensamiento y ciencia como Camille Paglia https://lasdisidentes.com/ http://www.elmundo.es/papel/lideres/2018/04/09/5ac7599d22601dd71d8b45d5.html  deben comprender que analizar fenómenos sociales no responde a valores éticos de las series policiacas de la TV americana, que aunque el guión no incluya un negro, hay que ponerlo en la película porque se debe integrar a la minoría étnica. Esa lógica mecánica identitaria y de género ha banalizado y caricaturizado el pensamiento. (Dedicando a Noemí Araujo, con quien he tenido una grata conversación respecto al tema)