Desde hace algún tiempo animamos la idea de llevar a cabo un estudio sobre los riesgos laborales de los músicos e intérpretes de los distintos géneros musicales nuestras agrupaciones populares.

Esta idea la hemos compartido con familiares y amigos músicos sobre la cual han opinado favorablemente y expresado su disposición a participar y colaborar con el objetivo de que se haga realidad.

Sobre este tema se han publicado resultados de estudios realizados en otros países donde la Salud Ocupacional tiene un lugar de importancia en lo que se refiere a la salud de los trabajadores de todas las profesiones y ocupaciones. Pero en nuestro país, por lo que hemos podido indagar, no creo que se haya llevado a cabo algún trabajo de investigación sobre las enfermedades de nuestros músicos y vocalistas causadas por o en ocasión del trabajo que realizan habitualmente y por cuenta ajena.

Algunas de las motivaciones que inspiran a realizar un estudio sobre el tema señalado, es por la gran inclinación que tiene el pueblo dominicano por la música popular de diferentes géneros (merengue, bachata, etc.) y su disposición perpetua a disfrutar de fiestas y espectáculos con la participación de agrupaciones musicales populares. Además, incentiva el hecho de que existen en el país un gran número de orquestas y grupos en los cuales trabajan una gran cantidad de hombres y mujeres que viven de la música.

Cuando se habla de música llega a la mente el sonido que agradablemente se encuentra dentro de su definición, pero que al elevarse por encima del umbral de riesgo (85 dB), se convierte en ruido y según el tiempo continuo de exposición puede resultar en pérdida parcial o total de la audición, lo que se denomina hipoacusia o sordera ocupacional.

Como la sordera o hipoacusia se produce generalmente de forma gradual la prolongada exposición de los músicos a altos niveles sonoros hace que los afectados perciban su problema cuando comienzan a tener dificultades en las relaciones familiares, sociales y laborales

Se ha establecido que en condiciones normales casi todos los instrumentos pueden alcanzar un nivel acústico de 80 dB (A), de manera que no resulta difícil en determinadas condiciones sobrepasar esa barrera. Esto, unido a un determinado tiempo de exposición, resulta nocivo a la salud de los sujetos expuestos.

Hay estudios, como el realizado en Cuba por el Dr. Arsenio Álvarez Álvarez, basado en 13 agrupaciones de música popular, que determinó que el daño auditivo resultó ser más frecuente en los ejecutantes de instrumentos de viento y de percusión, seguido de los instrumentos de cuerda y de los vocalistas. La raíz de estos resultados reside en la posición que ocupan los músicos en el escenario y los niveles sonoros generados por las diferentes categorías de instrumentos.

Los artistas de la música popular son trabajadores y trabajadoras, y debe comenzar a preocuparnos su salud, estudiar sus riesgos laborales y las enfermedades relacionadas con su ocupación, además de hacer énfasis en las posibles medidas preventivas que resulten de la investigación.

Un dato que justifica lo que acabamos de expresar es que estudios realizados han concluido en que un 75% de los músicos sufren alguna lesión derivada de su profesión a lo largo de su carrera, lo que ha provocado que algunos tengan que cambiar de instrumento y hasta han quedado incapacitados para seguir ejerciendo su labor habitual.

Esos mismo estudios reportan que no sólo el ruido afecta la salud de los músicos (90%), sino que también los trastornos musculoesqueléticos afectan entre un 50 y un 65% de los miembros de este sector. Además, otros daños ocasionados por el ruido de la música son los tinnitus o zumbidos en los oídos, la hipoacusia o intolerancia a los sonidos normales, entre otros.

Como la sordera o hipoacusia se produce generalmente de forma gradual la prolongada exposición de los músicos a altos niveles sonoros hace que los afectados perciban su problema cuando comienzan a tener dificultades en las relaciones familiares, sociales y laborales por no escuchar bien y lo lamentable es que el daño es irreversible.

Al desarrollar el tema de los factores de riesgos de los músicos, el ruido de la música ocupa el mayor espacio porque parece ser como ya dijimos el más frecuentemente encontrado. Sin embargo, resulta evidente que cualquier investigación con cierto rigor encontraría en el ambiente laboral de estos artistas populares los distintos factores de riesgo comunes a los más diversos trabajos, y que hemos tratado en otros artículos, a saber: físicos, químicos, biológicos, ergonómicos y psicosociales.

Los músicos trabajan en distintas condiciones contractuales y en diferentes ambientes laborales, actúan, ejecutan, se presentan en la intemperie o espacios cerrados sin condiciones acústicas adecuadas. Todo esto con horarios irregulares, largas jornadas de ensayos y presentaciones, ensayos en solitario, expuestos a equipos de amplificación inadecuados o mal manejados, exposición al consumo de alcohol, cigarrillos y sustancias controladas, en muchos casos bajos salarios, estrés, escasa convivencia familiar y social.

Los músicos están expuestos a riesgos de accidente por caídas, pisadas, golpes, heridas y pinchazos con herramientas, temperaturas extremas, caídas de objetos,  quemaduras, contactos eléctricos, radiaciones ionizantes y  no ionizantes, vibraciones y explosiones, incendios, traumas y heridas por agresiones, accidentes de vehículos, etc.

Pero además otros riesgos los constituyen los ergonómicos como la manipulación manual de cargas; movimientos repetitivos, posturas incorrectas, entre otros.

Todo esto debe ser materia de estudios cuando rompamos la inercia y demos nuestra contribución a la investigación de las enfermedades que afectan a nuestros trabajadores de la música, esos artistas populares que tanto nos alegran la vida cuando ejecutan una cadenciosa bachata o sabrosos merengue.