5. La revolución de la mayoría
Rosa Luxemburgo había explicado muy bien la diferencia entre los métodos de obtención del poder in extremis de la burguesía y los de la clase trabajadora. En el manifiesto ¿Qué quiere la Liga Espartaquista?, se expone lo siguiente que merece la pena citar:
”En las revoluciones burguesas el derramamiento de sangre, el terror, el crimen político eran las armas indispensables en manos de las clases ascendentes. La revolución de los trabajadores no necesita del terror para sus fines, odia y repugna todo atentado a la vida humana. No necesita de este medio de lucha porque no combate a los individuos, sino a las instituciones…no es el desesperado intento de una minoría de modelar el mundo a base de violencia de acuerdo con su ideal, sino la acción de las masas populares que están llamadas a desempeñar una misión histórica y a convertir la necesidad histórica en realidad”. (G. Badia,II, 1971, p.111 y ss. Negritas del autor CJBE)
Así se encontraba la escena política cuando se reunió el 16 de diciembre el primer Congreso de Trabajadores y Soldados que concluyó cinco días después el 20 de diciembre de 1918. La composición del mismo reflejaba el predominio del PSD y los socialdemócratas Independientes, con 228 y 80 respectivamente, y sólo 10 espartaquistas, de un total de 498 delegados.
Frölich señala que representaban más el pasado que el presente, ya que eran quienes fueron elegidos en los primeros días de la revolución, quizás si se hubieran realizado unas elecciones previas al Congreso la composición hubiese sido distinta, pero especular sobre eso es hacer historia contra factual, algo sin interés en nuestro enfoque. Los espartaquistas hicieron un llamado a que las masas de Berlín apoyasen este Congreso y ésta respondió con una de las más manifestaciones más grandes de la época.
Sin embargo, el fruto del mismo no fue el esperado. El Congreso decidió entregar el poder ejecutivo y legislativo al Gobierno, o sea, al Comité de los Comisarios del Pueblo, como era llamado el Gobierno dominado por los socialdemócratas. También se fijaron elecciones a la Asamblea Nacional para el 19 de enero de 1919. La ocasión de tomar el poder se diluyó.
Desoyeron lo que propuso la Liga Espartaquista: supresión del gabinete gubernamental de Ebert, Scheidemann y Hasse, desarme de las tropas que no reconociesen la autoridad de los consejos de soldados y trabajadores, desarme de la llamada guardia blanca derechista y crear una Guardia Roja.
Rosa Luxemburgo explicó el fracaso con este análisis el 21 de diciembre en Bandera Roja:”En todas las revoluciones anteriores los contendientes luchaban abiertamente, clase contra clase, programa contra programa, escudo contra escudo. Pero en la revolución actual los paladines del antiguo orden no se presentan bajo el escudo y el estandarte de las clases dominantes, sino bajo la bandera de un partido socialdemócrata”. Y ese partido en Alemania había sido históricamente el partido del grueso de la clase trabajadora, su defensor, su portavoz, su organizador.
Ebert consideró que ya era hora de restablecer el orden. Para él los principales objetivos de los socialdemócratas se habían logrado políticamente y el resto debía esperar para lograrse posteriormente. Había que hacer que el orden reinase en Berlín y en toda Alemania.
Las tropas atacaron al Grupo de la llamada Marina Popular, que resistió el ataque. Se entablaron negociaciones y les concedieron algunas de sus reivindicaciones. La consecuencia política de dicho ataque fue que los tres miembros PSD Independiente (USDP) dimitieron del Gobierno. Hubo ataques al periódico Bandera Roja e incluso detuvieron a Karl Liebknecht pero fue puesto en libertad. Rosa Luxemburgo, por su parte, tenía que dormir cada noche en un hotel diferente para no ser agredida por las tropas gubernamentales o los paramilitares de los llamados cuerpos libres o francos.
Los Independientes del USPD estaban también divididos, un sector consideraba que debían actuar siguiendo las directrices de los espartaquistas, otros que era necesario volver al gobierno y tomar distancias de la izquierda. Se discutía mucho en ese partido sobre la necesidad de alejarse de lo que consideraban un método revolucionario ruso al que oponían otro Alemán.
El partido Independiente se dividió, unos retornaron al partido socialdemócrata y otros, los más radicales, se aliaron con los Espartaquistas o mantenían posiciones aproximadas. Pero éstos ya estaban convencidos que no debían seguir con los Independientes, que tenían que crear su propio partido autónomo, para que los trabajadores tuvieran en ellos su portavoz, el KPD, el Partido Comunista Alemán.