Cómo me dan pena las abandonadas,
que amaron creyendo ser también amadas.
Y van por la vida llorando un cariño,
recordando a un hombre y arrastrando un niño (…)
Julio Sexto
La decisión de romper relaciones con Taiwán no fue intrascendente y se presta para mucho análisis. Por un lado podríamos estudiar la brusquedad con que se efectuó la ruptura, un corte que tendrá aroma de todo menos de diplomacia. En torno a la brusquedad y el manejo de informaciones, pudiéramos criticar la poca transparencia con que se administró la intencionalidad de dicha decisión. También llama la atención la ola de apoyos por parte de sectores conservadores del “empresariado” hacia la decisión del gobierno dominicano… los espaldarazos de los sospechosos habituales no tardaron en llegar. Pero si vivimos un momento histórico en la República Dominicana, no será por la decisión tomada.
El análisis político no resulta en respuestas binarias codificadas como correctas o incorrectas, sino en el estudio de los intereses particulares que conducen a la decisión. El sujeto es el interés y la búsqueda por el poder. ¿Por qué (¿por primera vez?) Danilo Medina, un caudillo consumado en silencios y subterfugios, sintió la necesidad de justificar y defender personal y públicamente la ruptura? Esa es la pregunta. Entender el origen de esa evidente vulnerabilidad es el desafío que nos plantea la coyuntura.
Como la repetición es la clave de la buena comunicación, vuelvo a establecer la premisa fundamental de todos mis escritos: no vivimos en democracia. En democracia, los gobiernos responden a las demandas y señales de la ciudadanía (Dahl, 1971) y ese no es nuestro caso. El pueblo dominicano no participa de las decisiones colectivas adoptadas por el Estado. No existe comunicación directa o indirecta (a través de representantes) entre la ciudadanía y las autoridades. Los representantes no se votan en elecciones libres y de participación equitativa. No existe separación de poderes. Aquí, salvo honrosas excepciones, la prensa es hija del gobierno. ¿La consecuencia? Un presidente que no se debe al pueblo, sino a Odebrecht, una constructora brasileña cuyos socios políticos están bajo el escrutinio del ojo público; algunos destituidos, otros están siendo investigados por la justicia; algunos, aun con privilegios injustificables, cumplen condena en prisión. Danilo Medina se debe a la compra ilícita y condenable de una reforma constitucional cuyas ramificaciones aun desconocemos en su totalidad. ¿A qué, entonces, responde su justificación?
Lo primero que habría que analizar es la forma en que se comunica la decisión.
¿Cuándo se anuncia? La ruptura se anuncia un lunes feriado. Eso, aunque una cuestión de forma, refleja mucho sobre el fondo. ¿Esconde algo Danilo? ¿Por qué anunciar de forma tan disimulada una decisión que, según el propio gobierno, sólo resultará en cosas buenas en el sentido de que nos abre al mercado de la “segunda economía del mundo”?
¿Quiénes? Los días de Gustavo Montalvo y Roberto Rodríguez Marchena quedaron en el pasado. Los hombres de confianza de la primera gestión del presidente han quedado relegados a un segundo plano frente al papel protagónico que hoy asume el negociante José Ramón Peralta. Por eso no debemos restarle importancia al hecho de que fuera Peralta el responsable de acompañar a Miguel Vargas a la firma conjunta del comunicado de intención en Beijing.
¿Cómo reacciona Taiwán? Como cual abandonada de un poema de Julio Sexto. No habían pasado 24 horas cuando ya había puesto precio a la dupla dominico-china. El ministro de relaciones exterior taiwanés acusó a los chinos de prometer préstamos de más de 3,000 millones de dólares el gobierno dominicano. Como si fuera poco, casi como en un coro a dos voces, los senadores Adriano Espaillat y Marco Rubio amplificaron las advertencias de los funcionarios taiwaneses al alertar sobre el historial chino de practicas comerciales fraudulentas y manipuladoras.
¡Y de repente todo cambió! En medio de este nuevo affaire diplomático aparece Danilo Medina. Fue tan sorpresivo su apersonamiento que pensé haber confundido la fecha con un 27 de febrero o 16 de agosto, únicos días en que el presidente dirige palabras a la nación. Probablemente cuidando la imagen (como si tal cosa fuera posible), utilizó 3 minutos de un discurso de inauguración de hospital en Puerto Plata para responder a las críticas externadas.
¿Qué dijo Danilo?
(1) Que se establecieron relaciones con el monstruo del oriente con el único compromiso de que este recibiera a los becarios dominicanos estudiando en Taiwán para que continuaran con sus estudios en condición de becarios.
Al margen de que la explicación/justificación de una decisión tan trascendental y controvertida se produjera en tres minutos, ¿creen ustedes que pueda una política internacional sustentarse en un grupo de becarios (posiblemente menos de 100) que ni el propio gobierno puede contabilizar? ¿Creen ustedes que los estudiantes becarios en Taiwán merecen enterarse de esa manera de que tendrán que salir de Taiwán? ¿Tanto le importan los estudiantes? En Dominicana hay millones y todos los días las pruebas internacionales nos recuerdan que no saben leer ni resolver problema matemáticos elementales.
(2) Que las relaciones se establecen sobre la base del principio de la “colaboración.”
¿A qué llamará Danilo colaboración? ¿Al esquema de operaciones estructuradas de Odebrecht? ¿Acaso no era eso colaboración?
Colaboraciones recibíamos nosotros de los taiwaneses. Cualquier intento por convencernos de lo beneficioso que sería establecer comercio formal con la China deberá ser más esclarecedor.
Avisarle a los dueños y representantes de las empresas más grandes de la República Dominicana no es conversar con amplios sectores económicos. Esa declaración vacía de que “la decisión fue el resultado de largas conversaciones” es una muestra más de lo poco que le importa al danilismo la calidad de vida de los dominicanos y dominicanas sin historia.
Y (3) que no podíamos seguir dando la espalda a la segunda economía del mundo y que debíamos ponernos del lado de la historia.
¿Qué significará estar del lado de la historia? Me aterra saberlo.
Mientras tanto, en el país donde habitamos algunos, el dólar sube, la deuda pública se vuelve insostenible, incluso para el gobierno, que ve comprometida su capacidad de repago. Ahora, con una constitución que impide la reelección del presidente, el sanjuanero busca salvavidas. ¿Será China el nuevo Odebrecht?
El anuncio de la ruptura con Taiwán es una muestra más de que los anuncios oficiales disfrazan intereses, intereses que, en un gobierno déspota y autoritario como el de Danilo Medina, deberemos saber leer y prevenir.
Cómo me dan pena las abandonadas, pero parece que los salvavidas se fabrican en la China.