"Ën la poesía y en la locura hay un mismo soplo". (acob Fijman. Poeta judeo-argentino)
Estimado Diógenes:
No imagina cuán grande fue mi orgullo cuando fuiste merecedor de una beca para seguir tus estudios literarios en la Universidad de París VIII en Francia. Aquello ocurría en los lejanos años de fines de los 60, cuando nos conocimos y fuimos compañeros de estudios en La Escuela de Idiomas en la UASD.
A tu regreso al país, de inmediato pusiste manos a la pluma y empezaste a descollar en nuestro mundo literario como poeta, ensayista, narrador, periodista y crítico literario hasta lograr el galardón de Premio Nacional de Literatura en el 2007. Enhorabuena!
De hecho, has mostrado tus conocimientos en tus múltiples publicaciones, en las cuales has expresado libremente los brotes de tu emoción estética, cualesquiera que fuesen, siempre con el fin de dejar plasmadas tus vivencias que generalmente vienen transfundidas con las ajenas. El lector las ha recibido sea con agrado, sea con desaprobación o desagrado, según los cánones estéticos de cada uno.
Al escribir, establecemos un estrecho vínculo con un misterioso espíritu omnipotente, un espacio escondido generado por el apego medalaganario de cada uno, que se conoce como ¨Inspiración¨. La medicina psiquiátrica señala, entre lo que es probable señalar sobre los secretos de la mente humana, que la manera de pensar de los poetas y escritores es ¨anárquica¨, ¨ajena a la realidad¨, ¨ilógica¨. Es posible, pues, pensar que esa manera de pensar, de ese ¨fluir marginal de la conciencia¨, que todos hemos sentido al escribir, es muestra de ¨locura¨. Muy contundente la palabra ¨loco¨, ¨loca¨, en boca de un médico; no así en la boca de cualquiera de nosotros, meros escritores desconocedores de la displina que estudia las enfermedades mentales. Vayamos a saber si a nosotros también se nos considera ¨locos¨, y a mi ¨histérica¨, por mi condición de mujer.
Es justo recordar de dos de las obras más cimeras de la literatura universal son representativas de la locura de sus protagonistas. Hablo, por supuesto, de El Quijote y de Hamlet. Cuando el último le dice a Polonio que ¨sólo el loco vive cercano a la verdad¨, no soy quién para dar una respuesta a esas palabras. Lo que sí es cierto es que desde Platón en la Antigüedad, el poeta fue considerado un transgresor a lo establecido, y por tanto, una extrañeza comparable, para la época pasada, con enajenación o locura. Bastó llegar a la Modernidad con Foucault, Baudelaire, Edgar Allan Poe, Jack Kerouacy muchos otros, para restablecer un cimero lugar a todos aquellos que ataño hubiesen sido considerados ¨extraños¨. “diferentes”, “disociales”, siendo no que dignos representantes del deseo de transformer, por medio de su obra literaria o artística, una realidad indudablemente ¨enajenada¨, de la todos, quizás, deseamos escapar.
atentamente, tu compañera de estudios,
Lisette Vega de Purcell