El problema básico del Congreso no es lo caro y grande que es, es lo poco que está sumando a la democracia, de donde le viene la poca valoración que tiene ante la población. Y si alguna comunidad valora su congresista esta no es el resultado de las buenas leyes que elaboran, es porque estos han pretendido sustituir al Estado en el reparto de ayudas sociales y las cuales llevan a cabo con tan poco criterio, que las mismas se convierten en una acción populista del mal gusto. Cuando su papel es crear leyes y políticas públicas en vía de reducir la desigualdad, pobreza y exclusión social.
Hace tiempo vengo haciéndole la propuesta al Senado, a través de varios senadores, que el BARRILITO, más que beneficio, aquellos que aún tienen un grado de decencia, les está produciendo un hueco en su reputación que en nada le beneficia políticamente para su imagen futura, un valor intangible que tiene su peso específico a la hora de asumir posiciones y compromisos de liderazgo ante sus comunidades con conciencia y poder decisorio.
Los congresistas no están para repartir funditas de comida, ni canastas a recién paridas, ni comprar medicinas ni cajas de fallecidos. El Estado cuenta con las Instituciones que son las que deben asumir ese compromiso a mejor costo para la sociedad, y es donde debe ir todo el dinero que las diferentes instituciones manejan en los planes sociales, que la experiencia nos enseña que muchas veces, se quedan en las pesuñas de aquellos que la tienen indebidamente asignada.
Los congresistas deben enfocarse en mejorar las leyes que tenemos, como es el caso de la ley 87-01 de seguridad social, que requiere ser mejorada sustancialmente para que cumpla con los objetivos deseados.
Pero también tenemos el caos en el tránsito que requiere ante el crecimiento de la población y la circulación caótica y numeraria, de una buena regulación con sus respectivas sanciones para disciplinar el caos y desorden que están produciendo tantos muertos y pérdidas económicas a los dominicanos. Ese es el papel que debieran estar cumpliendo los congresistas. Pero no, ellos prefieren repartir funditas y cajas de fallecidos. (Los que no lo dilapidan).
Otro privilegio aberrante de los congresistas, lo son las exoneraciones, una cada dos años. Y quien dijo que estos merecen sobre todos los demás servidores del Estado, tener dos exoneraciones por cada período por el cual son elegidos? Señores, somos un país pobre, con tanta desigualdad que eso parte el alma y llora ante la presencia de Dios. Pero más lastimoso es, cuando estas exoneraciones son usadas por narcotraficantes, riferos, peloteros, etc., para traer vehículos de lujo costosísimos de alto cilindraje que constituyen una verdadera vergüenza, dilapidando recursos y contaminando aún más el medio ambiente en todo lo sentido.
Mi propuesta en este sentido, es que el Estado asigne un vehículo utilitario a cada congresista con opción a compra al final de su periodo a un costo muy bajo. Todos cortado por igualdad, y el que quiera lujo y opulencia etc., que lo compre son su dinero, no con el de los contribuyentes. Los congresistas no pueden seguir legislando para su propio beneficio. Eso no es legítimo, ni decente, ni ético ni nada, y es lo que está produciendo indignación contra el congreso, que los congresistas están erosionando su reputación, y el Comité Político del PLD, y los organismos de direcciones de los demás partidos deben imponerle a sus congresistas salvar el congreso con acciones dignas a su investidura.