Las medidas establecidas por el gobierno con el fin de evitar la propagación del COVID-19 incluyeron desde el inicio el distanciamiento social, reforzado por un toque de queda, lo que hecho un hecho relevante porque implica cambios en las rutinas social, hogareña y laboral.

Quiero concentrarme en tres escenarios que me motivaron a escribir este artículo.

Tan pronto como la permanencia en casa se hizo perentoria para evitar contagios, saltaron a la palestra pública, a través de las redes sociales, como si se tratase de un chiste, videos de artistas, personajes reconocidos y otros no muy conocidos en el ámbito social, quienes retaban a otros a imitarlos en la ejecución de ciertas labores en sus hogares.

Algunos hablaban de “ayudar” a sus parejas, como si fuese una tarea exclusiva de las mujeres.  Pero no se trata de ayuda, sino de justicia y responsabilidad. Los hombres también son miembros activos de la familia y hacen uso de los mismos enseres y ensucian de igual manera que las mujeres. Por tanto, ha de ser una responsabilidad compartida.

En otro orden, una periodista planteó en su cuenta de tuiter  lo siguiente: “Señores y las señoras que no saben cocinar están con el grito al cielo….Pobre del que tiene solo una ´cara bonita´”. En este caso, solo quiero resaltar que se trata de una mirada reduccionista de la mujer. Podría no saber cocinar, ser bonita y ser científica, médica, maestra, periodista, diseñadora o cajera, entre otras profesiones u oficios. ¿Qué le resta a una mujer no ser experta en cocina? No se trata de un oficio degradante, es un arte, una experiencia culinaria, pero no es menos la mujer que no lo hace igual que otras.

No comprendo el por qué de esa mirada discriminatoria a un grupo de mujeres o en función de su apariencia física. Todas somos mujeres, con independencia de los talentos dentro o fuera del hogar y del aspecto.

Otro caso que me llamó poderosamente la atención, fue el video colgado en el tuit de  una colega de la salud mental, en el que alegaba, cito: “Un chiste de pareja para reírnos un poco y llamar tu atención, ahora bien: ¿Sabías que la violencia de género aumenta en situaciones como las que estamos viviendo? La convivencia tan estrecha y forzada provoca estados de hastío en parejas disfuncionales”.

¿Qué muestra el video? Una esposa canta y se le acerca a su pareja, él se muestra indiferente. Aparece un texto escrito que refleja su pensamiento: “Día 3 en cuarentena, si no me mata el coronavirus me suicido”.

La violencia de género, virus y suicidio, son temas de preocupación para la salud pública del mundo. Me preocupé por el mensaje distorsionado porque, primero, no es tema para chistes. No es un tema para asociarlo a la violencia contra la mujer en la relación de pareja y, mucho menos, referirse al suicidio en momentos en que las estadísticas son alarmantes, sobre todo con carácter cómico.

¿Qué está pasando con ciertas personas influyentes y que tienen el poder de perpetuar o no las distorsiones cognitivas acerca de la mujer y el uso de la violencia, sobre todo en las personas que aún no han sido concienciadas y que son más vulnerables a ser violentadas o propensos a ser victimarios?

Parece que nos tomará muchos años más sensibilizar y concienciar a las profesionales, artistas y a la generalidad de las personas respecto al género, estereotipos, roles y violencia.

Somos hembras dada nuestra condición biológica y poseemos una identidad femenina como atributo social definido por los estereotipos y roles asignados por la cultura a la que pertenecemos, los cuales se diferencian de las caracterizadas en los hombres como entes sociales y políticos.

Nos socializaron como opuestos en conflictos, en un supuesto complementario que nos reduce a relaciones de poder asimétrico (dominio-sumisión). A pesar de que las mujeres hemos ocupado las academias, nos hemos insertado en el ámbito laboral y la vida social, todavía somos discriminadas en función de si sabemos cocinar o no, y de que compadecer a los hombres cuyas mujeres no dominan ese arte.

A pesar de que muchas son sobrevaloradas porque cocinan, me preocupa que haya tantas que aún son maltratadas por no prepararle la comida o cena a tiempo a su verdugo, o porque está fría o no le guardó el plato que él quería.

El tema es de tal envergadura, que el doctor Echeburúa y colaboradores (2016) incluyeron en el Inventario de Pensamientos Distorsionados sobre la Mujer y el Uso de la Violencia el ítem: “La mujer debe tener la comida y la cena a punto para cuando el marido vuelva a casa”. Este aspecto, como otros, deben ser respondido por los hombres que han sido denunciados y los que son enviados al proceso de psicoterapia. Este inventario es un predictor de las conductas violentas Al parecer no solo los machistas piensan así, sino que las mujeres piensan de igual manera. De esta manera, se complementan los roles de dominio y sumisión.

El resto es seguir concienciando.Tomemos este tema en serio.

Escribo por y para ellas.