Los recursos naturales han sido, por cientos de años y a lo largo de la historia de la humanidad, la principal fuente de desarrollo económico, social y político. Los cambios económicos han tenido, a su vez, puntos de cambio asociados a variaciones de vital importancia en los patrones de desarrollo, los cuales han desencadenado cuatro revoluciones industriales que iniciaron a mediados del siglo XVIII. Sin embargo, es la hora impulsar transformaciones que logren reducir la huella de consumo ambiental.
Actualmente, estamos consumiendo e impactando el equivalente a 1,5 planetas Tierra, lo que significa que estamos utilizando un 50% más de las capacidades de nuestro planeta para cubrir las necesidades de más de siete millones de personas, y la población sigue aumentando.
En contextos complicados como la actual pandemia, ya existe un rezago importante en la obtención de las metas planteadas a nivel regional con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el año 2030. La tasa del desempleo llegaría para el 2020 a un 11% en Centroamérica y República Dominicana con una caída del PIB del 7,7% de acuerdo con la CEPAL, afectando los indicadores de mejora planteados con relación a la pobreza extrema y multidimensional, acceso a la educación, salarios dignos y equitativos, protección al medio ambiente, ciudades sostenibles, entre otros aspectos de muchísima relevancia para los países de la región donde se ha realizado que la movilidad física no necesariamente conlleva a la productividad económica tradicional y que se puede mejorar la calidad de vida sin la falsa necesidad de consumir de manera descontrolada a partir de lo que nos ofrecen.
Las crisis siempre traen algo positivo, por lo que es necesario realizar un punto de inflexión que puede traer oportunidades de mejora donde, ahora más que nunca, realizar una transformación transversal, tanto organizacional como comunal, desde abajo hacia arriba y a la inversa, eliminando la economía lineal, donde se extrae, transforma, utiliza y desecha, hacia una economía circular donde impere el uso de materias primas secundarias, gestionando eficientemente los recursos naturales, fomentando la restitución del capital natural donde exista un ahorro en el consumo, así como, incentivos de innovación tecnológica e impulso de los negocios basados en economías colaborativas.
El cambio en los patrones de producción y generación de riqueza lineal hacia la economía circular (muy alineada a temas ambientales) y economía esférica (alineada a crear impactos positivos ambientales, sociales y económicos) generan una transparencia en las operaciones comerciales en todos los niveles económicos, tanto en organizaciones multinacionales como en Pymes, que tanto impacto positivo producen en nuestros entornos a nivel social y económico. La rendición de cuentas lograda mediante la transformación organizacional donde se incorporen los tres pilares de la sostenibilidad (ambiente, social y económico) serán la base de las economías y sociedades donde impere la transparencia en las operaciones. Mediante la homologación de los procesos de auditorías de cumplimiento en las estrategias de Responsabilidad Social Corporativa, certificaciones ambientales y/o galardones voluntarios en las organizaciones y sus cadenas de suministro, logran una transparencia en los procesos productivos, generando valor de marca, disminución de riesgos reputacionales, así como, una mejor adaptación al cambio climático.
Los retos son importantes, sin embargo, las oportunidades de mejora y cambios en los patrones de consumo son vitales donde impere la sensibilización y conciencia por parte de todos los actores sociales, para lograr una transformación real a nivel global donde la huella de consumo cada vez sea menor, estimulando la reutilización de materia prima, los diseños sostenibles, optimización de los recursos naturales y tecnológicos donde se evite el desperdicio y las malas prácticas medio ambientales.