Los siete cuentos que conforman El olor de la memoria (The scent of memory) de la escritora dominicana Rhina P. Espaillat, evocan un universo de identidad y visión revelador de tramas ontológicas y psicológicas que constituyen una travesía, un ámbito y un nivel combinado de relaciones imaginarias, visibles en los puntos de significación de cada cuento en particular.

La fluencia que da lugar a los diversos desarrollos temáticos del libro es, indudablemente, progresiva y gradual en el ritmo que adquiere cada texto en su contexto de lectura y, por decirlo más específicamente, cada momento de presentificación del contenido narrativo. Importante resultará para el lector entender cada cuento como materia imaginaria cercana a lo real y a lo visible, en tanto que categorías realistas, psicológicas e imaginarias que los particularizan.

En cada cuento podemos advertir una variedad genérica basada en un tipo caracterial y formal ligado a la hechura, a la estructura, misma del contar. El personaje y el yo autorial instruyen al lector asimilándolo al diálogo, donde la autora es, a veces, personaje  y testigo que opera en el espacio interno del relato. La línea que asegura un orden situado entre la realidad y la imaginación, va colocando también los predicamentos que ayudan a construir el acontecimiento y a destacar sus núcleos mediante el modo mismo de narrar.

Pero, ¿qué significa contar para Rhina P. Espaillat? La autora de El olor de la memoria se acerca y a la vez participa de ese recuerdo que liga el ser al objeto de la narración, para penetrar en una memoria que es diálogo, escena, conjunto real-imaginario y a la vez fórmula de una escritura cuya intencionalidad se afirma en un sentimiento donde aparecen aquellos modos de presencia llamados criaturas aurales y fantásticas, marcadas por un eje humano y poético movilizador del contenido narrativo en su especificidad. Aún en su selección, la materia-sentido de estos cuentos cobra  significación en los niveles de superficie y profundidad, pero además, en las conexiones de diálogo, vida del personaje, acción psicológica narrada y reconocimiento de situación mediante el desenvolvimiento narrativo y dialógico. (Ver, referencia completa en Rhina P. Espaillat: El olor de la memoria, Eds. CEDIBI/inc. Santo Domingo, 2007, 118 págs.).

Tal como se puede advertir en el cuento titulado Composición (ver, op. cit., pp. 21-24), la fotografía se convierte en, y, para Lester, en una obsesión que articula gradualmente el fondo psicológico e imaginario del cuento. Lester se imagina como entidad en apariencia y esencia en la línea vital del relato, hasta la composición de la secuencia final y el click que la determina.

La modalidad alegórica de contar se hace visible en El hombre que resultó no ser Alistair Cooke, donde la escritora pelea con el imaginario de la creación y con el género cuento en una visión cuasi-onírica desde la cual, la autora se apodera de un relato humano, que es un hombre-personaje, pero que funciona como un eje de creación. El cuento, tal y como lo expresa la narradora, existe si ella lo crea, pero el conflicto  planteado a las tres de la mañana, luego de estar tres semanas buscando una idea narrativa, después de las peripecias y las líneas complementarias de relato, “el cuento” se quiere desprender de la autora y finalmente, “abruptamente el cuento se levanta, se pone de pie y se despide de la narradora, quien le ruega no partir, no abandonarla en su obsesión.

Rhina P. Espaillat impone su mundo narrativo en un espacio verbal constituido como huella, milagro y alteridad. Todo lo cual se lleva a cabo como contexto directo o indirecto de la narración y desde el imaginario ficcional que proyecta sus líneas en una visión unificada en el concepto de verosimilitud narrativa o efecto de realidad reescrito y re-articulado.

“Sioux Falls es el milagro, o mejor dicho el hecho de encontrarme aquí después de tanto tiempo, a la edad de los treinta y siete años, con un hombre y tres niños para quienes esta ciudad no despierta sentimiento alguno”.(Vid. P.58).La base ficcional, en este caso, es el elemento causal y la cardinal que afirma su espacio, así como las contradicciones del mundo en su aparición o reversión.

La poesía es un fantasma que aparece en el trazado de este relato, pues la misma está ligada a la biografía de la autora como elemento que fija su actitud ante la vida, la familia y el estatuto de ser mujer en un ámbito de alienación y productividad. El cuento no deja de ser una crítica implícita a un mundo alienado precisamente por la falta de acción de la poesía (ver, pp. 63-65). Al final del relato vemos cómo el estrépito mañanero y la obligación de la partida hacen que la cotidianidad y lo cotidiano de Sioux Falls entren en conflicto con los deberes sociales y “Pronto nosotros también doblaremos la tienda de campaña, y nos encaminaremos a Minnesota –y después a Ilinois, Indiana, Ohio, Pennsylvania, y entonces a casa.” (pp. 64-65)

La orientación circular de una travesía narrativa se hace palpable en la lectura de este cuento, pero también en otros que conforman el libro. Se hace visible, además, la necesidad de narrar desde una cardinal poética significativa en la forma, el modo, la voz, el ámbito de contar, pues la autora se apoya en el motivo poético-imaginario para constituir, bajo otra fórmula y otra mirada verbal el espesor, la función, el espacio, la estructura narrativa del relato.

Un cuento que el lector asimila como acontecimiento y problemática existencial es el titulado Fuga. Toda una visión de la alteridad y la otredad de la pareja se va constituyendo a través de la fuga de la esposa y la persecución o, más bien, seguimiento del esposo a la esposa. Los obstáculos que encuentra el esposo  en el seguimiento no obstaculizan la decisión de la esposa al abandonar su cama para encontrarse en un lugar aparentemente “prohibido” con “el otro”. La atmósfera cuasi-onírica y aparente en que se particulariza el seguimiento da cuenta de la acción, alejándose la escritora de la fábula moral o el inconveniente ético de la misma para convertir dicho cuento en una línea intencional de exploración. La mujer y el hombre, él y ella como actuantes, constituyen ante el lector la trama donde la autora no toma partido sobre la actitud de ambos.

Sería prolijo enumerar a título de ilustración por secuencias los puntos de desarrollo que anudan el tramado narrativo de Fuga (ver, pp. 76-78), en cuyos movimientos nucleares advertimos una presencia dinámica de ambos personajes, intensificados como elementos de un universo especular de la narración.