La policía nacional debe ser una institución especializada, con agentes de carrera, producto de un proceso de profesionalización, estabilidad de sus funciones, ascenso por el mérito, obediencia del escalafón, con garantías de sus derechos fundamentales y laborales, para garantizar la seguridad ciudadana, prevenir el delito y garantizar el orden público.
En el país en los últimos meses, en distintos escenario de la vida nacional se habla de la necesaria reforma de la Policía Nacional, limitando ese proceso a la necesidad de adopción de una nueva normativa que modifique la actual Ley Institucional de la Policía No. 96-03, deponiendo otros aspectos medulares que permitan impulsar una profunda transformación, incorporando al proceso de profesionalización y carrera policial, dignas remuneraciones, para reducir la práctica extendida de policías mendigando en las calles, solicitando y exigiendo dádivas, regalos a cambio de favores.
No podremos avanzar con ninguna reforma, no tendremos una nueva policía, mientras el hombre y la mujer de uniforme esté en la calle en condiciones de mendicidad, mendigos para satisfacer sus necesidades mínimas y mendigando para cumplir con la funciones propias de la función policial.
El proceso de reestructuración de la Policía Nacional tiene que considerar los cambios en el orden administrativo, el urgente reajuste salarial de los miembros de la institución. De lo contrario no será posible otra policía, en condiciones de prestando un servicio de calidad, no mendigando en las calles, ni debiendo favores a los “amigos” de la policía.
La estructura de la pírrica salarial de RD$ 7,000.29, para los rasos, RD$ 8,000.26 para los cabo, RD$ 9,000.50 para sargentos, RD$ 11,000.75 para sargentos mayores o RD$ 12,500.56 cadetes, estos valores sin los descuentos legales y no tan legales que les realizan. Si no cambiamos, no será posible otra policía, con los salarios más bajo de la región, como vemos en el cuadro.
Una nueva ley de policía, es útil y puede ser necesaria, pero en su implementación también se debe acompañar de otras disposiciones y políticas que permitan mejorar las condiciones de vida y laborales de los miembros de la Policía Nacional, entre ellas, un justo equitativo sistema retributivo y de compensaciones por el servicio que prestan, además del mejoramiento de la logística, equipos y avituallamiento.
La nueva policía, la reforma en marcha, debe impulsar la profilaxis en la institución, devolver el honor y el valor del uniforme, para lo cual será necesario extirpar las prácticas y precariedades que conducen a la mendicidad policial, que no es más que el intercambio de dádivas, por favores.
Los esfuerzos por adecuar la Policía Nacional deben considerar la construcción de una institución que trabaje en colaboración con la ciudadanía, con principios éticos integrados en sus filas y apegado a la legalidad, la transparencia e integridad.
El proceso de transformación de la Policía Nacional y mejora de las condiciones materiales de sus miembros, suprimiendo la relación de intercambio de dádivas, “regalos” entre la policía y la ciudadanía, para lo cual, será necesario impulsar cambios estructurales profundos de todo el modelo, enfocando una visión de respeto a los derechos humanos de sus miembros y de su relación con la población.
Los dominicanos y dominicanas necesitan una policía acorde con el Estado Social y Democrático de Derecho, con actuaciones, prácticas y acciones de respeto de la dignidad humana, de respeto del ordenamiento jurídico, de un sistema de consecuencia para sancionar las inconductas, reduciendo los niveles de impunidad de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley.
La nueva Policía Nacional debe conducir a una nueva estructura de gestión, adecuada a la problemática delictiva, a su prevención e investigación y debe fundarse en su carácter civil, rompiendo con su práctica militarista, represiva, autoritaria. En el país urge la redefiniendo de la estructura jerárquica de la policía, saneando sus altos mandos, los cuales no responden a una visión apegada a los principios democráticos, sino a estructuras históricas enquistada en el seno de la institución.
En la institución policial se debe avanzar en el procesos de reformas institucionales, legales, que favorezcan la creación de espacios genuinos, inclusivos y colaborativos entre ciudadanos y los actores del ecosistema de las políticas de seguridad pública para favorecer la co-creación de valor público, no solo en el diseño de las políticas, sino también en los procesos de apropiación de las mismas de esa forma avanzamos en la construcción de una Policía Nacional al servicio de la ciudadanía, disciplinada, de carrera profesional.