Hay recuerdos que consciente o inconscientemente te afectan, te limitan y te impiden ser feliz, pero no tiene que ser así. Todos hemos pasado por experiencias negativas, situaciones que hubiéramos deseado que nunca sucedieran. Talvez hemos expresado palabras que lamentamos en el resto de nuestras vidas. Podríamos reprocharnos el no haber dicho o hecho algo, que luego reconocemos que era necesario. Quizás digas que ya pasó y nada puedes hacer, pero si sus efectos todavía te afectan en el momento presente, es preciso tomar el control.
De la misma forma que algo de ayer me afecta hoy, aquí y ahora puedo tomar medidas para que el peso del pasado no me siga dañando.
Hay malos recuerdos, conceptos errados, rechazos, ofensas, que almacenas en tu interior, talvez sin saberlo. Usualmente el pensamiento que no quieres enfrentar se comporta como una semilla, que entierras en lo profundo de tu conciencia y como sucede con las semillas en la tierra, comienza a desarrollarse y se convierte en un árbol gigante (igual de negativo que la semilla que lo engendró).
Freud nos alertó sobre el efecto nocivo de esos recuerdos que pretendemos olvidar o ignorar, explicándonos como de una u otra forma, se manifestarán ante nuestra conciencia, a veces de forma muy negativa. Darle la espalda al problema, no lo hace desaparecer.
Ciertamente no resulta fácil enfrentar recuerdos que nos perturban, pero debemos aprender a aproximárnosle de la mejor forma posible. A menudo se requerirá ayuda profesional para manejarlos. Pero ignorarlos equivale a tapar el sol con una mano y pretender que es de noche.
En nuestro tema pasado hablábamos de la relajación, es un preámbulo importante para prepararte y poder encarar el pensamiento negativo. Te mencionaré algunos mecanismos que podrían ayudarte a transformar esos recuerdos.
Puedes visualizarlos como si los estuvieras observando desde afuera, como si no fueras tú, parecido a una película en que sólo observas o narras los hechos.
Si son traumas de la niñez, puedes imaginarte dándote un abrazo y diciéndote palabras de cariño y aliento. No importa que haya sido en el pasado, puedes volver a ese escenario con tu conciencia adulta y sanar esa herida justo en sus comienzos.
Si no pudiste decirle algo a alguien que perdiste, díselo ahora. El tiempo y el espacio no te frenan. Hacerlo te ayudará y aunque no puedo explicártelo científicamente, también ayudará a esa persona, incluso si está en un lugar distante o partió de este plano existencial.
Puede ser que ese recuerdo sea la causa de un temor o fobia que en la actualidad te afecta y limita, tendrías que buscar las condiciones más favorables posibles y que te den seguridad, para revivir ese momento, permitiendo que puedas reproducir de alguna forma la experiencia y comprendas que ya no tiene que afectarte. En ocasiones convendrá que lo hagas con alguien a tu lado que incremente esa sensación de seguridad que necesitarás.
Talvez alguien te hirió en tu niñez y con el tiempo la herida se ha hecho más profunda. Nadie debe ser responsable de nuestra felicidad más que nosotros mismos, no podemos aceptar que la maldad de una persona destruya nuestra felicidad. Además de resolver en tu mente hoy un conflicto de ayer, conviene enfocar a la persona agresora, comprende que nadie puede dar lo que no tiene, perdónala y libérate de esa carga de resentimiento que te ha estado acompañando y que aunque no te sirve para nada, crees necesitarla. Recuerda que si una serpiente te ataca, no lo tomas de forma personal, sino como que es la naturaleza del animal.
Es posible que alguna vez te hayan humillado, despreciado, descalificado, maldecido, etc., eso solamente tiene importancia si aceptaste ese juicio (talvez no lo recuerdes). Si así fue, es imperativo que te liberes de ese bloqueo. No hay murallas más limitantes que las internas.
Habría mucho que decir de los beneficios de la sanación de recuerdos, pero sólo te diré que algunos trastornos que presentas de: personalidad, emocionales, sociales, profesionales, conyugales, etc., podrían desaparecer automáticamente mediante estos procesos, permitiéndote una existencia más plena. Todavía más, algunas dolencias físicas que siempre has tenido, “coincidencialmente” dejarían de acompañarte. Liberarte de las cadenas del ayer, te dará la libertad del mañana que comienza hoy