No pretendo arremeter contra el “honorable”. Creo que sus andanzas e inexplicable riqueza han sido lo suficientemente debatidas. Desde mi humilde tribuna, no puedo decir que haya robado (al menos no tengo pruebas de ello), pero lo que sí tengo bien claro, es lo siguiente: debió haber sido investigado desde hace tiempo. En el ejercicio de cualquier ciudadano como servidor público, existe un axioma que es absoluto e invariable no importa en qué rincón del planeta se encuentre el individuo: si un político o funcionario exhibe una riqueza por encima de su salario, viviendo un estilo de vida por encima de su poder adquisitivo, investíguelo. No hace falta ser científico para saber que la premisa ya mencionada le queda a la hechura a San Félix Bautista; ni que fuese mandada a hacer.

Pero dejemos eso de lado – sólo por el momento – pues tengo la esperanza de que el empoderamiento social obligará a nuestra justicia a por lo menos investigar este asunto. Lo que hoy “me mueve” es la fama de dadivoso que este “turpen” se quiere endilgar. Empezando con su “fundación”, misma que no es más que una palanca para sacar partido en materia de imagen – aprovechándose de la desgracia ajena – la estrategia empleada por la gente de San Félix Bautista es clara: darse un “baño de cloro” a nivel mediático. Su movimiento propagandístico, buscando la canonización ante el pueblo, lo ha llevado a utilizar espacios televisivos y radiales para darle cobertura a su “labor social”. De manera inexplicable, una fuerte inversión en los medios dan fé y testimonio de las virtudes del Santo y su equipo de ángeles – FUNDI – mientras “el enviado divino” ayuda a paliar la pobreza y el hambre en nuestro país.

En el el caso de Francina Hungría, San Félix Bautista tomó su encomienda de los cielos muy a pecho. Peor aún, las instituciones del Estado llamadas a realizar este tipo de labor social le permitieron al “Mesías dominicano” involucrarse. San Félix ha dado más saltos que un chivo, buscando estar en las primeras planas de algunos diarios que se prestan a esa vagabundería mientras “ayuda” a Francina. Y no me mal interpreten, apoyo que el gobierno dominicano buscase todos los mecanismos para costear cualquier tipo de procedimiento quirúrgico que la ingeniera requiriese, lo que concibo como totalmente amoral es que San Félix haya hecho un circo personal de una tragedia. Les aseguro que su ayuda no es desinteresada, pues la familia de Francina debe saber que por cada acción que “el Santo” esté realizando, el senador recibe diez veces más en materia de imagen (ante los que permiten que les manipulen).

El interés del “Santo” en el caso de Francina, me ha hecho reflexionar en “los aportes” del legislador. Si le interesa tanto la seguridad ciudadana, si le preocupa tanto los niveles de delincuencia, si le duele tanto la pobreza y la miseria en nuestras comunidades: ¿por qué nunca ha emprendido como legislador proyectos de ley que busquen exorcizar esos demonios, mediante programas concisos que permitan a los más necesitados el acceso a las oportunidades educativas y laborales, para desarrollarse en todos los sentidos? Es más fácil tomar un caso sonado, gastar unos miles de las “donaciones” que recibe y salir en los medios hablando batata para mostrarse como el regalo divino para Quisqueya, que TRABAJAR para que TODOS los dominicanos/as tengamos la nación que nos merecemos.

Aún así, una cosa dice el burro y otro el que lo apareja. Ahora resulta que – para unos cuantos – San Félix Bautista es digno de una estatua a la entrada de la Basílica de San Pedro en El Vaticano. Esas bocinas compradas, posiblemente con el dinero del pueblo dominicano, son parte del equipo de “saneamiento” de imagen que “el Santo” ha agrupado. Empero, a pesar de su esfuerzo, el refajo salta a la luz inmediatamente; solo engañan al que así lo desee. Félix Bautista, ni echándose ácido muriático, dejará de ser el mismo. Las serpientes venenosas, aún cuando cambien de piel, siguen siendo serpientes.