Cuando la Casa del Caribe de Santiago de Cuba, me distinguió con el “Premio Casa del Caribe”, una hermosa mujer de ojos verdes fue asignada como mi edecán y como parte del personal encargada de relaciones internacionales.
Ahí nació con esta laboriosa mujer cubana, una profunda y fraternal amistad que se renovaba cada año en la celebración de la Fiesta del Fuego o Festival del Caribe, así como para la celebración del carnaval popular de Santiago de Cuba.
Rosanna dominaba cinco idiomas y tenía tres maestrías en las áreas de: Cultura, Economía y Relaciones Internacionales. Conocía su ciudad y su cultura como pocas personas. Era hija y amante orgullosa de la revolución cubana.
Me condujo por todo Santiago, guiándome y dándome todas las explicaciones. Estuvimos en la casa-museo de Frank País, el mártir y patriota, que siendo un joven de hogar cristiano, era el jefe de la resistencia del Movimiento 26 de Julio, el responsable para Santiago de Cuba, coordinador del apoyo a la guerrilla de Sierra Maestra, el cual tenía relaciones directas con Fidel, el Comandante de la Gloria.
Frank fue asesinado por la policía represiva y asesina Batistiana. Rosana me llevó a ese lugar. Su entierro fue un acontecimiento único y trascendente que fortaleció la guerra revolucionaria. ¡Murió para nacer!
Con Rosanna fuimos al cementerio-santuario de Santa Efigenia, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, donde hoy está enterrado en una roca el comandante en Jefe Fidel, visitando allí el mausoleo del inmaculado José Martí, la tumba de Miguel Matamoros, así como del pintor y artista dominicano Desangres, entre otros.
En ese campo santo, espacio sagrado de patriotas, Rosanna nos acompañaba cuando le rendíamos todos los años un homenaje a Joel James, director de la Casa del Caribe, mi amigo, el intelectual cubano más completo, más profundo, mas irreverente, más crítico y creativo que he conocido.
Joel, amante de la cultura popular, era un admirador del Perico-Ripiao. Se lo gozaba y lo disfrutaba como pocos. Varias veces, llevábamos a su tumba en Santa Efigenia un Perico-Ripiao que le tocaba tres merengues.
Atraves de Rosanna, hicimos amistad con el artista Alberto Lescay, escultor y pintor extraordinario, autor, entre diversas obras, del imponente monumento en honor de Antonio Maceo, el Titán de Acero, comandante héroe, compañero de armas del Generalísimo Máximo Gómez.
Durante el festival del Caribe, Rosanna nos acompañaba religiosamente a la ceremonia de la empaca que organizaba y dirigía, en su barrio de Tierra Blanca, frente a su casa materna, el inmenso artista de Lescay. Este creativo, es autor también del imponente monumento del Cimarrón, en la mina del aguerrido poblado del Cobre; donde está la catedral que alberga a la patrona de Cuba, la Virgen del Cobre, donde los guerrilleros cuando bajaron victoriosos depositaron allí como agradecimiento cachuchas, charreteras, balas, camisas, pantalones, zapatos, rosarios, etc.
Una tarde calurosa, pero hermosa, clásica de Santiago de Cuba, Rosana me llevó a conocer a su estudio al inmenso artista naif Zúñiga, a partir de aquel encuentro, nació entre este virtuoso y nosotros, una amistad llena de admiración y respeto. Varias de las máscaras de carnaval que llevaba para participar en el festival del Caribe, quedaron en sus manos y algunos cuadros de él los venero con orgullo.
Rosanna cumplió a cabalidad su papel como edecán, nos guio por múltiples lugares como fueron: al desfile de la serpiente del festival del Caribe, al carnaval, a la quema del Judas, a las presentaciones artísticas-culturales del Parque Céspedes, el más iluminado del mundo, a Guantánamo, a las presentaciones artísticas del Teatro Heredia, recordando siempre las presentaciones históricas de Johnny Ventura, Oscar de León y Sonia Silvestre, así como las visitas inolvidables a la Comparsa de los Hoyos, la conga más espectacular del mundo.
Al cumplirse los cuarenta años de la gloriosa Revolución de Abril del 65, a Julio Encarnación y a mí, Rosanna nos apoyó en el montaje de una exposición de fotografías de este acontecimiento a nombre de la UASD, en una galería que está en el espacio del histórico Cuartel Moncada, símbolo de la lucha revolucionaria. Al concluir dicha exposición, estas fotografías le fueron donadas a la Biblioteca Emilia Carpe, bajo la custodia de la misma Rosanna para futuras exposiciones
En fin, no hay un solo lugar de Santiago de Cuba, en el que Rosanna no compartiera y estuviera con nosotros (Julio, Odalis, Quiquito, Margarita, Almanzar, Chío, Temito, Emilio, Sandy, Amarilis, etc.). Villa Trópico fue refugio de todos. Ahí estaba Rosana con nosotros, al igual que en el Reparto José Martí, junto con los diversos gaga de la región, encabezados por la Reina Titina, imponente y hermosa.
Hace unos meses, de forma silente y sin despedirse, decidió partir de este plano, fue a reunirse con Vilas, Joel, Fidel, Frank País, Camilo, Máximo Gómez, Antonio Maceo y el Che. ¡Hasta luego, hermana!