“San Miguel Arcángel te protegepor delante y por detrás. Te protegeen aguas nacionales y te protegeen aguas extranjeras”

Se requiere valor para abordar una frágil yola y lanzarse a una travesía mar adentro como la que hacen los inmigrantes indocumentados de La Española hacia Puerto Rico o las Bahamas. Pero ayuda un poco si antes de embarcarse uno se encomienda a San Miguel Arcángel, quien, según la plegaria que rezan sus devotos“te protegeen aguas nacionales y te protegeen aguas extranjeras”.

Por eso, no me sorprendió mucho la creciente popularidad de San Miguel que observé el mes pasado durante un recorrido de cuatro semanas por varias localidades dela costa este de Estados Unidos con densa población dominicana, especialmente Nueva York. Miles de esos inmigrantes realizaron en yola  la primera escala de su viaje.

La popularidad de San Miguel, probablemente en desmedro de la Virgen de la Altagracia, es una señal de los cambios en la religiosidad de la población dominicana expatriada pero, más que nada, de la composición social de la migración en las últimas dos décadas. Más aun, tomando en cuenta el resurgimiento de dos iconos de la religiosidad popular que también noté conspicuamente: El Divino Niño y San Lázaro.

Pude ver a San Miguel tanto en hogares como en negocios de dominicanos; en estos últimos es difícil que no haya un altar con distintos iconos de la hagiografía católica, encabezados por la Altagracia, además de los santos populares como San Francisco de Asís, San Antonio de Padua y Santa Clara, el Gran poder de Dios, el Sagrado Corazón de Jesús y el santo patrono del lugar de origen del dueño. Estos altares con frecuencia están iluminados por velas, velones o luces eléctricas y sus dimensionesvarían de acuerdo al fervor y la capacidad económica de sus dueños

Unpunto  que respalda la validez de estas observaciones es la novedad, para mí, de ver a San Miguel en afiches promocionando fiestas cercanas al 29 de septiembre, especificando que era en su honor o que se le rendía homenaje al arcángel guerrero. Vi muchos de estos afiches en El Bronx y en la parte norte de Manhattan, en ambas predomina la población dominicana.

En el verano de 1984, tras un viaje a Nueva York, publiqué un artículo (Amigo del Hogar, julio-agosto de 1984) resaltando que la virgen de la Altagracia permanecía como figura central de la religiosidad e icono cultural importante para los dominicanos residentes allí.

Todavía era la época cuando el 21 de enero se celebraba con gran solemnidad. Una delegación de obispos y sacerdotes dominicanos, especialmente del Cibao, viajaba a la gran urbe  y concelebraba en la catedral de San Patricio con el cardenal de Nueva York. Los diarios dominicanos desplegaban al día siguiente amplias crónicas sobre estos actos.

¿Cuándo fue la última vez que se vio eso? Estas actividades han sido sustituidas por desfiles y eventos sociales en los que el alcalde, el gobernador  y otras figuras de las distintas instancias de poder (Municipio, condado, estado, federal) se mezclan con los líderes dominicanos locales para ser fotografiados con ellos en busca del decisivo voto de esta comunidad cada vez más influyente.

El elemento religioso ha disminuido y a la vez ha variado. Esto viene determinado por los cambios en la composición de la migración dominicana. La primera oleada migratoria, desatada a finales de 1961, tras la muerte de Trujillo, comprendía personas, en su mayoría  de origen urbano,a quienes la dictadura les  había impedido abandonar el país por el recelo del dictador de que no fueran a engrosar las filas opositoras en el extranjero.

Recuerdo a mi tía Consuelo Martínez, a quien se le había negado repetidamente el pasaporte en los años finales del régimen tiránico y que luego fue de las primeras en emigrar legalmente. Nadie tenía que hacerlo ilegalmente, le daban visa quien la pedía. Mi hermana Matilde Margarita (Martha), en el mismo año, fue al consulado con una simple carta que le envió por correo una amiga que la invitaba. Al año siguiente le tocó a mi hermana Ofelia (Fella) y su esposo Mario Manuel GrullónAmadís. Y así se fueron miles entre 1961 y 1965, algunos hasta en barcos mercantes para no pagar pasaje. La aguda crisis económica que afectó al país sirvió de acicate al flujo migratorio, cuyas corrientes más voluminosas partían de la Capital y el Cibao Central.

Tras la guerra de abril de 1965 los mismos estadunidenses facilitaron la emigración, como válvula de escape a una situación que entendían se les podría tornar insostenible. La segunda  mitad de los 60 fue la época en que migraron activistas políticos, sindicalistas y una buena proporción de pobladores rurales llegados a la Capital y Santiago tras la apertura que de alguna manera significó el final del conflicto y el aflojamiento del nudo social dejado por el trujillato. Durante la dictadura de Balaguer se acentuó la migración debido a la represión y el terror contra la población. Migraron artistas, profesionales, muchos estudiantes y jóvenes.

En los años 80 las políticas neoliberales aplicadas sucesivamente por Salvador Jorge Blanco (1982-86)  y Joaquín Balaguer (1986-96) degradaron los estándares de vida de las clases medias provocando  un apreciable flujo migratorio de profesionales que se prolongó  hasta comienzos de los 90. De mediados de los 90 hasta el presente varía la composición social del flujo migratorio con el engrosamiento de los migrantes indocumentados, no solo de República Dominicana, a medida que Estados Unidos restringe cada vez más  la entrada de nuevos inmigrantes.

Volviendo a los iconos religiosos. La popularidad de San Miguel Arcángel  es comprensible  desde la perspectiva del creyente, tomando en cuenta las cualidades que se le atribuyen al ángel. Es Jefe de los Ejércitos de Dios en las religiones judía, islámica y cristiana (Iglesias católica, ortodoxa, copta y anglicana).

Para los hebreos es el protector de Israel y patrono de la sinagoga.Pero, la del Divino Nino, es más difícil de explicar, pero está tan difundida  que incluso hay novenas que se rezan en las horas santas dedicadas a los difuntos. Lo único que pude sacar en claro es que esta devoción se inició en Colombia en 1914 en una parroquia salesiana. Ignoro si fue llevada  de Santo Domingo a Nueva York o viceversa. El caso es que estas figuras religiosas son componentes de la cultura,  que se refuerzan entre las poblaciones inmigrantes, las cuales cifran en ellas su seguridad y en ellas depositan  sus sueños. Además, siempre son una referencia del lar nativo.

Este artículo, mezcla de memoria y crónica, es fruto de mi curiosidad periodística y mis observaciones a lo largo de los últimos 30 años. Carece, por tanto, de ninguna pretensión teológica o sociológica; no se trata de  cienciasinode simple periodismo de opinión.