Todavía me pregunto qué misterios escondía el río Yaque que al circular por Santiago generaba seducción, sortilegio y encanto. Sobre todo en aquellos domingos cuando lo visitábamos en busca de esparcimiento. Serían sus sempiternos sonidos. Lo inesperado, nocturno y sombrío de sus crecidas; los grandes remolinos, quizás sus bravías corrientes o las apacibles lagunitas. También estremecía el rotar de troncos que daban condición de indomable a la ribera mediterránea más significativa del Caribe. Mi carácter, estilo y pasión por Santiago de los Caballeros serían diferentes si el "Yaque Dormilón" no me hubiera coloreado el alma. Otras fueran mis andanzas sociales, si sus aguas no fueran bautizo en la historia de mi familia.
En el vaivén del río Yaque me hice lasallista de consciencia social y solidario como decíamos antes; y luego médico. Fui ayudante y profesor en ciencias, pero siempre este indómito torrente santiaguero, me acompañó en mi aspiración de consagrarme a tiempo completo al desarrollo de la ciudad que siempre, sin apelar a intereses triviales, personales y mercantiles, hemos amado y defendido con pasión. Por eso, cuando desde la Rectoría de la PUCMM en los años 80, me seleccionaron para realizar un curso intensivo en la Universidad de Puerto Rico (UPI) en Río Piedras, quedé prendido en gestión y planificación de proyectos.
Pero también, en mi formación de grado, cuando en correspondencia al pensamiento médico-social y comunitario más avanzado del momento que promovía la PUCMM, entendí que las sociedades, los modos de vida de la ciudadanía, los hábitos de consumo y los resultados del comportamiento humano, eran igual de importantes o quizás más, que conocer cada sucesión de reacciones químicas del Ciclo de Krebs, las características ultramicroscópicas de las células o los detalles matemáticos del comportamiento bioquímico de un fármaco.
En los 80´si me faltaban razones para deducir las causas sociales de los problemas, el apoyo a los trabajadores cañeros haitianos y a sus familias me aclaró. El proyecto que impulsaba el Centro de Promoción Humana Integral (CPHI) de Santiago con auspicio de varias ONG de Europa Occidental, me introdujo en los bateyes más importantes de Mao, Imbert y Montellano. En otras palabras, mientras académicamente daba clases de investigación y salud comunitaria en el Departamento de Medicina de la PUCMM, hacía labores profesionales con un equipo de técnicos dirigidos por los trabajadores sociales, Sonia Vázquez y José Tavárez, para planificar y organizar los servicios y el mejor de desarrollo de comunidades haitianas excluidas de los más elementales servicios de salud, educación e higiene ambiental.
Por eso cuando el profesor Aníbal Marín de Puerto Rico nos dio el primer entrenamiento de postgrado en comunicación y difusión, resolución de problemas, enfoque de riesgo, capacidad resolutiva y desempeño en manejo de recursos, nos quedamos prendidos. Aunque pude hacer la conexión entre la teoría y la práctica, y la enseñanza en la UPI me inició profesionalmente en el holístico tránsito de las ciencias médicas a las ciencias de la planificación, formulación y diseño de proyectos, la misma fue necesaria, pero no suficiente.
Fue en Centroamérica donde trabajando en la Unidad de Proyectos y Desarrollo Científico del Vice-Ministerio de Planificación de Nicaragua, pude adentrarme más profundamente en la práctica de diseño, formulación y conceptualización de proyectos e investigaciones, aprendiendo herramientas y gestiones teórico-prácticas. También para conceptualizarlas y delimitarlas, y entender que la idea de formular un problema y diseñar un proyecto para su solución, tal como decía Albert Einstein, siempre serán más esenciales que las líneas, los trazados y las maquetas, como expresión gráfica de las ideas en el espacio.
En la década de los 80´ culminé mis estudios de Maestría. Se dio la premonitoria coincidencia que uno de mis mentores ideológicos había estudiado la violencia como problema social y de salud, me comprometí en tesis de maestría a explorar los detalles epidemiológicos de los accidentes de tránsitos en las ciudades. Estudio que además de ser premiado como la mejor investigación de Nicaragua de 1988, 10 años después, sin saberlo, ni proponérmelo me iba a facilitar, el involucramiento con las ciencias y técnicas de la planificación estratégica urbana de mi pueblo natal, en las orillas propias y personales de la silueta del río Yaque. En la otra, seguimos con el tema de las relaciones internacionales y los proyectos.