SAFARI
“Su inusual atuendo, que imagino cortado a la medida, semeja aquella suerte de SAFARI gris puesto de moda por los maoístas en los años sesenta.”
No cabe duda de que la utilización que se hace del vocablo “safari” es una aventura fuera del radio de acción primero del vocablo. Las acepciones que han aparecido de modo tradicional en los diccionarios de la lengua española para la voz safari solo consignan las expediciones, excursiones, sitios y caravanas que se realizan con propósitos de caza o fotografía.
Sin duda alguna en la cita se alude a un tipo de vestimenta confeccionada de acuerdo con un modelo que se denomina “safari”. Hay que desentrañar este safari que no es conocido de la generalidad de los hispanohablantes.
El safari de la cita ha excedido el campo de acción de su progenitor. Ha migrado hacia las esferas de la confección masculina para describir un tipo de vestimenta.
Lo que el redactor hace en español no es admisible. Lleva lo que es característico del safari de la expedición a un tipo de chaqueta. Hasta en inglés cuando se trata de la chaqueta a que se aludió antes se especifica que es un safari jacket, es decir, lleva un apellido para centrar la noción.
Esta camisa tipo chaqueta llamada “safari” es una que lleva un cinturón de la misma tela que la chaqueta con los bolsillos plisados. Este plisado hay que entenderlo como “expuestos”, es decir, en la parte exterior de la chaqueta, no cubiertos por la superficie exterior de la chaqueta misma.
En inglés ese modo de denominar las descritas chaquetas se documentó por primera vez en el año 1951.
Además de aceptar la denominación angloamericana de la chaqueta hay que aceptar la exactitud del nombre que le asigna el redactor, sin tratar de averiguar si el diseño se corresponde con lo que la lengua anglosajona entiende por su chaqueta safari.
PUESTO EN SOLFA
“Por estos días, L. ha sentido que su imperio es PUESTO EN SOLFA tal vez porque algunos de sus empleados no han podido sustraerse al encanto de la burguesía. . .”
Esta expresión no es de mucha circulación en el español de cada día. No obstante eso es una expresión conocida al punto en que se hace necesaria alguna precisión respecto del alcance de esta.
Aunque se lea la oración copiada varias veces no se sabe a ciencia cierta cuál interpretación darle a la expresión del título porque en español cuenta con varios significados que hasta cierto punto son contradictorios entre sí.
El término solfa en su origen tenía propósitos puramente musicales, melódicos, relativo a la combinación rítmica de sonidos. De ahí migró hasta ser equivalente de paliza, castigo de golpes.
Quizá el mejor modo de aceptar este “puesto en solfa” sea en tanto que “presentar algo en su aspecto dudoso, ridículo”.
Además de las solfas más conocidas existe una compartida por los dominicanos y los nicaragüenses. Ese significado es: “palabrería o mentiras”. En República Dominicana es frecuente que alguien le espete a otra persona: “no me vengas con esa solfa”.
En Argentina y Uruguay “tomar en solfa” algo o a alguien es hacerle objeto de bromas, no tomarlo en serio.
PIJAMA
“Siguió la dirección de los gritos y se encontró a una mujer desesperada abrazando a una niña pequeña vestida con un PIJAMA rosado.”
No hay lugar a hacerse la pregunta de si hay algo que anda mal con “pijama” como vocablo reconocido por todos los hablantes de español. Lo que sí tiene interés es la historia del término en sí mismo.
En estos tiempos modernos en que se levantan las voces con tanta frecuencia contra las infiltraciones de voces ajenas a la lengua española, sobre todo las que proceden de los predios del inglés, es interesante investigarle los genes al dichoso pijama que se menciona sin prurito en todo el ámbito de la lengua española.
La voz pajamas, así en plural, se conoce en lengua inglesa desde el 1800. Ya en 1883 empezó a utilizarse en esa lengua en singular: pajama. Al español llegó la voz en singular hacia el año 1920, según Joan Corominas. Los británicos habían tomado la voz del indostaní que definía el pantalón bombacho de los mahometanos. En sí es una palabra compuesta de dos otras que significan pierna una, y vestido la otra.
El vocablo payama comenzó a usarse en América en el año 1920 y, este se tomó del americano pajamas. Resulta que en Inglaterra también es posible escribir pijamas. Hay que tener en cuenta que a pesar de terminar en vocal A, se considera la indumentaria de dormir de género masculino. La definición incluye que es una vestimenta compuesta de dos piezas: chaqueta y pantalón.
