Un aspecto que sobresale como valor en El olor de la memoria de Rhina P. Espaillat, es también la cuidadosa selección por parte de la autora, de los temas y modos de ficcionalizar la sustancia narrativa. La puesta en marcha de acciones concurrentes en el arte de contar, nos induce a entender el movimiento progresivo de los personajes y de la fábula misma, tal como se puede estimar en el desarrollo narrativo de La cena de despedida (pp. 87-97) y en Una fábula herbal (pp. 109-113).

La muerte por accidente de Víctor y Francisca remite a la comprensión de una psicología de la pareja y a una visión de la alteridad en la amistad; el registro equilibrado y dialógico entre (2+2) personajes, esto es, Mónica-David, Víctor-Francisca, produce el elemento armónico desde el punto de vista de la distribución actancial en el cuento, pero a la vez la paridad, la contradicción y la des-armonía que como justificación y motivación adquieren su valor desde el punto de vista de la estructura profunda. El accidente donde Víctor y Francisca pierden la vida y que se particulariza en la secuencia final del cuento, conecta con la secuencia inicial final del mismo, creándose de esta suerte un eje sintáctico-semántico de continuidad.

Gráfica de Odalís G. Pérez, 2020

El tipo de redacción y de interlocución utilizado en casi todos los cuentos, de este libro conserva la variedad como pronunciamiento narrativo del mismo, siendo así que el nivel estilístico y formal se sostiene en las líneas de un modelo asimilado a una visión realista y poética motivada como campo de búsqueda y expresión psicológica del personaje y la autora. Pero la variedad de la dicción que es necesariamente la “decibilidad” propia de estos textos narrativos, progresa en los diversos niveles de articulación expresivo-verbal, unificados en los ejes de superficie y profundidad de los siete núcleos conformadores del libro. El dinamismo articulador de la estructura narrativa permite que la concentración de significado progrese como principio organizador del contenido, la trama y los motivos particularizados de cada cuento.

El arte de narrar de Rhina P. Espaillat acentúa de manera específica los siguientes puntos de construcción que definen el conjunto narrativo del libro:

  • Relación entre personaje y mundo narrativo
  • Oposición entre espacio y tiempo de desarrollo
  • Ritmo lento y dinámico establecido por la unidad o la ruptura en el nivel de la superficie narrativa
  • Concentración definida de la línea argumental de relato
  • Enlace entre el modelo poético y el modelo narrativo en el contexto de lo real-imaginario
  • Unidad significante entre personaje, trama y determinación narrativa
  • Diálogo entre miradas e intencionalidades en la relación de los personajes
  • Puesta en crisis del personaje en el universo de elección o selección
  • Particularidad de la escritura narrativa

Estos puntos de constitución reafirman el nivel dialógico, accional y relacional del plano composicional, apoyado por los núcleos temáticos, expresivos y específicos de cada cuento.

Cuando hablamos del elemento dialógico y predicativo de estos textos, debemos tener en cuenta la fábula, la fluencia y la memoria como centros que producen el modo de contar y el modo de significar en este libro. Lo que es la fábula entendida como generante narrativo, aspira a constituirse en fuerza poética, mensaje y universo, tal como se puede leer, interpretar y comprender en el último cuento de este libro, titulado Una fábula herbal (pp. 109-113).

La humanización de la naturaleza y el diálogo sustentado por el lirio y la margarita, pero además, por los elementos del espacio vegetal, activan la contradicción que se sitúa como una crítica a la naturaleza, al medio ambiente y sus entidades conformantes. La autora proyecta en este cuento alegórico y metafórico, las formas de un espíritu que busca lo humano en la línea de una reserva socioética y socioimaginaria del mundo natural.

Los niveles manifestantes de la fábula registran, sin embargo, una tensión caracterizadora de lo que podría ser el equilibrio natural y constitutivo de una estética de los elementos:

“Esa es precisamente la actitud que deseaba descubrir en usted –dijo el lirio- y francamente, la esperaba: es evidente que usted tiene mucho potencial y sólo le falta un poco de orientación para realizarlo. ¿No se le ha ocurrido nunca alterar su forma obsesiva?”

“Pero es que me gusta la simetría radial-contestó la Margarita. Es atractiva a la vista, y me recuerda las cosas que más me placen: el sol, por ejemplo, y la luna.” (op. cit., p. 110).

Importante sería reconocer, de manera específica, todo el orden secuencial en el entendido de una red asimilada a una crítica del orden natural y a una perspectiva neonaturalista  asociada a la lectura de un orden holístico y estético del mundo natural. (Véase, pp. 110-112; 112-113). Lo dialógico allí es la mirada constituida por niveles de reconocimiento y actitud. Expresiones como “me gusta la simetría radial”,  “se permitió (el lirio) una sonrisa tolerante”, “algún color dramático”, “ese follaje entra y sale, entra y sale”, “había crecido (la margarita) humilde, pero decentemente”, “la música visual”, “diseños que nos prometen armonía”, “había comenzado a concentrar su voluntad”, “producir pétalos sexualmente agresivos”, “cierto aire de violencia y una pizca de pasión religiosa”, “centro amarillo”, “le llegó un gemido desde un montón de abono”, “nada, todo, la vida”, “la metafísica más allá de la angustia individual…” “¿transformarme?…”, ayudan a construir un registro poético-ecológico y estético-ambiental entendido en su extensión e intencionalidad concurrentes e incurrentes.

Rhina P. Espaillat es una educadora, poeta, narradora y traductora dominicana con una larga trayectoria en los Estados Unidos de América, donde vive y reside desde 1939. Conocida por sus actividades literarias y obras poéticas publicadas, la escritora ha sido merecedora también de varios premios y reconocimientos en el ámbito norteamericano. Nuestra autora se ha mantenido ligada también a cierta línea de creación literaria representativa de una búsqueda marcada por la memoria ontológica, tanto en la prosa como a través del verso.

Su obra poética y narrativa merece nuestra atención, por cuanto la misma se ha constituido como espacio lírico y crítico, pero además, como campo y prueba de una literariedad femenina concurrente en una poética de la necesidad y la alteridad. Rhina P. Espaillat entra con El olor de la memoria no solo a la familia de Cedibil, sino también a una familia más larga: a la literatura dominicana de nuestros días y a su comunidad de lectura y de lectores.