En símbolo de indignación transformaste las redes del ciberespacio, más que nombrar tu nombre, hay que dejar fluir cada imagen tuya como el mismo laberinto del viaje  que encarna el olvido de esas jóvenes arrojadas como escorias en cualquier punto disecado del país. Es por eso, que entre zonas grises y amuralladas tu rostro, Emely, despojado de  sonrisa  se localizó  en los vertederos de una cultura que no escapa al tiempo cíclico, de la danza de la muerte y lo putrefacto. Aun dentro de la modernización y los tiempos cibernéticos seguimos transido,  lo único que, al ritmo del huracán Irma.

En mi texto "La dominicanidad transida: entre lo virtual y real"(2017), explico cómo hay una franja de dominicanos pobres que son los transidos que se autoreconocen como los protagonistas de la historia cíclica cada año: alerta roja, amarilla y verde, que presagian enfurecidos aguaceros, ráfagas de vientos, huracanes e inundaciones.

Estos dominicanos han vivido transidos por condiciones atmosféricas como vaguadas, precipitaciones fuera de la temporada ciclónica y por los mismos signos de rotación de la temporada de huracanes y tormentas severas como: David, Federico, Noel, Olga, Sandy; todos estos pobres transidos han participado una y otra vez en el mismo escenario de las precipitaciones en cualquier mes del año y de manera puntual en cada temporada ciclónica. La Defensa Civil y los medios de comunicación cumplen sus funciones, junto a las redes sociales del ciberespacio, para completar el montaje cibernético de lo virtual, el cual nos invita a presenciar la realidad de esa inmensidad de pobres que viven “Bajo el culo del sapo”(Fischer,1998) y condenado por las tormentas, los ciclones e inundaciones provocadas por las lluvias, las precipitaciones y los desbordamientos de los ríos y las cañadas que afectan las actividades agrícolas, comerciales y productivas del país.

Los dominicanos transidos envueltos en una democracia bloqueada, son los que viven condenados a las evacuaciones permanentes; como Sísifo, repiten una y otra vez el mismo suplicio, que se escucha a lo largo y ancho de la República Dominicana; son jinetes cabalgando con el dolor, el sufrimiento y la angustia que se les repite cada año. Como protagonistas de esta vida transida viven en un ir y venir de los golpes huracanados que les dan la vida de manera intensa. Tan intensa como en el título del poema “Transido, salomónico, Decente”, de Cesar Vallejo, en que lo transido martilla fuertemente palabras como:” inatacablemente, impunemente, negramente, husmeará, comprenderá; vestiráse oralmente; inciertamente irá, acobardaráse, olvidará”. (1971:285).

En fin, esos dominicanos transidos del tiempo cíclico de temporada ciclónica, son los enmudecidos y entristecidos, despojado y excluidos de la otra cara de la modernidad, que tiene que ver con los tiempos cibernéticos que se mueven en redes sociales virtuales.Y es que lo transido nos invoca a esa condición humana frágil que se resitúa en la condición moderna, que siempre es crítica y creativa ante la herida abierta de la pobreza como carencia de bienes materiales y de miseria espiritual que no ha podido ser curada por la modernización.