De que somos un pueblo machista no nos cabe la menor duda, y lo expresamos en mil y una manifestaciones de nuestra vida diaria, en política, en el trabajo, en los cargos, en los sueldos, en los deportes, y hasta sonándonos los mocos. Mi amigo y también publicista José Martín M. cuenta el chiste de Rudibelkis Antonio con gracia inigualable, y me atrevo a reproducirlo aquí con el permiso y perdón de las féminas, porque retrata bien la figura-cliché de ciertos personajes del tigueraje local, que por nacer con posibilidades de tener barba o bigote, se creen superiores al maravillosos e inigualable sexo femenino.
Si bien es un chiste para ser contado de viva voz y así hacer el sonido de acentos extranjeros, intentaremos adaptarlo mejor posible al lenguaje escrito. Se trata de un congreso mundial feminista donde las mujeres exponen lo que han logrado con sus maridos, aplicando una política de línea dura e igualitaria en los trabajos caseros, que son en apariencia sencillos, pero que agotan en un par de días al más pintado de los fortachones.
Comienza la primera expositora -Hola, soy Tatiana Feminova, de Moscú (póngale aquí acento ruso) yo le dije a Igorrr, mi marrrido: tú cocinarrr carrrne, mucha carrrne, muchas papas y limpiarrr la bañerrra, ¡y querrrer verrr rrresultados rrrápido!.Pasarrr un día, y no verrr nada, pasarrr dos días, y no verrr nada, pasarrr tres días, y ver mucha carrrne y muchas papas cocinadas en la mesa, y la bañerrra mucho limpia. Aplausos, vítores y algarabía increíble de las asistentes
Siguiente turno.-Helo, My name is Jennifer, de Arkansas, (póngale aquí acento gringo) pues yo decir a mi marido así: Jhon, tú cortar la grama, pintar la casa, y niños todos limpiar, cambiar y peinar y llevar a colegio, ¡y querer verlo rápido! Pasar un día, y no ver nada, pasar dos días, y no ver nada, pasar tres días y ver grama cortada, casa pintada y niños limpiados, cambiados y peinados y llevados a la escuela. De nuevo, aplausos desenfrenados, alegría de locura entre las asistentes. Así pasan las representantes de Francia, España, Italia… con el mismo tono: primer día no ver nada, segundo no ver nada, tercer día ver todo lo ordenado de manera impecable, por fin mostraban pruebas patentes de haber domado a los maridos en muchas partes del mundo, mostrando carácter y determinación.
Al final, le llega el turno la dominicana.-Hola more…hola tú….hola todas…Mi nombre es Rudibelkis Antonio… (póngale aquí el más puro acento de barrio)… yo vivo en Las Cañitas…estoy ajuntada con Julito…el hijo del colmadero… el otro día cuando él jugaba dominó con Tito, Mon, Papo y los otros tigueres del barrio, le voceé: ¡Juliiiitoooooooooo, ven a lavar los platos, a recoger la mesa y a tender la ropa!, ¡y quiero verlo rápido! Pasó un día, y no vi nada. Pasaron dos días, y no vi nada, fue al tercer día que comencé a ver un poco, y muy borroso… por el ojo derecho.
La violencia de género al estilo Julito es un amargo pan nuestro de cada día, no sólo en los estratos menos favorecidos, sino en todas las capas de la sociedad dominicana, y no solo es privativa de aquí, sino de demasiados países de por allí. Ahí están los números anuales de mujeres asesinadas por sus parejas que no nos dejan mentir, sin contar las maltratadas o heridas de consideración ya sea de manera física o psicológica ¿Las causas? Todas las que usted quiera, celos, desamor, venganza, sadismo, dinero… el caso es que este es un comportamiento que se debe abordar desde la misma escuela primaria hasta en el trabajo, evitando y castigando el llamado a ahora “Buling”, en inglés, raíz del árbol de la agresión que crecerá después, y que no es más que nuestro ancestral abusar y fuñir la paciencia de los que consideramos más débiles o vulnerables. Ojala los chistes como el de nuestra Rudibelkis desaparezcan pronto de nuestro mapa humorístico. Aunque, hay que reconocerlo, tiene su gracia.