Abraham Lincoln, considerado entre los estadounidenses como el mejor y más querido presidente de su historia constitucional, veía de gran importe tener a su disposición un gabinete compuesto por rivales, más que uno sumiso a una misma línea de pensamiento. Justo en el marco de una guerra civil, el fidedigno líder sabía que la fortaleza de su nación recaía en el compromiso colectivo de hacer bien por ella a pesar de la diversidad de opiniones que validara esa joven democracia y fue por ello que al organizar su  anillo ejecutor lo hizo con figuras de tendencias disímiles. 

A más de siete vigésimas de haber pasado ese escenario somos muchos los que nos identificamos con esa idea y con el gran conciliador de antiguas oposiciones. El adeudo unido en apoyo de una idea de nación es un concepto que nunca debe ser abandonado o descartado sin importar los recursos que se requieran para llevarlo a cabo. Y es pensando en ello es que recalco en mis recientes artículos el compromiso de publicar un ciclo de opiniones que lleven claridad a los miembros de cualquiera de las diásporas dominicanas en el exterior. Conceptos que acarreen elementos en común entre los antagonistas socio-políticos y que además sean capaces de transmitir fortaleza, a nuestro conjunto de quisqueyanos a pesar de las diferencias que desde la isla permean su potencial. 

Uno de esos artículos en el que hacía un llamado a participar en acciones conjunta a pesar de los matices que en algunas ocasiones pudieran impedirlo, es el más reciente titulado, “Cuando la Diáspora No Vota”. Allí fijé la postura en lo referente a las elecciones locales de los Estados Unidos y lo vital que es este proceso para la comunidad y para la diáspora misma. 

Señalé la importancia sobre votar consciente y masivamente por uno de los nuestros. Cité que ya los dominicanos tenemos cincuenta años en el Estado de la Florida y sin embargo, no tenemos un oficial o servidor electo en cualquiera de las 410 municipalidades o más de 200 distritos legislativos. 

Las personas razonables pueden estar en desacuerdo, pero también al mismo tiempo pueden comprender que una comunidad es más grande que las inclinaciones personales o políticas de sus miembros. Y para muestra ahí está la historia y sus espacios fortuitos y quienes siempre han favorecido a los que muestran y consideran como “fuertes”, a la vez que solo le ha causado atrofio social y precariedad a los segmentados.

La rivalidad que existe entre los miembros de las diásporas quisqueyanas en el extranjero pudiera ser aprovechada por los conceptos de un comportamiento que, aunque décadas en existencia, apenas estoy identificando. Esta herramienta puede ser la Para-Diplomacia. Esta que se presta para unificar la transmisión del adeudo combinado de todos. Uno que forja y proyecta bien en favor de nuestra cultura, etnia y nación a pesar de la pluralidad y la segmentación.

Con los adelantos de las plataformas tecnológicas y las telecomunicaciones, cada uno es un Embajador de la nación que asume como patria. El comportamiento celebrado o el despreciado de una persona se convierte por efecto dominó en el currículo de todos.

Los propósitos diplomáticos presentes han concedido la posibilidad de que surjan actores alternos a los tradicionales. A medida que las fronteras de los países parecen disolverse, algunos acontecimientos en ese orden ayudan al progreso. Y no es que los Estado-Nación abandonen el ser intérpretes, sino que estos están consintiendo y dando espacio a otros. No obstante, esto que ahora se ve proporcionado por la comunicación, capitales y cultura global ha tenido antecedentes significativos.

Este es el tema con las Diásporas, sus países madres y el rol que jugaron para consolidar sus objetivos. Estas Diásporas no-estatales, entre ellas, dominicanas y sus emisarios, pueden conducirse como partes intermediarias en los conflictos entre sus nacionales y sus gobiernos.

Resultan además más prácticas cuanto más provecho tenga implicar a su favor a los Estados que las contienen. Cuanto más cuantiosa, rica, activa e influyente sea este grupo, mayor entonces va a ser la posibilidad de lograrlo.

El asociacionismo comunitario, liderazgo dentro de él y la toma de decisiones son claves para lograr que este canal de información positiva y dirigida sea posible, pues podemos ser parte de una funcional diáspora de rivales y aun así transmitir positivismo en lo que se refiere a la imagen y percepción de lo que es nuestro país y nosotros mismos de manera local y funcional.

Sin importar la gestión de turno o si simpatizamos o no con la administración, cuando estemos en el extranjero debemos siempre resaltar nuestros mejores valores. Cada uno de los dominicanos en el exterior compone el virtual gabinete de una Para-Diplomacia que hace eco de quienes somos en el interactuar de cada uno de sus miembros. Hablar mal de la casa y sus habitantes nunca conllevará a nada positivo. El descrédito de uno solo es el de todos a la vez, más ahora donde las líneas de lo que define un país se han borrado.

Son tantas las virtudes que tenemos en común que a veces somos incapaces de verlas porque nos quedamos estancados en 20% de las cosas qué nos separan. La diversidad de opinión es el mayor de los pilares de la democracia. Esa multiplicidad es la que provee de ambición y de ilusión a cada nación que la asume. Por ello es vital el que colectivamente proyectemos de manera favorable lo que somos como personas, como cultura y como nación. Eso no es solo un reto, sino que, entre rivales, es además es un perfecto espacio de encuentro.

A pesar de que el dominicano en el exterior ha emigrado hacia naciones de gran superficie territorial y llena de espacios vastos, cuando eres miembro de una diáspora esas áreas resultan ser más pequeñas que lo que en realidad son. Con el afán de liderarlas la achicamos y estrechamos y sobre todo la rivalizada diáspora nuestra que goza de una estabilidad y libertad que no fue comprada por aquellos que pudieron venir al terreno donde estamos hoy, sino por aquellos que nunca vendrán. Por ellos y para ellos debemos ser mejores, más unidos y Para-Diplomáticos. Tan hermanados como la nostalgia me ha hecho creer que estamos en la patria.