Rosa Luxemburgo en un personaje histórico. Es la mujer teórica marxista más importante del movimiento  socialista y de los trabajadores. Murió además de manera trágica, asesinada por las Freikorps -cuerpos francos paramilitares-, que la mataron siguiendo órdenes del encargado político de la represión Gustav Noske, Ministro de Guerra, ex dirigente sindical de la socialdemocracia.

Rosa Luxemburgo representaba en el movimiento socialista internacional posiciones de izquierda, antibelicistas, antiimperialistas y contrarias a que los partidos socialistas (que entonces, buena parte de ellos, se auto denominaban socialdemócratas), apoyaran a sus respectivos gobiernos para ir a la guerra.

Para ella el objetivo último del conflicto bélico era por intereses mercantiles: ganar mercados, nuevos repartos territoriales y coloniales y, supremacismos nacionales imperialistas. Nada de eso tenía ningún interés objetivo para las clases trabajadoras del mundo y mucho menos para las europeas.

Sin embargo, los partidos más importantes numéricamente, que representaban a las clases trabajadoras claudicaron ante los intereses de sus burguesías y las cúpulas militares y arrastraron a sus pueblos a la carnicería bélica.

Rosa Luxemburgo se reveló contra esas tomas de posiciones y con un pequeño grupo de ex dirigentes y militantes de la socialdemocracia alemana, fundaron la “Liga Espartaquista”, que junto a los Socialdemócratas Independientes, organizaron la resistencia contra la guerra y después alentaron la llamada “Comuna de Berlín”, que trató que los trabajadores alemanes conquistaran el poder político. El resultado fue el ya señalado, su asesinato, al igual que el de Karl Liebknecht, el 15 de enero de 1919 (hace ya 102 años).

Rosa Luxemburgo no sólo fue una activista política sino la más importante teórica socialista de su tiempo y, lo más importante, sus ideas, su pensamiento político, sigue teniendo una gran actualidad. Sobre todo, cuando tras la disolución de la URSS y el derrumbamiento de todo el sistema y de los métodos estalinistas; estandarizados y aplicados en casi todos los países que se reclaman del “marxismo-leninismo”. Tras ello, el socialismo basado en la tradición marxista, busca una renovación. Un “aggiornamiento” o puesta al día, que le haga ganar de nuevo las mentes y el corazón de las mejores personas, sin renunciar a las ideas claves del marxismo de Marx y Engels.

En esta coyuntura Rosa Luxemburgo emerge como figura teórica clave, ya que en sus libros combatió, desde su surgimiento, el revisionismo y el reformismo de Bernstein y otros. Defendió la necesidad de la toma del poder político por las clases trabajadoras, por la mayoría social.

Expuso que el reformismo no era un sustituto de la revolución social, sino un medio de ir mejorando las condiciones de vida del pueblo, pero que la meta seguía siendo la emancipación de los trabajadores, de todo el pueblo.

Combatió las posiciones de los socialdemócratas que se iban acomodando a una colaboración con las burguesías e incluso con el militarismo agresivo imperialista, poniendo a sus organizaciones a realizar los objetivos burgueses a cambio de recompensas insignificantes o ilusorias, mientras los reales beneficiarios de la misma eran  éstas burguesías y sus representantes políticos. Esta política desarmaba ideológica y políticamente a los trabajadores y a la inmensa mayoría del pueblo y retrasaba el proceso de emancipación.

Por último,  pero no menos importante, Rosa Luxemburgo aunque apoyó y defendió la revolución social en Rusia liderada por los bolcheviques, hizo una crítica aguda y casi profética de sus métodos, los cuales consideraba no iban a contribuir a la auto emancipación de la mayoría social.

Calificó de dictadura burguesa invertida lo que hacían Lenin y Trotsky, ya que para ella, los métodos del proletariado (de la clase trabajadora asalariada), tenían que ser democráticos no de imposición autoritaria. Otras clases sociales en el poder habían usado y utilizan todavía el terror, la dictadura, la tiranía, pero para la clase trabajadora, las más amplias libertades eran su elemento natural y la base política necesaria para su auto emancipación.

De ahí aquello de que la libertad es siempre para el que piensa diferente a nosotros. Si la libertad fuera libertad para el que piense igual, el camino  hacia la dictadura de una minoría y de unanimidad forzada totalitaria, está predeterminada.

El socialismo se vería truncado y el único camino viable sería un capitalismo de Estado (o un Estado “obrero” degenerado), por más social que sea el reparto del excedente producido. Tendríamos otro régimen social pero no el socialismo.

El socialismo viene unido con la más amplia democracia participativa, una democracia integral, bajo la égida, no burguesa, no de una minoría  política que monopoliza el poder, no de la alta burocracia, sino la democracia de la mayoría social, una democracia del todo el pueblo trabajador.

Ese es el socialismo democrático que nos propone Rosa Luxemburgo.