Con respecto de esta indumentaria hay que aprovechar la oportunidad para mencionar algunas expresiones que existen en el español dominicano. “Tener a alguien con el pijama puesto” equivale a castigarlo. Vale para expresar que el sujeto del castigo no puede abandonar la casa. Otra forma de expresarse es decir que un “hombre que se respeta duerme con pijama”.
Lo que aquí se narró es parte de la historia del pijama. En algunos países dicen que ponerse el pijama de madera sirve para indicar “morir”, por alusión al ataúd que para las personas sobrias no es más que una caja de madera.
HALAGUEÑO – HALAGÜEÑO
“También hay titulares más repetidos que hablan de otras cosas menos HALAGUEÑAS.”
Puede ocurrirle al lector, que sin parar mientes en la falta en que incurre el articulista, lea y pronuncie en su sentido derecho la palabra que ha escrito mal el autor de la frase. Cuando algo parecido a lo mencionado sucede es porque la inteligencia humana es algo sorprendente que logra reparar los entuertos ajenos.
Ya se ha dado a entender que la forma de escribir correctamente el vocablo del título es con la diéresis, conocida también como crema. Es lo que se llama un signo gráfico diacrítico porque sirve para representar un sonido distinto del significado por esa letra.
En español cuando se coloca la diéresis sobre la vocal U en los grupos constituidos por gu + e, señala que dicha U debe ser pronunciada, como en “halagüeño”. El mismo fenómeno se produce cuando la crema se pone encima de la U, cuando se encuentra después de la G y antes de la I, como en gu + i. Los antillanos saben muy bien cómo escribir y pronunciar la güira, el güiro y todo lo demás del mismo tipo.
Antes de cerrar esta sección. Halagüeño es que halaga; que lisonjea o adula. Que atrae con dulzura y suavidad. En los registros modernos del habla también vale para expresar que eso que se califica de halagüeño es incitante o prometedor.
VENDER
El verbo vender es harto conocido en el español de todos los días. No obstante lo antes escrito este tiene una significación muy particular en República Dominicana. Naturalmente este significado del español dominicano en nada contradice todas las demás acepciones comunes que comparten los dominicanos con los demás hispanohablantes.
Este significado quizá es una curiosidad en la sociedad actual y ya no se usa con tanta frecuencia como se hizo en el pasado. Ya las parejas de hombre y mujer rara vez caminan por las aceras del modo en que se acostumbraba a hacer en el Santo Domingo de hace más de cincuenta años.
Se aplicaba este verbo a la situación que se producía cuando un hombre que acompañaba a una mujer en la acera le permitía que esta ocupara el sitio más cercano a la calle. Se decía “que la estaba vendiendo”.
Se consideraba poco cortés el que la mujer estuviese expuesta a los peligros del tránsito vehicular. Se catalogaba la situación diciendo que el hombre estaba “vendiéndola”.
Es posible que con la igualdad de géneros que se pregona en la actualidad este tipo de cortesía se haya perdido o por lo menos que haya caído en desfavor del segmento joven de la sociedad moderna.
COMER
Este es otro verbo que merece que se le saque su sección aparte. Esto de esta manera porque en República Dominicana el verbo tiene significaciones que no son comunes a todos los hispanohablantes. Desde luego, los hablantes de español dominicano conocen y usan las acepciones generales del verbo.
Por lo general se utiliza el verbo en tercera persona del singular y va conjugado como verbo pronominal y lleva el pronombre de objeto antes del verbo. Así dicen: “Se la comió el tercera base con la atrapada que hizo”.
Un rasgo llamativo del verbo es que al definirlo le colocan el complemento para decir que su infinitivo es: comérsela. No puede negarse que este verbo conjugado de este modo tiene otras connotaciones menos publicables. Se usa para indicar que un hombre realizó el coito con una mujer.
El DAA consigna algunas de las acepciones de algunas de las expresiones que se emplean en República Dominicana para este verbo. Entre estas pueden citarse: “comerse un cable” que en registro popular es pasar alguien por una situación económica precaria. Algunos dominicanos no se conforman con “comerse” el cable, sino que se lo tragan.
El diccionario mencionado en el párrafo anterior también trae a “comérsela”, para los venezolanos, con el sentido de superar una prueba o una situación difícil o comprometida.
Se recuerda aun que quien posiblemente introdujo este verbo en República Dominicana fue el narrador deportivo Rafael Rubí, quien puso a circular muchas locuciones a través de las narraciones que hizo del béisbol dominicano.
Los dominicanos comparten con los puertorriqueños la acción de “comerse la luz” para indicar que un conductor avanza con el vehículo haciendo caso omiso de la señal del semáforo. Adviértase de inmediato que aquí hay un poco de intromisión del angloamericano porque al semáforo lo llaman “luz”.