Las expectativas de recuperación económica mundial a los niveles prevalecientes anteriores a la pandemia presentan una tendencia a retroceder según el Panorama Económico Mundial del Fondo Monetario Internacional (FMI) correspondiente a octubre del 2020.

La expansión del virus y la aparición de una nueva cepa que tiene mayor velocidad de contagio según los expertos, colocan a los gobiernos ante el dilema de aumentar la protección de su población o reabrir sus economías. Según el FMI, muchos países han optado por retrasar la re-apertura de sus economías para evitar el contagio y su costo asociado (hospitalización, medicamentos, salas de cuidados intensivos, entre otros). Esto asegura que las economías cuenten con mayor seguridad sanitaria y más duradera.

El gobierno dominicano se encuentra ante una disyuntiva similar, pero tiene que enfrentar además la dificultad de que la dinámica de su economía está fuertemente asociada al desempeño de la economía internacional, particularmente de la economía americana y canadiense, ya que una porción importante de la demanda de los servicios turísticos proviene de esos países.

La variación del PIB de EEUU se relaciona con la generación de empleos e ingresos para los dominicanos residentes en ese país, de cuyos ingresos dependen las remesas que llegan al país. Asimismo, tanto la inversión extranjera directa (IED) como las remesas contribuyen con el financiamiento del déficit de la balanza corriente de la balanza de pagos, cuyos efectos cambiarios afectarían la inflación, la tasa de interés real y por esta vía la demanda agregada a través de sus efectos sobre la inversión privada.

Por tanto, los efectos del desempleo de los dominicanos en el exterior, el pobre desempeño de la economía de los EEUU, así como la debilidad institucional en el país y la contracción de los ingresos por la caída del turismo, determinan el avance o retroceso del proceso de crecimiento económico nacional durante esta crisis sanitaria.

Desde esta perspectiva, resulta aconsejable echar vistazo a lo que ocurre con el empleo de los latinos en los Estados Unidos (EEUU), donde se genera aproximadamente el 75.7% de las remesas que llegan al país (https://www.diariolibre.com/economia/un-90-de-las-remesas-viene-de-tres-de-los-paises-mas-afectados-por-el-covid-19-CN18154372); al mismo tiempo observar qué ocurre con la IED y el crecimiento de la economía de EEUU y Canadá para saber cómo se comporta la demanda de los servicios turísticos. Lo que arrojaría luz, en la coyuntura actual, sobre las expectativas de que la economía dominicana continúe o no el prolongado período de prosperidad que el Banco Central (BC) le atribuye.   

En enero del 2020, el FMI proyectó que la economía norteamericana se contraería en 7.9%, y en abril se revisó esa proyección resultando en una contracción de 5.9% y para octubre el crecimiento del PIB caería en 4.3%. Para el 2021, se proyecta que la economía americana crezca a una tasa de 3.1% que, aunque positiva, no alcanza el ritmo de crecimiento de los años previos a la pandemia.

Indudablemente que esta situación afecta el bienestar de la población de ese país, por cuanto aumenta el desempleo y reduce los ingresos de las unidades familiares. En efecto, para el 2020, el BC reportó una caída del 10% de la llegada de pasajeros (no turistas) entre enero y noviembre. En enero arribaron al país 557,231 pasajeros, monto que se redujo a 175,095 en noviembre pasado. No obstante, la contracción más severa se produjo entre abril y junio del 2020, con un promedio de 544 pasajeros. Esta reducción de pasajeros no se debió a daños en la infraestructura hotelera, la oferta hotelera estaba intacta y en capacidad de ofrecer sus servicios, pero la pandemia afectó la demanda de los servicios turísticos debido al aumento del desempleo y la pérdida de ingresos de los estadounidenses, que resultaron de la implementación de las medidas sanitarias dirigidas a evitar el contagio.

Los ingresos por turismo reportados en la balanza de pagos en el período de enero-septiembre del 2020, reflejan una contracción de US$3,753.7 millones respecto al mismo período del 2019. La balanza de pagos cerró con un déficit en la balanza corriente de US$1,035.9 millones, un déficit superior en US$165.7 millones durante el mismo período del 2020.

El BC sólo reporta los ingresos por remesas de los dominicanos residentes en el exterior que ascendieron a US$1,132.2 millones en el 2020 respecto del 2019 (Diario Libre del 11/01/21, página 10 y 11), pero no deduce de ese monto los egresos por remesas de los extranjeros residentes en el país, las cuales ascendieron a US$611.0 millones en el 2019 y US$327.7 millones durante enero-septiembre del 2020.

Durante la pandemia, el desempleo en la economía americana pasó de 3.7% (https://usafacts.org/data/topics/economy/jobs-and-income/jobs-and-wages/unemployment-rate/) a 8.9% en el 2020 y la tasa de desempleo entre los latinos fue de 18.9% en abril del 2020, liderando con un 17.6% la tasa de desempleo respecto a los demás grupos étnicos en los Estados Unidos (https://www.nbcnews.com/news/latino/unemployment-still-highest-among-latinos-joblessness-drops-slightly-n1225861). En tanto que la tasa de desempleo en Canadá pasó de 5.8% en el 2018 a 9.7% en noviembre del 2020.

Estas cifras sugieren que los hogares de los latinos en los Estados Unidos y, en particular los hogares dominicanos, están gastando sus ahorros (en cuentas de ahorro y títulos de largo plazo) e incrementando su deuda con tarjetas de crédito para financiar no solamente su consumo sino también para enviar remesas a sus familiares en el país (https://www.nbcnews.com/news/latino/unemployment-still-highest-among-latinos-joblessness-drops-slightly-n1225861). Este comportamiento resulta ser un impresionante gesto de desprendimiento y solidaridad de los dominicanos residentes en el exterior, aún sufriendo las limitaciones de la ayuda gubernamental que reciben los desempleados en ese país.

Finalmente, la contracción de la economía de los EEUU, de la IED y de las remesas que envían los dominicanos residentes en el exterior, indican la fragilidad del crecimiento económico dominicano, por cuanto depende de factores externos sobre los cuales las políticas económicas no tienen incidencia alguna. Si las políticas económicas tendiesen a eliminar los riesgos aludidos, la economía podría recuperarse en el mediano plazo; desafortunadamente el corto plazo predomina en las políticas públicas que favorecen la creación de renta e impiden la competencia.