El hermano país del Ecuador ha sido afectado por un terrible terremoto de 7,8 grados en la escala se Richter que a su tercer día algunas fuentes periodísticas reportan unas 507 víctimas mortales, entre ellas un dominicano,107 desaparecidos y más de 4,500 heridos.

  Como siempre, la solidaridad internacional con el pueblo ecuatoriano no se ha hecho esperar y han comenzado a llegar de otros países brigadas especializadas rescate para unirse a las locales en las labores de búsqueda y rescate de personas vivas entre los escombros.

  Los hombres y mujeres que conforman las brigadas de rescate siempre han recibido el reconocimiento público ya que se exponen a grandes riesgos en el desempeño de sus labores con el noble objetivo de salvar vidas a un a riesgo de perder las suyas.

  Y es que los rescatistas, como trabajadores que son en caso de desastres, están expuestos a riesgos físicos y psicológicos que pueden dañar su salud y hasta provocarles la muerte a consecuencia o en ocasión de las labores que realizan en estructuras colapsadas y desastres naturales de todo tipo.

  Resulta de vital importancia, además,  la capacitación y el entrenamiento continuado, con simulacros periódicos y mantener el personal en buenas condiciones físicas mediante ejercicios planificados.

  Los rescatistas están dentro de un grupo de trabajadores que realizan trabajos peligrosos, entre los que podemos mencionar: policías, militares, bomberos, guardias de seguridad, periodistas de guerra, etcétera.

  Entre los riesgos físicos  a los que están expuestos los rescatistas  se encuentran: caída de altura o al mismo nivel, traumas y heridas, inhalación de gases tóxicos, asfixia, pisadas de objetos, explosiones, descargas eléctricas y temperaturas extremas.

  Pero además, también están expuestos a riesgos biológicos por microorganismos, picaduras o mordeduras de insectos y animales presentes en la zona de trabajo.

  También están presentes los riesgos ergonómicos por posturas incómodas, el sobreesfuerzo y el uso de herramientas propias de su trabajo, que terminan provocando trastornos musculoesquelericos que podrían tener como consecuencia la incapacidad temporal o permanente para el trabajo productivo.

  Es bueno señalar que a nivel psicológico las personas que hacen  labores de rescate como su trabajo habitual podrían sufrir estrés pos-traumático, alteraciones del comportamiento, trastornos de las relaciones interpersonales, depresión, sensación de fracaso, agotamiento, baja autoestima, disminución del rendimiento laboral, entre otros.

Algunos autores que han estudiado el tema recomiendan algunas acciones para el control de riesgo de los rescatistas, tales como: la distribución adecuada de los turnos de trabajo, el sueño y descanso reparador, promover las relaciones sociales y la comunicación  horizontales y verticales en el ambiente laboral, y proporcionar  ayuda psicológica en el trabajo.

  Resulta de vital importancia, además,  la capacitación y el entrenamiento continuado, con simulacros periódicos y mantener el personal en buenas condiciones físicas mediante ejercicios planificados.

  Es importante aplicar las pruebas psicológicas en el proceso de selección del personal a contratar para labores de búsqueda y rescate, hacer evaluaciones médicas preempleo y periódicas que verifiquen su condición de salud.

  Finalmente, un elemento que no puede quedar fuera es el de proporcionarle a cada miembro de la brigada de rescate el equipo de protección personal (EPP) adecuado para el buen desempeño de sus labores y asegurarse, mediante entrenamiento continuo, del uso correcto y el cuidado del equipo, que le servirá para mantener su integridad física.