Unos de mis tantos tíos cada vez que compra unos zapatos, se los calza de inmediato y sale con estos desde la tienda. Un día le pregunté la razón por la cual hacía es estreno tan acelerado y sin dudar me respondió: “¡Oh! ¡Y si cuando salga me choca un carro, entonces no me lo estreno!” Ciertamente, todos estamos expuestos a una serie de riesgos que nos hace vivir en bajo procesos mitigadores. Mirar en ambas direcciones al cruzar una calle, al guarecernos con una sombrilla ante una llovizna, por la criminalidad andar más atentos al caminar en la calle, entre otros aspectos que son parte de la conducta de los seres humanos y que con el tiempo asumimos más para mejorar nuestra calidad de vida.
Los seres humanos estamos en riesgo desde antes de la concepción, pues la misma concepción está sujeta a una serie de variables que se deben conjugar. De aquí que, la vida es un compendio de riesgos que al final no lograremos mitigar, pues así como bajo una estructura de riesgos se manifiesta la vida, bajo un esquema similar se deberá manisfestar la muerte. Claro, siempre y cuando no se interpongan variables violentas o por alguna enfermedad mal tratada (mal mitigada y mal atendida) o que sea una de esas terribles, odiosas, tristes enfermedades irreversibles.
El Riesgo se divide dos tipos, primero el Inherente, el cual es intrínseco de cada actividad humana, sin tener en cuenta los controles que de éste se hagan a su interior. Es propio de un trabajo o proceso, que no puede ser eliminado del sistema. Es decir, como ya hemos apuntado en todo trabajo o proceso se encontrarán riesgos para las personas o para las ejecuciones de las actividades en sí mismas. Dicho de otra forma, éste riesgo se puede obtener de la multiplicación de la Probabilidad Inherente (Impacto de un evento, sin considerar las acciones y controles mitigantes) por el Impacto Inherente (Probabilidad de ocurrencia de un evento no deseado sin considerar las acciones y controles mitigantes). Por ejemplo, en una empresa de transporte: colisiones, volcaduras, averías; Empresas Mineras: derrumbes, explosiones, caídas. Un riesgo inherente, es el que se encuentra en el ambiente y afecta a varias categorías o clases de transacciones.
En el ámbito empresarial el incidir sobre este tipo de riesgo pretende identificar objetivamente las distintas amenazas que puedan afectar a las metas, pero de la forma más exhaustiva y extensa posible, y desde una perspectiva teórica, de manera que en el mapa de riesgos que se construya estén representados todos los peligros que pudieran afectar los procesos. Es decir, lo que se derivaría del análisis es la seguridad de que estemos contemplando todas las amenazas que podrían interferir en el resultado de los objetivos empresariales.
Las amenazas deben estar debidamente gestionadas, para lo cual resultará necesario dar un salto y pasar a estimar la situación real de estos riesgos, a través de la cuantificación de los Riesgos Residuales en los procesos empresariales.
Precisamente, el segundo es el Residual, que es el riesgo que subsiste, después de que se han implementado los controles. Es al que está sometido una empresa que nunca desaparecerá totalmente, por lo que es de rigor buscar un equilibrio entre el nivel de recursos y mecanismos que es preciso dedicar para minimizar o mitigar estos riesgos y lograr un nivel de confianza que se puede considerar suficiente (nivel de riesgo aceptable). Este tipo de riesgo puede verse como aquello que separa a la empresa de la seguridad absoluta. El que refleja el riesgo remanente una vez se han implantado de manera eficaz las acciones planificadas por la dirección para mitigar el primero (Riesgo Inherente).
El Riesgo Residual se puede calcular al obtener la diferencia entre Riesgos Inherentes menos Efectividad de Controles o quizás una fórmula más objetiva sería el producto de multiplicar la Probabilidad Residual por el Impacto Residual.
Según el Lic. Jesús Aisa Diez, Ex Subdirector Corporativo de Auditoría Interna de Telefónica S.A., Director de la Revista del Instituto de Auditores Internos de España la diferencia entre ambos tipos de riesgos se da “…en el nivel de control que pueda estar aplicándose en los procesos en los que estos se visualizan, pues mientras que la valoración del riesgo residual se pretende estimar la importancia efectiva de la gravedad de la amenaza que estemos cuantificando, de acuerdo con las medidas correctoras que ya se estén aplicando; en la evaluación del riesgo inherente lo que se pretende es apreciar la importancia de las hipotéticas amenazas en ausencia de cualquier tipo de control. Es por tanto una valoración que no se corresponde con una situación existente sino una simulación de la misma si no hubiésemos aplicado los controles que estemos aplicando.”
Este enfoque fue parte de la presentación “Riesgos Inherente y Residual: Diseñando Mitigadores”, a cargo de quien suscribe y de la Lic. Mireya Lozano Loza, en el marco del II Congreso de la Asociación de Especialistas Certificados en Gestión de Riesgos, celebrado en Ciudad de México, México, en mayo de 2016.
El Tío Picho, como viejo zorro sabe que al salir de la tienda de zapatos debe frotar las suaves suelas nuevas en el piso, para evitar un posible resbalón, pues éste último es uno de los riesgos inherentes de calzar unos zapatos nuevos. Uno de los posibles residuales es que el color no convine con la ropa del momento o que al caminar genere una molestosa ampolla