Una amiga muy perspicaz me arrojó a la cara la siguiente idea: “¿Si tú le has clavado la estaca en el corazón a Drácula, habría alguna razón que te empujara a sacársela?”

Por mi formación y mi lectura de Emil Benveniste sé que en el nivel de categoremas solo la proposición encarna una clase de expresión lingüística. Hablábamos de política, es claro que necesitaba entender las unidades distintivas del contenido proposicional. Siempre sagaz, mi amiga despejó el enigma: “Danilo Medina, obligado a renunciar a su proyecto continuista era impensable.  El que Danilo Medina no haya logrado la modificación de la constitución para reelegirse es como clavarle la estaca en el corazón a Drácula”. La metáfora suele ilustrar fehacientemente costados de la realidad, porque traslada las cualidades más sobresalientes de una cosa u objeto, para compararlas entre sí. La reelección en la historia particular del pueblo dominicano es un lastre inconmensurable que ha deformado toda la vida institucional del país. Danilo Medina, el Drácula metafórico de la historia contemporánea, con su estaca clavada en medio del corazón al no poder imponer la reelección, espanta el desasosiego de los ciento setenta y cinco años de vida republicana en los cuales el continuismo ha logrado imponerse. Es sobre la reelección que se ha edificado la estúpida y trágica historia de nuestra aventura espiritual, el largo martirologio de nuestras vidas. Drácula (la metáfora encarnada por Danilo Medina) con su estaca en el pecho, es pues un triunfo histórico del pueblo dominicano.

¿Por qué mi amiga apelaba en el debate a la imagen de Drácula con su corazón atravesado por la estaca? ¿Por qué cuestionaba si alguien era capaz de sacarle la estaca del corazón a Drácula?

Porque en la inconsistencia del bestiario político dominicano, la forma del danilismo reponerse de la frustración es organizando una reelección postergada. Usando todo tipo de recursos, la maquinaria danilista rápidamente se ha movido hacia otro intento de modificación de la constitución, esta vez con la finalidad de “rehabilitar” a Danilo Medina. Y lo curioso es que hay sectores de la “oposición” que se han manifestado dispuestos a apoyar una “rehabilitación” de Danilo Medina. Según mi amiga, eso equivaldría a “sacarle la estaca a Drácula”. El bestiario político dominicano está anclado en el siglo XIX, y ven con naturalidad todo el estropicio que desde el poder practican los gobernantes. A Danilo Medina no hay que rehabilitarlo de nada, el precepto constitucional que en él se ha cumplido, es una fórmula legítima de ir fundando la convivencia en el respeto a las leyes. El lo hizo todo para vulnerar la constitución nuevamente, y no pudo.  La Comisión de Venecia dio una fundamentación jurídica al rechazo de todas las estratagemas que los gobernantes latinoamericanos suelen esgrimir para prolongarse en el poder. Nuestra historia es particularmente rica y traumática respecto de estas maliciosas propuestas. Horacio Vásquez se había apegado al poder con una enorme pasión, y forzó una modificación constitucional que, el 17 de junio de 1927, prorrogó su mandato por dos años. Lo que se derivó de ahí, desgraciadamente, está grabado con tinte indeleble en el cúmulo de nuestras vicisitudes como país. Hay una relación dialéctica entre el continuismo y la corrupción, y los gobiernos de Danilo Medina representan el más alto nivel de la corrupción histórica de la vida republicana.          

Ese bestiario político asume el más elevado comportamiento irresponsable de la historia, cuando plantea apoyar la “rehabilitación”. Que Danilo Medina no haya podido imponer su reelección a pesar de que maneja a su antojo todo el aparato institucional del país, es una significativa victoria de la democracia. No es que él no quiso, no es que cumplió su palabra, no es que asumió el precepto constitucional por ser un demócrata; es que no pudo contra la crispación social y política interna, y contra la presión internacional. Si ese bestiario político de la “oposición” ayuda a sacarle la estaca a Drácula, se jodieron. ¿Sacarle la estaca a Drácula? Sospechoso, sospechoso, sospechoso.